Esta película se pudo ver en la Selección EFA del Sevilla Festival de Cine Europeo 2010 (SEFF’10).
Griegos y turcos han estado y están a la greña por razones históricas. Pero, como ellos bien saben, tienen muchos puntos en común. El del sentido trágico de la vida es uno de ellos: son tan sentidos para cuestiones de honor tanto al uno como otro lado del Bósforo, y la tragedia griega, entendida como género del teatro clásico, desde Esquilo a Eurípides, también tiene sus variantes otomanas.
Porque una tragedia griega, aunque a la turca, es lo que pone en escena esta interesante When we leave, una historia situada en ambientes turcos, tanto en Turquía propiamente dicha como en Alemania. En la primera, una mujer joven, turca pero afincada años atrás en Alemania, vuelve desde Estambul a casa de sus padres, en Berlín, tras la prolongada tortura en la que para ella se ha convertido su matrimonio, con un hombre que maltrata tanto a ella como a su hijo de corta edad. Ese regreso al hogar familiar, que la mujer entendía como única solución a sus graves problemas, terminará convirtiéndose en un infierno, al no aceptar sus padres ni sus hermanos este regreso, por suponer para ellos una deshonra que su hija abandone a su esposo, en contra de las tradiciones del islam que concede a la mujer el estatus de propiedad de su marido (en España era así hasta hace menos de cuarenta años, dicho sea de paso, y sin ser musulmanes…).
La sorda pugna entre los deseos de la familia (con un amplio abanico de estrategias: desde el chantaje sentimental de la hermana a la invocación de la obediencia debida por parte del padre, o la violencia pura y dura del hermano mayor) abocará a esta mujer a defender a capa y espada su independencia y su derecho a rehacer su vida como le plazca.
Feo Aladag (sí, ya lo sé, tiene el nombre feo: algo mejor queda, aunque no mucho, cuando decimos que es apócope de Feodora…) es una actriz curtida en numerosas series televisivas y TV-movies, que hace con este su debut en la dirección cinematográfica. Y lo cierto es que parece haber aprendido bien en sus múltiples desempeños televisivos, porque su película posee buen pulso narrativo, no decae prácticamente nunca, y el guión, también suyo, juega con sabiduría sus bazas de grave tragedia a la grecoturca; la gradación en la tensión entre los personajes va creciendo casi imperceptiblemente, hasta que el espectador es consciente de que sólo con una catarsis (los griegos, otra vez) se podrá cerrar este drama. A pesar de lo cual, por cierto, no se puede decir que Aladag abuse de los clichés típicos del dramón, ni de los viejos trucos para acongojar al espectador; antes al contrario, la cineasta vienesa opta por dos fórmulas poco habituales en los melodramas al uso: uno, no apuesta por el abuso de las escenas lacrimógenas; y dos, aunque propicia una suave identificación con la protagonista, no por ello cae en el maniqueísmo de no reconocer las razones de su familia, siempre teniendo en cuenta las tradiciones de las que proceden y que tan atados los mantienen en un concepto añejo del honor.
Así las cosas, When we leave se convierte en un drama muy matizado, a la que quizá le sobra la catarsis final, demasiado extremosa para el tono con el que se había desarrollado el filme hasta entonces. No obstante, sus virtudes son claramente superiores a sus defectos. Notable interpretación, en especial de la protagonista, una espléndida Sibel Kekilli, sobre cuyas espaldas recae la totalidad de la película.
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