Rafael Utrera Macías

Como hemos anticipado en capítulos precedentes, ofrecemos en Criticalia “Poema para seguir las huellas de un caballo loco”, de Manuel Pacheco, texto no recogido en las ediciones de “poesías completas”. El poema se ofrece en la versión enviada por el autor a este cronista; ni siquiera hemos corregido el título del film tal como el poeta lo escribe al final del mismo: “Iré en…”. A fin de que nuestros lectores puedan adentrase en los versos del poeta extremeño con mayor conocimiento de causa, ofrecemos, primero, un comentario de la película en que está basado: Iré como un caballo loco, dirigida por Fernando Arrabal en 1973.


Fernando Arrabal: Iré como un caballo loco

Viva la muerte (1970), Iré como un caballo loco (1973) y El árbol de Guernica (1975), es la trilogía cinematográfica más personal de Fernando Arrabal; a ella podría unirse La odisea de la Pacífico (El emperador de Perú) (1980) o El cementerio de automóviles (1981), además de varios cortometrajes o mediometrajes (rodados en celuloide o vídeo) donde no falta alguno dedicado a Borges. Sus intervenciones como actor ocasional en películas y telefilms son muy numerosas.


Bases estéticas: postismo y pánico

Dos notas esenciales están presentes en la experiencia cinematográfica de Fernando Arrabal, como lo están en su dramaturgia: el postismo y lo pánico.  

El exégeta de Arrabal, Ángel Berenguer, estima que el dramaturgo llega al surrealismo a través de la "estética postista", "tanto la memoria como la precisión técnica y la importancia de la imaginación son elementos claves de la estética arrabaliana, lo mismo que el lenguaje de los niños y de los salvajes".  

En especial Viva la muerte y El árbol de Guernica nacen de un estado de inquietud consecuencia de la "visión desesperada" observada por el autor en la sociedad española; el segundo film Iré como un caballo loco es ante todo una ceremonia resultado de cierta visión humana más abstracta, más universal, que propiamente española. El especialista citado entiende que la aportación del dramaturgo al surrealismo "consiste en la materialización de un universo cerrado, sin perspectivas, vehiculado a los juegos-ceremonias de un lenguaje infantil en personajes desarraigados, marginales, que se debaten en el mundo - presente hostil de un sistema ininteligible y alienante"- (Arrabal. “Picnic”, “El triciclo”, “El laberinto”. Edición de A. Berenguer). El Fando de Viva la muerte acuña su experiencia, en su paso de niño a adulto, en una sociedad fratricida donde el padre y la madre terminan en bandos opuestos; Goya y Vandala, en El árbol de Guernica, enfrentan la traición a la clase y la lucha por la libertad; en Iré como un caballo loco, Marvel devora a Aden, aquél se transforma en éste y surge un nuevo Marvel Aden.  

En las tres, pero especialmente en ésta última, la materialización de la obra se efectúa por medio de la ceremonia; su cine, como especialmente su primer teatro, "creará, pues, todo un ceremonial cuyos ritos preñarán de sentido el deambular sorprendido de los personajes. Viven en un acto continuo de comunicación desesperada e imposible.  Formulan su ceremonia con el lenguaje y los gestos que poseen, y con ellos tratan de comunicar con una realidad exterior, superior y todopoderosa: el sistema".


Lo pánico

Por lo que respecta a "lo pánico", se trata de "un movimiento" fundado por Arrabal y un grupo de amigos en París, café de la Paix, en 1962; de allí sale acuñado el término "pánico". Entre los asistentes a la tertulia se encontraban Roland Topor, Alejandro Jodorowski, Fernández Arroyo y otros. Todos ellos terminaron haciendo cine. El "documento-definición” más completo fue leído por Arrabal en una conferencia dada en la Universidad de Sidney y decía así: "El Pánico (nombre masculino) es una manera de ser" presidida por la confusión, el humor, el terror, el azar y la euforia.  Desde el punto de vista ético, el pánico tiene como base la exaltación de la moral en plural y desde el punto de vista filosófico el axioma "la vida es la memoria y el hombre es el azar". El pánico se realiza en la fiesta pánica.  

