Enrique Colmena
Terminado que fue este 2002 que ha sido el último año capicúa de nuestras vidas (al que siga vivo en el próximo, en 2112, habrá que darle un homenaje...), es buen momento para echar la vista atrás y ver qué ha sido el ejercicio, como se dice en la jerga economicista, cinematográficamente hablando.
Echemos primero un vistazo al cine español. En cuanto a cifras, ya conocerán las que se han publicado en los últimos días, en cuanto a la fuerte caída en la cuota de mercado de nuestras películas, que han pasado de ocupar el 18% de la recaudación al 13%, cinco puntos que se explican sobre todo porque este año no ha habido "blockbusters" como los de 2001, "Los otros" y "Torrente 2: Misión en Marbella", con 27 y 21 millones de euros de recaudación, respectivamente; pero lo cierto es que, aún siendo así, el año 2002 ha sido francamente pobre en cuanto a reclamo para el público español; ni siquiera "Hable con ella", el Almodóvar bienal, consiguió superar la barrera psicológica de los 6 millones de euros (equivalentes a los antiguos 1.000 millones de pesetas), aunque por contra sí hubo otros dos filmes que, inesperadamente, superaron con creces esa cifra, "Los lunes al sol", de León de Aranoa, y "El otro lado de la cama", de Martínez Lázaro, éste incluso permitiéndose duplicarla, superando de largo los 12 millones de euros y constituyéndose, con ello, en la tercera película española de mayor recaudación de la historia, tras los dos "blockbusters" citados de Amenábar y Segura.
Pero nombres seguros que otras veces han funcionado magníficamente este año han petardeado lamentablemente. Véase, por ejemplo, a ese Fernando Trueba que apenas interesó con su muy flojita "El embrujo de Shanghai", cuando anteriormente su "La niña de mis ojos" arrasó en taquilla, o ese Álex de la Iglesia, cuyo "800 balas" fue tibiamente acogido, cuando anteriores filmes como "Muertos de risa" y "La comunidad" habían superado, holgadamente, los 6 millones de euros. Así las cosas, ha habido que tirar de coproducciones como "El hijo de la novia", uno de los "sleepers" (éxitos inesperados, según la jerga de Hollywood) de la temporada, que ciertamente, desde el punto de vista artístico, era mucho más argentina que española, aunque desde el punto de vista de la producción, era justo al contrario. Esa película de Juan José Campanella, aunque estrenada en 2001, hizo la mayor parte de su carrera durante 2002, y recaudó por encima de los 7 millones de euros, abriendo camino a otras producciones argentinas (pero ésa es otra historia, que contaremos otro día...).
Desde el punto de vista artístico, el cine español no ha tenido un buen año; con los fiascos ya citados de Trueba y De la Iglesia (que lo fueron, además de económicos, artísticos), los títulos de interés se han contado con los dedos de una mano, y pare usted de contar: los ya mencionados "Hable con ella" y "Los lunes al sol", y otros tres títulos que no han tenido tanta repercusión en taquilla pero que también merecen ser destacados: el thriller "La caja 507", que reivindica la heroicidad serena del hombre de la calle; "Smoking room", curioso experimento de relaciones humanas hecho con tres perras gordas pero mucha habilidad; y "Cuando todo esté en orden", aún más barata que la anterior, pero conmovedora en su planteamiento y resolución, una apuesta por la vida.
En cuanto al cine extranjero, como es habitual el norteamericano ha copado la mayor parte de la cuota de mercado, y este año más, al pinchar el cine español, que es el único que, mínimamente, hace algo de frente en nuestro país a la poderosa industria de Hollywood. Desde el punto de vista artístico, que es el que nos interesa en este caso (el otro, el económico, ya lo referirán las webs de Wall Street...), lo cierto es que el año se ha saldado con apenas tres películas de primera línea, como son "Camino a la perdición", una magistral revisitación del cine negro de la mano de Sam Mendes; "El Señor de los Anillos: Las Dos Torres", segunda entrega de la monumental trilogía de Peter Jackson sobre la magna obra de J.R.R. Tolkien; y "Al límite de la verdad", inesperado magnífico trabajo de Roger Michell (sí, sí, el de "Notting Hill") sobre la decencia y lo importante que es hacer siempre lo correcto.
Tras este pelotón de obras espléndidas hay otro grupo de películas con menor interés aunque sin duda atractivas; entre ellas se pueden citar algunas agradables sorpresas como "Cosas que diría sólo con mirarla", de Rodrigo García, hijo de García Márquez; "Pasos de baile", con nuestro Javier Bardem, que la citamos como película extranjera por estar dirigida por John Malkovich, pero que es realmente coproducción con España, una estimulante "opera prima" sobre el horror de Sendero Luminoso; "Monster's Ball", inopinado drama antirracista, confirmando que el amor puede anidar en las más insospechadas cumbres; "Mulholland Drive", un nuevo experimento de David Lynch, llevando hasta extremos extenuantes el tono surrealista, onírico y críptico de "Twin Peaks" y "Carretera perdida"; "Un final made in Hollywood", que nos reconcilia con un Woody Allen cada vez más festivo y parecido al de sus filmes de los años setenta; "En la habitación", duro drama familiar con algunas escenas espléndidas y, en general, un tono muy interesante; "El hombre que nunca estuvo allí", el nuevo Joel Coen, no tan potente como otros suyos anteriores, muy influido por el diseño antes que por la sustancia, pero como casi todo lo suyo, de interés.
Entre los títulos no norteamericanos destaca el cine argentino con títulos como "Historias mínimas", minimalista grupo de relatos interrelacionados de un recuperado Carlos Sorín; "Lugares comunes", un Adolfo Aristaráin que baja el tono de su anterior "Martín (Hache)" pero aún así sigue teniendo interés; y el cine chino, con la última película del siempre potable Zhang Yimou, "Happy Times", entre la comedia y el drama, una hermosa película sobre el amor paterno-filial, a pesar de no existir lazos de consanguinidad ni ningún otro, entre un hombre maduro y una joven ciega.
Como se ve, no es que haya habido mucho donde elegir; de los aproximadamente quinientos títulos estrenados este año en España, no llegan a veinte los que tienen interés; un raquítico 4%, que no es para tirar cohetes precisamente.
En fin, a ver si este 2003, aunque no sea capicúa, nos trae una mejor cosecha cinéfila...