Rafael Utrera Macías


Texto de la presentación realizada por el Catedrático Rafael Utrera Macías, en el homenaje tributado a José Luis Borau el 8 de Noviembre de 2008, en el Teatro Lope de Vega de Sevilla, en el marco del V Sevilla Festival de Cine Europeo:
Buenas tardes.
Dudo, al dirigirme a ti, querido José Luis, si comenzar llamándote Excelentísimo Señor, Doctor Honoris Causa o, simple y llanamente, admirado maestro. En cualquier caso, vayan estas notas divulgativas sobre tu persona y obra como prólogo a este merecido homenaje que Sevilla y su Festival han tenido la buena idea de ofrecerte y como epílogo a un Seminario sobre lo más granado de tu filmografía donde hemos podido oír voces autorizadas estudiosas de tu arte.
Frente a la opinión de la gran actriz Lola Gaos, tu brillante intérprete en “Furtivos”, que, en referencia a ella misma, aludía a los homenajes que se hacen “no se sabe por qué”, en esta ocasión puedo asegurarte que eso, tanto en la Universidad de Sevilla como en este Festival de Cine Europeo, lo hemos tenido muy claro pues se trataba de enseñar a universitarios y espectadores de hoy la obra de un cineasta, en el amplio sentido con el que lo usaba Azorín, o de un cineurgo, como suele llamarte un cronista de tu filmografía.
Te sobran méritos desde hace muchos años y esta ciudad, por no decir esta autonomía, estaba en deuda contigo, como poco, desde que, allá por 1979, hiciste “La Sabina”, compendio de sabiduría popular andaluza representada en el personaje de Pepa, interpretado por Ángela Molina, como ahora diremos.
Tu dilatado currículum artístico, tu generosa persona, tu brillante personalidad - imposible de esquematizar en lugar y tiempo como estos- permite comprobar que estamos ante un cineasta al que le cuadran tanto los calificativos de "clásico" como de "maldito", un cineasta cuyo quehacer no ha estado guiado por corrientes al uso ni por repetir el éxito conseguido en su obra precedente.
-“Estoy hasta las narices de “Furtivos””, dijiste cuando ciertos productores te obligaban a repetir la fórmula del éxito conseguido con público y crítica.
Frente al cineasta "de oficio" que rueda cuanto le viene a las manos, tu filmografía evidencia variadas argumentaciones confluyentes en temáticas únicas, a la vez que distancia cronológica entre uno y otro título; criterio radical opuesto a no filmar, en lo posible, ni adaptaciones literarias (“Celia” sería la excepción) ni variantes del género histórico.
Ser productor de tu propia filmografía te ha permitido actuar siempre con la adecuada y apetecida libertad de creación asumiendo los enormes riesgos y dificultades que ello conlleva.
En efecto, alguna de tus películas nos ha servido de ejemplo a la hora de comprobar las singularidades de tu producción. Cuando en la España de las incipientes autonomías, éstas buscaban sus señas de identidad, negadas desde la dictadura, y acababan haciendo un cine autóctono pero marginal, te orientaste con “La Sabina” hacia un tipo de películas de marcado carácter internacional donde la aparente faceta localista estaba sublimada por un real universalismo. Tu propuesta nos enseñaba a dudar de un cine estrictamente andaluz si comparábamos los resultados de tu personal trabajo con otros productos aquí filmados. Al plantear el tema de las relaciones entre escritores extranjeros afincados en Andalucía y mujeres nativas, te situaste contra los tópicos habituales mantenidos por el cine español y que, mucho antes, denunciaste desde tu etapa de crítico en “Heraldo de Aragón”. Este tema de la Sabina, la dragona devoradora de hombres una vez que los ha gozado sexualmente, curioso mito andaluz, reunió a actores extranjeros y españoles para ofrecer un producto que, desde su génesis, estaba llamado a concentrar localismo y universalidad conjuntamente.
No es nada extraño que, quien próximamente contestará tu discurso académico, Mario Vargas Llosa, reflexionando sobre tu filmografía, te haya catalogado entre ese puñado de cineastas que por la inteligencia de su forma y la profundidad de su materia, habla de una manera nueva a espectadores de cualquier lugar sobre la contingente actualidad española.
Otras facetas tuyas se ponen de manifiesto en tus libros. Si “El caballero d' Arrast” supuso una rigurosa investigación sobre el amigo y ayudante de Charles Chaplin, títulos como “En camisas de once varas” y “El amigo de invierno” evidencian cómo eres capaz de dominar los silencios literarios con el mismo pulso con que haces callar a la banda sonora para que la imagen se muestre en toda su plenitud.
Dicho esto, Sevilla y su Festival, en nombre de tantos espectadores admiradores de tu obra y tu persona, dedican este merecido homenaje
- a quien brillantemente ha presidido durante años la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España.
- a quien en aquella gala de los Goya levantó valientemente sus manos pintadas de blanco, para decir que nadie, nunca, bajo ningún concepto, podía eliminar la vida de un semejante.
- a quien, precisamente en estos días, se dispone a ingresar en la Real Academia de la Lengua Española.
¡Ay, José Luis! Ya no podrás decir como el Max Estrella de Valle Inclán, “tengo el honor de no ser académico”, aunque, como ya te ha advertido oportunamente Berlanga, “nadie es perfecto”.
En fin, excelentísimo cineasta, doctor honoris causa de la filmología, admirado maestro, si con Fernando Fernán Gómez el Cine entró en la Academia, contigo la Academia entra en el Cine.