El cercano fallecimiento de Basilio Martín Patino, en Madrid, a los 86 años de edad, supone para quien esto escribe no sólo la privación de un autor fundamental en la Historia del Cine Español como la pérdida de un admirado cineasta que nos distinguió con su amistad y cuya generosidad y bonhomía permitió publicar algunos de sus guiones junto a un trabajo universitario, basado en su serie para Canal Sur Tv “Andalucía, un siglo de fascinación”, volumen homónimo cuyo subtítulo rezaba “Homenaje a Basilio Martín Patino”.
Habíamos conocido a su autor en unos lejanos encuentros sobre Cine Español en la Salamanca de 1963; comprobamos entonces que su verdadera edad estaba reñida con un físico de apariencia juvenil que sorprendía incluso al más familiarizado con ella en fotografías y reportajes; desde siempre, la figura de Patino irradió un aura de visionario en todo correspondiente a lo que, en tema y plástica, venía manifestándose en sus películas, hubieran sido filmadas en celuloide o vídeo; y ello se evidenció, una vez más, en los siete capítulos de “Andalucía, un siglo de fascinación”: Ojos verdes; Desde lo más hondo I: Silverio; Desde lo más hondo II: El museo japonés; El jardín de los poetas; Paraísos; El grito del Sur: Casas Viejas; y Carmen y la libertad.
La estancia del director-realizador en Andalucía con motivo de estos rodajes (como en años anteriores lo había sido para el interrumpido de Rinconete y Cortadillo), sus puntuales venidas a Sevilla al emitirse alguno de los títulos en Canal Sur Tv y, muy especialmente, el encuentro con el alumnado de la Facultad de Comunicación durante la celebración de unas jornadas dedicadas a “Cine y Educación” (donde la proyección de los diversos capítulos dio ocasión para un fructífero diálogo con el autor) permitió reiterar la admiración por su obra y aproximarse a la personalidad de un autor de quien se ha dicho, con razón, ser el único “nuevo” de aquel ya histórico Nuevo Cine Español.
Aún más, su presencia en unas bodegas de Sanlúcar de Barrameda con motivo de la presentación del volumen ya mencionado, “Andalucía, un siglo de fascinación”, dio ocasión para comprobar su condición altruista, unida a su humana sencillez, siempre acompañada por el carácter riguroso de su genuino discurso. Entre otras cuestiones, el Doctor “Honoris Causa” por la Universidad de Salamanca ofreció generosamente nombre y condición académica para incorporarlo a un “consejo de honor” de unas modestas publicaciones universitarias.
En aquella ocasión, las excursiones por cercanas zonas de la comarca andaluza le sugirieron personales ideas para ya imposibles nuevas producciones relativas a la serie mencionada; valga un ejemplo: el antiguo poblado de Sancti-Petri, en el entorno de la gaditana Chiclana de la Frontera, le impactó lo suficiente para esbozar un nuevo juego de realidad/ficción donde la antigua piscifactoría sería pieza fundamental y en la que, acaso, Carlos Velo y su Almadrabas aportarían el sustrato necesario para la “realidad” o para la “ficción”.
“Andalucía. Un siglo de fascinación”: las bases de una obra
El armonioso conjunto audiovisual realizado por Martín Patino y producido por Canal Sur Televisión titulado “Andalucía, un siglo de fascinación” es, sin duda, una de las series más singulares y personales que se ha hecho sobre Andalucía y andaluces a la par que uno de los más originales proyectos de producción llevados a cabo por el ente RTVA.
La genuina filmografía/videografía de Patino representa una declarada contestación a los trillados caminos de producción y género por los que ha discurrido generalmente el cine español. En diversos foros, de viva voz o por escrito, Basilio arengó sobre los usos del realismo tradicional (en el más amplio de los sentidos); desde aquellas famosas conversaciones salmantinas por él impulsadas, la sombra de ese concepto y su plasmación cinematográfica parecen haberse constituido en senda habitual por la que transitar. En su caso, muy al contrario, la concepción de la obra cinematográfica en paralelo al tratamiento recibido por la obra artística, de la pintura al collage, sugiere otro camino donde éste se hace, se puede hacer, con cualquier tipo de materiales, incluidos los “de derribo”, sean canciones populares o imágenes de perdida significación.
Estos y otros elementos semejantes se convierten en materia prima para ser organizados en un diferente contexto audiovisual donde la ordenación otorgada por el montaje conlleva una nueva semántica y, en consecuencia, la estructuración de un diferente discurso como resultado de esa manipulación (en el sentido blanco del término); su última pretensión es “in-vocar” al espectador hacia un juego o divertimento, por más que en algunos casos, éste pueda sentirse histórica o culturalmente estafado por el trampantojo creado al situarse en campo diverso al propuesto por el realizador.
A tal efecto, véanse algunas reacciones de cierto público ante la existencia de primitivos discos atesorados por japoneses (Desde lo más hondo II: El museo japonés) o la creencia de que los cineastas rusos rodaron las revueltas anarquistas andaluzas, según atestigua el director de la filmoteca dadaísta y parece probarlo el aportado documento (El grito del Sur: Casas Viejas). Las bases de su obra las conforma este deambular de Martín Patino, de focalización en focalización, diversa y plural, con hábil manejo de ingredientes heterogéneos, conducentes a un collage donde verdad y mentira se fagocitan y alternan en provocador intercambio de mensajes.
