Aunque en menor medida que los zombis, los vampiros también son un tema recurrente dentro de las series de terror del siglo XXI. Pero no siempre el éxito acompaña a este tipo de proyectos. Es el caso: V Wars, serie televisiva de horror y ciencia ficción, estrenó su primera temporada en 2019, pero la acogida de la audiencia no se correspondió con las expectativas generadas, y finalmente Netflix la canceló en 2020, a pesar de que la sería había quedado abierta con posibilidades de continuación.
La acción se desarrolla en Estados Unidos en un tiempo indeterminado, pudiendo ser nuestros días o quizá en un futuro cercano y parecido al actual. En ese contexto, se deja de tener contacto con una base científica norteamericana en el Polo Norte. El gobierno de los Estados Unidos envía a dos personas a investigar qué sucede, el científico Dr. Luther Swann y su amigo, casi hermano, Michael Faynes. Ambos resultan infectados en la base del Polo por una extraña sustancia que se ha liberado en el laboratorio, en el que no quedan supervivientes. De regreso a Norteamérica, ambos enferman, pero mientras que el Dr. Swann se recupera pronto, Faynes sufre cambios en su organismo que le obligarán a atacar a otros seres humanos para beber su sangre y así saciar una sed que no puede controlar. La enfermedad se contagia rápidamente, siendo conocidos los enfermos como vampiros, por su semejanza con los famosos personajes de leyenda de las historias de terror. El Dr. Swann tendrá entonces que buscar la cura para esa pandemia, pero también atender a su familia, a su nueva mujer y a su hijo preadolescente, fruto de una relación anterior. Y además habrá de intentar restablecer sus fuertes lazos de amistad con Faynes, el paciente cero, el primer vampiro, relaciones que se han deteriorado gravemente...
V Wars parte de las novelas gráficas homónimas de Jonathan Maberry V-Wars: Chronicles of the Vampire Wars, publicadas a partir de 2012 en Estados Unidos por IDW Publishing, cuya subsidiaria IDW Entertainment coproduce la serie televisiva. El autor de las novelas gráficas, pero también los creadores y showrunners de la serie, William Laurin y Glenn Davis, buscaron entreverar varios temas: el miedo al cambio climático, que con el deshielo de los Polos propiciaría la liberación del virus que, tras infectar a humanos, los convierte en otra especie distinta, una especie de fuerza descomunal y sentidos superdesarrollados, pero también dependiente de la sangre humana para sobrevivir; el miedo a las pandemias (que en el contexto en el que se escriben estas líneas, con medio mundo confinado por la del coronavirus, toma un cariz especialmente siniestro…), que se mantiene en el mundo y en los últimos años estuvo especialmente activo con virus como el de la gripe A o el ébola; el cine de acción, al que da pie por una parte el ataque de los vampiros a los humanos para saciar su sed de sangre, pero también por la brutal réplica de las fuerzas de seguridad y los militares para contrarrestarlo; el contexto familiar, con el protagonista y su difícil relación con su hijo (¡y eso que todavía no es adolescente…!) ; e incluso el tema político, con los habituales "halcones" de la administración yanqui que pretenden masacrar mediante la fuerza bruta a los llamados vampiros, y los "palomas" que abogan por intentar un acuerdo con ellos y buscar una forma de sanarlos o, al menos, de mantener una convivencia en paz.
Quizá toca demasiados "palos", pero también deja una cierta sensación de "déja vù", como si lo que estamos viendo ya lo hubiéramos contemplado, y mejor, en otras series y películas. No es V Wars una serie que ciertamente vaya a pasar a la posteridad. Se le nota demasiado que los guionistas tiran de lo predecible, juegan sobre seguro, por un lado con su médico liberal, filántropo y altruista, y por contra sus torvos, oscuros funcionarios más malos que la quina, además de la periodista tirando a cabrona y pendiente solo de conseguir exclusivas y grandes titulares, aunque sea pisoteando lo que sea necesario, sin escrúpulo alguno. La puesta en escena es rutinaria y convencional, buscando que a cada rato haya alguna escena de acción, venga o no a cuento, y dando por bueno que el "efecto Séptimo de Caballería" (ya saben: "¡estamos rodeados, estamos perdidos…!", y entonces llegan los buenos al rescate...), también conocido como efecto "deus ex machina", se puede utilizar cuantas veces sea de menester sin que el espectador no desconecte ante tanta manipulación interesada.
Serie convencional, entonces, tampoco ayudan mucho unos intérpretes de tercera división, ni errores de casting como hacer que el protagonista, Ian Somerhalder, guapo como un modelo "top ten", sea aquí un supuesto científico de primera línea mundial. En todo caso nos quedamos con la presencia de Adrian Holmes, que interpreta a Michael Faynes, el íntimo amigo del protagonista que será también a lo largo de la serie su antagonista, el único con verdadero carisma de un elenco ciertamente poco afortunado.