Pelicula:

Esta película forma parte de la Sección Oficial del 19 Festival de Cine Europeo de Sevilla (SEFF).

Filipinas es una gran desconocida en Occidente, incluso en España, que fue su potencia colonial hasta 1898. Y si lo es como país, no digamos como cinematografía, a pesar de que tiene un volumen de producción nada despreciable: la IMDb censa más de 30.000 productos audiovisuales en toda su historia (para que nos hagamos una idea, España figura con algo más de 80.000), de lo que prácticamente nada llega a esta parte del mundo. En el siglo XX de Filipinas apenas nos llegaron, y solo a ciertos certámenes como la llorada Semana de Cine de Autor de Benalmádena, algunas películas de Lino Brocka, que era un poco el cineasta “de cámara” filipino de aquella época. Muerto Brocka en 1991, su trono ha sido justamente heredado por Lav Diaz (nacido Lavrente Indico Anciro Diaz; Datu Paglas, provincia de Cotabato, Filipinas, 1958).

When the waves are gone, de tan hermoso título (literalmente es “cuando las olas se hayan ido”), cuenta una historia más que peculiar en clave de thriller: al principio vemos al teniente Hermes Papauran, de la Policía filipina, seguir a una mujer; habla con su esposa por el móvil mientras acecha a la fémina que ha entrado en una casa; le dice que está tras la pista de una adúltera, e inmediatamente lo vemos ya dentro de la casa, apuntando a su esposa, con la que acaba de hablar, y a su amante. Sin relación con este tema, por el que Hermes es sancionado en la Policía, poco después empiezan a aparecer cadáveres asesinados por supuestos “limpiadores de camellos”, sean estos ciertamente narcotraficantes o no. Uno de ellos, en brazos de su amada, será la impactante foto de portada de uno de los periódicos de mayor tirada del país, en una imagen que recuerda poderosamente a una “Pietà”. Hermes, que sabe que se trata de una operación de exterminio instigada por el mismísimo presidente filipino Duterte, y que usa a la Policía para ello, desarrolla a partir de entonces una fortísima psoriasis psicosomática y tendrá que pedir la baja médica. Simultáneamente, el que fuera sargento Supremo (conocido como Primo) Macabantay acaba de salir de la cárcel, donde ha estado diez años tras ser investigado y apresado por su antiguo alumno Hermes; Primo sale de la cárcel fanatizado por la religión pero a la vez deseoso de cobrarse venganza del teniente...

Lav Diaz es conocido como uno de los más conspicuos representantes del llamado “cine lento”, películas de muy larga duración, nunca inferior a las dos horas y muchas por encima de las tres, las cuatro y hasta las cinco horas. Desde 1998 ha rodado 22 largometrajes de ficción, además de un puñado de cortos y varios documentales; es, pues, un cineasta muy prolífero, que gusta de utilizar los códigos de géneros como el thriller y hasta el musical para jugar con ellos y usarlos para historias que le interesan, con frecuencia relacionados con los graves problemas de su país, entre los cuales no es el menor el de una corrupción rampante en la administración pública que se perpetúa generación tras generación.

Lo cierto es que When the waves are gone, para el espectador no avisado, puede resultar en principio un plato indigesto: ahí es nada, 187 minutos de duración, metraje al que ciertamente estamos poco acostumbrados en nuestro país. Pero la verdad es que, superada la primera hora, y una vez que el espectador le va pillando el tranquillo, la película empieza a funcionar, y de qué manera. Rodada en largos, a veces larguísimos planos secuencia, siempre con cámara fija, en la que los personajes declaman sus parlamentos, se adivina que con frecuencia improvisando o metiendo “morcillas” que vienen al caso, la película llega un momento que se convierte en una experiencia absolutamente hipnótica, con esos personajes que deambulan por el plano, personajes extrañísimos, como ese policía protagonista que se está pudriendo sin remedio porque su problema no es de salud, sino del alma, o ese expresidiario tan ansioso por vengarse como por salvar a incautos a los que bautiza dentro de su conversión a una religión fanática.

Rodada en un blanco y negro espectral, a lo que contribuye un deliberado grano grueso en la fotografía, la película va deslizándose poco a poco, con una deliberada parsimonia, con los larguísimos planos secuencia que le son consustanciales, hacia el duelo final entre ambos protagonistas, el hombre corroído por dentro y el fanático vengador, alfa y omega, Jano bifronte, en el fondo las dos caras de la misma moneda, con escenas bellísimas como el baño de Hermes en un mar embravecido, que justifica la metáfora del título, aunque también algunas otras, como los bailecitos extenuantemente largos que se marcan los personajes principales, que podrían haberse acortado perfectamente sin que perjudicara a la cinta. Pero ya se ve que a Diaz le deben pagar a tanto la hora de película... (es broma, por supuesto...).

Rara película, entonces, pero muy estimulante: por supuesto es cine mayormente para cinéfilos, no para el público en general. Incluso al cinéfilo le costará entrar, aunque, si lo consigue, no se verá defraudado...

Los desconocidos (en Occidente) intérpretes resultan muy correctos, a la par que muy entregados; en especial nos parece notable la actuación de los actores que interpretan los papeles principales, John Lloyd Cruz, como Hermes, y Ronnie Lazaro como Primo. También nos parece de justicia subrayar el esforzado trabajo de la única actriz con papel significativo, Shamaine Buencamino, que hace de la hermana mayor del teniente Hermes, en un papel muy singular.

(07-11-2022)



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187'

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When the waves are gone - by , Nov 07, 2022
3 / 5 stars
Una "Pietà" en Filipinas