Acaso la película que mejor se atenga a los postulados del "pánico" sea Iré como un caballo loco; lo ingenuo, lo cruel, la soledad, son elementos básicos en la dramaturgia cinematográfica arrabaliana; los intereses de la sociedad dominante obligan al individuo a un cierto tipo de actuación y de ahí emanan las frustraciones, represiones, crueldades, contradicciones, etc.; la razón y el subconsciente operan de forma contradictoria y determinan la acción. La interioridad del autor se desgarra y ahora se plasma en la pantalla; incluso los personajes femeninos devienen en aspectos emanados de su propio y personal "ego".  

La esencialidad estética del cine de Arrabal nace pues de una depuración y reelaboración de su dramaturgia donde los ingredientes básicos, postismo y pánico, siguen estando presentes, aunque ahora expresados mediante los recursos cinematográficos manejados por el cineasta.  Recursos que, a juzgar por el número de películas realizadas, están incorporados ya a su estética general.


Iré como un caballo loco

El primer contacto de Arrabal con la cámara cinematográfica manejada como elemento expresivo tiene lugar al rodar Viva la muerte, es decir en 1970; contaba el autor, pues, treinta y ocho años y llevaba quince residiendo en París; ese año publicaba el octavo volumen de su teatro, en francés, y muy pronto aparecería el primero en español (edición francesa); el universo de Arrabal estaba bien definido cuando se decidió a manejar otros recursos con los que explicar su mundo; dijo que era un hombre con una carga emocional grande, de manera que la pluma no siempre es suficiente para liberar traumas muy arraigados; o, a veces, lo que ya está expresado en la escena necesita de una nueva posibilidad y de un nuevo medio que dinamice el decir y lo dicho. El autor niega influencias cinematográficas sobre su obra, pero reconoce la de la pintura, especialmente de El Bosco, Brueghel y Magritte.

Una valoración global de la filmografía de Arrabal no puede perder de vista los planteamientos estéticos, ideológicos, formales que caracterizan su literatura, como ahora indicaremos; pero ante todo, sus trabajos cinematográficos se inscriben en nuestra inmediata historia como un cine alternativo que está lejos de vehicular la ideología del cine comercial; es, en este sentido, un "anti-cine", aunque se sirva de una producción al uso y quiera valerse de los circuitos de exhibición tradicionales; al propio tiempo podrían cuadrarle otros adjetivos que lo inscribirían en el cine psicoanalítico, como en el surrealista y simbólico, o en el de la crueldad e, incluso, en el fantástico y en el político.  De cualquier forma, es un cine personal que reivindica su propia obra como materia analizable: parte de su "yo" y se amplía hacia las esferas de lo colectivo para darnos aquél y ésta bajo perspectivas grotescas y delirios hiperrealistas, testigo distanciado de nuestra historia contemporánea.


Aden, civilizado. Marvel: primitivo.

Aden Rey huye al desierto para evitar un interrogatorio policial donde se le preguntará sobre su posible participación en la muerte de su madre. Allí se encontrará con Marvel, un hombre que vive sólo acompañado de su rebaño. Tras cruzarse opiniones diversas sobre cada uno de sus estados, comienza una gran amistad. Ambos se dirigirán a la civilización, tan ponderada por Aden y de la que Marvel va asimilando alguno de sus estados, pero sin renunciar a sus naturales modos de entender la vida y funcionar de acuerdo con la pureza de su conciencia. Por diversos flashbacks, el espectador conocerá las tortuosas y contradictorias relaciones entre Aden y su madre; el hijo sufre un ataque de epilepsia mientras, como voyeur ocasional, ha sido testigo de una dura escena donde el amante se sirve de la amada para mantener diversas variantes de sexo. La policía mantiene la investigación y el seguimiento de Rey por sospechar que es el asesino y el ladrón de las joyas maternas. Si Aden puede simbolizar la civilización, con todas sus ventajas e inconvenientes, Marvel representa el primitivismo del ser humano, con todos sus inconvenientes y sus ventajas. El desierto será testigo de cómo Marvel comulga el cuerpo de Aden y, el resultado, el nacimiento de una nueva persona que, tras la ceremonia correspondiente, acaso reúna las mejores esencias de sus predecesores.