No son, pues, novedades ofrecidas en “Andalucía, un siglo de fascinación”; basta mirar su cine precedente, desde Torerillos a Canciones para después de una guerra, de Queridísimos verdugos a La seducción del caos, para comprobar que este cineasta (término usado en el más amplio sentido del término) mantiene sus coordenadas con rigurosa fidelidad, más allá de que el medio utilizado sea cine o vídeo, cámara u ordenador.
En otros trabajos sobre nuestro autor hemos señalado que su primer largometraje, Nueve cartas a Berta, estaba resuelto mediante una estructura de unidades narrativas independientes que abocaban a un todo armónico y que, en su estilo, se combinaba el monólogo interior y el montaje discontinuo, la crónica y el documental con la ficción. Herramientas semejantes, ampliadas por el uso de las tecnologías contemporáneas, conforman la argamasa sobre la que se sostiene, erguida y atractiva, la serie “Andalucía, un siglo de fascinación”.
Acaso su precedente inmediato pueda encontrarse en La seducción del caos, único capítulo rodado para un encargo de Televisión Española, incipientemente titulado “Apócrifos”. En los mismos tiempos de su inmediato rodaje el autor explicaba cómo utilizaba temas de su interés mostrados en la obra:
“el bucolismo, el juego con la credulidad del espectador, la mezcla de realidad y ficción, la utopía...Esto me ha permitido a la vez hablar de personajes y hechos históricos, como Casas Viejas, el Monasterio de Tempul (una ciudad ideal donde todo el mundo vive en comunidad y armonía), los poetas andaluces, los míticos cantaores, el Humanisferio... En fin, un juego fascinante entre realidad y ficción. La historia de Andalucía está llena de hechos apasionantes, me encanta trabajar con estos temas”.
Andalucía. Siglo. Fascinación
Menciona Patino “la historia de Andalucía” y los diversos hechos, personajes y situaciones que le han llamado la atención; a la hora de ponerle título a la serie, establece dos segmentos sintácticos en estrecha correlación: el sustantivo “Andalucía” y un sintagma explicativo conformado por un par de elementos distintos, “un siglo” y “de fascinación”. El primero contiene una significación abierta sin límites en el pensamiento del lector/espectador, donde caben desde lo geográfico a lo cultural, desde lo histórico a lo idiosincrásico; los elementos del segundo bloque establecen, primero, los parámetros temporales en los que se instala la serie, y, seguidamente, un factor emocional que comporta la actitud del autor/emisor y, sin duda, la transmisión de la misma al espectador/receptor.
Sin embargo, la intencionalidad de Patino en este título genérico parece apoyarse emotivamente sobre este término, “fascinación”, desplazando radicalmente a su paralelo “historia”; no es, por tanto, “Andalucía, un siglo de historia”, sino “Andalucía, un siglo de fascinación”; lo “objetivo” de la “historia” parece reemplazarse por lo “subjetivo” de la “fascinación”. ¿Cómo se define este término? Antaño, un diccionario académico ofrecía su primera acepción como “aojo”, la acción y efecto de “hacer mal de ojo”; hogaño, el mismo diccionario desplaza este significado al último lugar y antepone los pospuestos al antedicho: “engaño o alucinación” y “atracción irresistible”. Alguien definió el Cine primitivo como “el engaño a los ojos”; Patino, traficante, coleccionista y admirador de artilugios relacionados con la proyección, que ejercen sobre él irresistible atracción, los maneja y manipula para, de forma lúdica, engañarnos o alucinarnos. A fe que lo consiguió.
Original colección de trampantojos
Cada capítulo de esta serie es una propuesta cultural e histórica tan personal como novedosa, una suma de trampantojos que devienen en original colección como nunca antes había sido vista Andalucía, combinando la verdad (¿qué verdad?) con la falsificación, el entretenimiento con el novedoso discurso y la nueva forma de mirar; nunca nuestro cine o televisión habían ofrecido un tratamiento tan original y genuino sobre Andalucía, boicoteando los tópicos consagrados y, al mismo tiempo, utilizándolos tan desenfadadamente.
Dicho esto, y a partir de ahora, discútase ya sobre realidad y ficción, verdad y mentira, documental (¿?) y falso documental (¡!), televisión y cine, televisión y nuevas tecnologías, pantalla colectiva o individual. En definitiva, seguir atentos al carrusel de géneros y formas como a su vertiginoso sucederse y transformarse.
El encargo de Canal Sur, emitido puntual o arbitrariamente, con coloquio de “entendidos” o a palo seco, funciona ahora como tesoro “expandido” por aulas universitarias, filmotecas y centros de arte nacionales y extranjeros; es manjar exquisito que lo mismo cala en paladares saturados de intelectualidad como en ingenuos espectadores ajenos al desbroce de verdades o mentiras cinematográficas o históricas, en cualquier caso, siempre fascinantes y siempre fascinados.
Ante la reiterada pregunta hecha por historiadores y cineastas de esta autonomía, ¿qué es cine andaluz?, ¿cómo debe hacerse?, ¿qué temas ha de tratar?, ¿de qué modo deben mostrase?, Martín Patino no da una respuesta, sino siete, al tiempo que ofrece una sugerente panoplia donde la variedad temática se entrelaza con la originalidad de los planteamientos y, a la vez, se funde con su desbordada creatividad. El fervor por Andalucía de un salmantino universal, se hace evidente en los siete trabajos que, cual Hércules contemporáneo, conforman esta admirable serie para televisión.
Ilustración: Portada del libro “Andalucía, un siglo de fascinación. Homenaje a Basilio Martín Patino”.
Próximo artículo:
In memoriam. Basilio Martín Patino: una irresistible atracción por Andalucía (y II). Un siglo de fascinación: El grito del sur. Casas Viejas