Enrique Colmena
El otro día ocurrió una de esas cosas que, vistas con cierta perspectiva, no pasan de ser una casualidad, pero que en el momento en que suceden uno se pregunta si el azar no estará regido por alguna mano ignota, dispuesta siempre a llevarnos y traernos por donde mejor le plugue. Veía ese día “Transformers” (ver crítica en CRITICALIA) en el cine, en una sala en la que unos minutos antes se proyectó el trayler de “Disturbia”. Cuando llegué a casa, el canal autonómico de mi región emitía “Los ángeles de Charlie: Al límite”. El nexo común de estas tres películas consistía en que en todas ellas intervenía un actor aún poco conocido en España, pero que se está haciendo un nombre a marchas forzadas: Shia LaBeouf es la su gracia, como decían los antiguos castellanos, y era el protagonista tanto en “Transformers” como en la futura “Disturbia” (sin estrenar en España cuando se escriben estas líneas), y tenía también un papelito secundario en “Los ángeles...”. Pero es que hace poco más de un mes se estrenó otro filme en el que volvía a ser protagonista, “Memorias de Queens”, aunque en este caso la cabecera de cartel la acapararan actores de más renombre pero menos papel, como Robert Downey Jr. o Chez Palminteri.
Shia LaBeouf (al parecer, tan extraño apellido debe pronunciarse como “la-buff”), ya un veinteañero nacido en Los Ángeles, de evidente origen judío y con nombre aparentemente de chica (como aquel magnífico Dana Andrews, que tenía nombre como de vampiresa de cine negro, pero era un hombretón de rompe y rasga), lleva en esto de la interpretación una buena pila de años, a pesar de su juventud. En 1998, con sólo doce años, debutó en cine en “Monkey business”, y enseguida inició una prolífica carrera en televisión, con intervenciones en series tan populares como “Urgencias” y “Expediente X”, llegando a protagonizar “Even Stevens”, serie del canal Disney que (salvo error) no se ha visto en las cadenas generalistas españolas.
De ahí al cine todo fue hacia arriba: en 2003 tuvo un personaje de cierta relevancia en la ya mentada “Los ángeles de Charlie: Al límite”, y después sería en la adaptación al cine del clásico de Isaac Assimov “Yo, robot”. 2006 fue un año especialmente fructífero, interviniendo en “Bobby” (ver crítica en CRITICALIA), la notable aproximación al momento histórico del asesinato de Robert Kennedy, realizado con una maestría que no le imaginábamos por Emilio Estévez, y también en la citada “Memorias de Queens”, con lo que LaBeouf confirmaba que era un actor que, a pesar de su insultante juventud, era capaz de estar a la misma altura de algunas de las vacas sagradas actuales del cine de Hollywood.
Pero, como si temiera que la industria lo catalogara exclusivamente como actor de cine independiente (con lo que ello conlleva en la Meca del Cine en cuanto a relegamiento a guetos intelectuales), el joven Shia ha acometido durante 2007, ya en papeles protagonistas, dos “blockbusters” comerciales, el reiterado “Transformers”, que se ha saldado con un taquillazo impresionante, y “Disturbia”. No contento con ello, el jovencito judío será el hijo del doctor Jones en la esperada cuarta parte de la saga de Indiana Jones, actualmente en rodaje, bajo las órdenes de Steven Spielberg.
Curiosamente, LaBeouf se aleja de los cánones impuestos por el cine más comercial que nos llega de los USA: no puede decirse ni remotamente que sea guapo; antes al contrario, es enclenque, sin musculitos ni aspecto arrebatador, y mueve más a sentimientos paternales que a otras emociones más sensuales. Sus méritos, entonces, están en su trabajo interpretativo, que resulta válido tanto para los vehículos meramente comerciales a los que ha servido como a los otros empeños de más enjundia intelectual que nos ha regalado.
Así que, ¿exageramos cuando decimos que Shia LaBeouf es el chico de moda, y que dará mucho que hablar en el futuro?