Arrabal construye su juego sobre una antítesis de larga tradición artístico-literaria, de modo que hombre "civilizado" hombre "natural" acabarán fundiéndose en uno solo, nuevo y único, tras haber vivido una historia repleta de personalismos intelectuales y eróticos, de contradicciones culturales y vivenciales. Aden, personaje de la culpabilidad, representante de la civilización, frente a Marvel, solitario del desierto, en quien la ignorancia se torna felicidad e intemporalidad; son la alienación frente a la pureza, la posibilidad de explicar un pasado por medio de los sueños, frente a quien desconoce su pasado y no teme a un futuro intemporal e inmortal.  

El individuo acosado por la sociedad busca una salida; Arrabal propone una comunión antropofágica en el desierto; allí, mediante un parto epiléptico, nace el hombre nuevo, otra vida. Es el final de una reflexión que el autor nos propone para hablarnos una vez más de sí mismo, para tomar la autobiografía como punto de partida de sugerencias edípicas, oníricas, políticas, religiosas, para elaborar un film que tiene algo de Rousseau y de Gracián, de Buñuel y de Pasolini, de Valdés Leal y del movimiento “dadá”, de auto sacramental calderoniano, de "postismo", de “pánico”, de la cabra Theresa, todo ello personalmente combinado según el estilo de Arrabal.  


Ficha técnica y artística

Título original: J'irai comme un cheval fou. Guion y dirección: Fernando Arrabal. Producción: Babylone Films. Productor: Bernard Legargeant. País: Francia. Año: 1973. Montaje: Laurence Leninger, Dominique Saint-Cyr, Marie Laurence Olive. Decorados: Marçel Varier. Sonido: Philippe Senechal. Maquillaje: Christiane Fornelli. Fotografía: Georges Barsky. Duración: 89 min. / 100 min.

Intérpretes y personajes: George Shannon (Aden), Hachemi Marzouk (Marvel), Emmanuelle Riva (Madre), Luc Guérin (Aden, niño), Marco Perrin (Óscar), François Chatelet (Predicador), Marie-France (Bijou-Love), Gerard Borlant (Conserje), Jean Chalon (Gerente), Myriam Mézières (Dell), Raoul Curet (Comisario Falcon), Charlotte (Mujer desnuda), La cabra Theresa.


MANUEL PACHECO

POEMA PARA SEGUIR LAS HUELLAS DE UN CABALLO LOCO

            A Fernando Arrabal que montó en el Caballo

En tu Caballo Loco
huyendo de la luz de tus fantasmas.
Sus cascos galopaban
las oscuras estepas de tu frente.

Si un rostro se maquilla
no se le ven los huesos al sonido.
Si desnudas las palabras             (1)
un discurso de aromas de arpas dulces
traicionaran la libertad del HOMBRE.
La mierda nunca es MIERDA si no huele.

Le pones un espejo a los espectadores
donde la imagen de la máscara
se desnuda en la imagen REAL
y abres puertas ocultas de habitaciones de agua
que conducen a estanques carcomidos
por las pirañas de los hombres.

Gritos de ¡Viva España!
que fusilan a un niño desnudo
que sangra por su madre asesinada
y un pene-palmatoria
adorando a los sexos
y el culo del amor en la noche de boda
gozado por el falo de un clavel
que chupa y come despreciando el asco
el hombre del desierto.

Ese soy YO y eso SOMOS
no caben las campanas del Domingo
ni el candor de los niños vestidos de uniformes
que comen a Jesús en forma de barquillo.

¿Jesús es comestible?
Tu no admites banquetes en iglesias azules
con pequeñas circunferencias blancas
te comes a tu amigo
comulgas con la carne de tu amigo
en la estéril arena del desierto
y surge EDEN-ADAN que se convierte en MARVEL
bailando en la neblina del crepúsculo.

Sigue el caballo loco
galopando en la vida y en la muerte.

IRÉ EN UN CABALLO LOCO, película de Arrabal en el Cine Club de Badajoz. 18 de Octubre de 1979.

(1)
Observación del editor: El verso 7 presenta dos tachaduras mecanográficas. En “desnudas”, la “s” parece sobrepuesta a una “n”. Opciones de lectura: 1. “si desnudas las palabras…”.  2 “…si no desnudas las palabras…”


Ilustración: Fotograma de Iré como un caballo loco, de Fernando Arrabal.

Próximo capítulo: Manuel Pacheco. Otros poemas al cine: “Poema para nombrar la belleza de Tess” y “El nido” (V)