Tempestad sobre Washington

El presidente de los Estados Unidos se dispone a nombrar nuevo secretario de Estado. Elige para ello a un hombre que será recusado por haber formado parte, durante su juventud, de un grupo filocomunista. Se forma un comité para investigar al candidato, pero los acontecimientos se precipitarán, de forma inesperada.

Esta trama, urdida por el guionista Wendell Mayes sobre la novela original de Allen Drury, sirve a Otto Preminger para trazar un cuadro demoledor de los políticos norteamericanos. Empero, no es un film contra el sistema (el Hollywood clásico no lo hubiera permitido, en una película de carácter comercial), pero éste no sale demasiado bien parado; quedan al descubierto las intrigas palaciegas, la zancadilla como una de las bellas artes y el chantaje más vil como forma de conseguir objetivos políticos. Aún así, trasciende la confianza liberal en un sistema democrático y participativo, propio de la etapa kennedyana en la que se realizó.

Estupendo el reparto, con un Henry Fonda que da magníficamente el papel de hombre íntegro a los pies de los caballos. Junto a él, el maestro Charles Laughton, y la recuperada Gene Tierney, la inolvidable protagonista de Laura, además de una pléyade de secundarios de primera línea: Walter Pidgeon, Burgess Meredith, Will Geer.