Introducción
La mayor parte de la producción teatral escrita conjuntamente por Manuel y Antonio Machado, estrenada entre 1926 y 1932, se compone de estos títulos: Desdichas de la fortuna o Julianillo Valcárcel (1926), Juan de Mañara (1928), Las adelfas (1928), La Lola se va a los puertos (1929), La prima Fernanda (1931) y La duquesa de Benamejí (1932). Se sitúan tales obras entre concepciones (permítasenos esquematizar pedagógicamente una heterogénea situación) de la representación teatral radicalmente diferentes: la ajustada a las exigencias comerciales según solicitaba un público burgués en la mejor tradición del teatro naturalista y conservador, la representación de cámara dirigida a un espectador cualificado donde sólo tenía cabida la obra experimental, y un variado espectáculo para-teatral mostrado por el sainete, la zarzuela, la opereta y la revista. En esta triada tendrían cabida ejemplos tan diferentes como el teatro galdosiano y benaventino, de prologado aplauso en los salones de prestigio, las propuestas personalistas de Unamuno y Azorín, de tan difícil incorporación a la escena, y las innovaciones de Grau o Valle Inclán reclamando un diverso modo de expresión.
Las obras teatrales firmadas por Manuel y Antonio Machado, estrenadas en las fechas mencionadas, adoptan el verso como fundamental recurso expresivo mientras que sólo una (La duquesa de Benamejí) simultanea prosa y verso. La Lola se va a los puertos es, por tanto, obra en verso estrenada en época de crisis teatral; ello no impidió un caluroso éxito de público y el reconocimiento interpretativo a la eximia actriz Lola Membrives, como antes lo había tenido María Guerrero con Desdichas de la fortuna.
Significación del teatro machadiano. Opiniones
Sobre la significación del teatro machadiano en su época o la herencia dejada posteriormente, hay variedad de opiniones; mientras unos investigadores han criticado a los autores la desconexión entre la teoría defendida y la práctica utilizada, otros estiman improcedente el uso del verso para desarrollar los temas contemporáneos propuestos, y los terceros les exigen un tipo de obras en consonancia con las rupturas estéticas que las modernas formas dramatúrgicas estaban imponiendo en aquella época.
La autoridad de Ruiz Ramón ha sentenciado que los Machado no crearon “una forma dramática valiosa en sí”; su teatro no es “valioso como drama ni grande como poesía”, por lo que “ni innovaron ni renovaron”; mientras que para García Lorenzo “está cerca del primer teatro modernista de Valle Inclán y de Marquina, o del primer teatro poético de Lorca” y, en opinión de Ricardo Salvat, constituye, “sin duda ninguna, un verdadero hito en el panorama del teatro poético español...”(...) “un teatro de calidad, de verdadera dimensión poética, que tuvo la osadía de probar que el teatro y la literatura no eran cosas en todo ajenas la una de la otra (...) lo cual, en su momento y aún hoy en día, era todo un riesgo y comportaba una posición de honradez admirable”.
Pero, más allá de tales opiniones, no pueden ocultarse otros considerandos que evidencian la heteróclita visión establecida por los analistas de esta dramaturgia sobre los diversos elementos integrantes de tales obras, desde el óptimo uso de los componentes literarios populares a la interrelación o distancia entre los recursos manejados en su respectiva poesía y la ofrecida en su teatro; del mismo modo, la autoría correspondiente a cada hermano en la escritura de sus obras se vuelve enigmática a la hora de establecer separaciones; los “dos ojos que avizoran y un ceño que medita”, en verso de Antonio, es probable que, unas veces, fueran los suyos, y, otras, los de Manuel.
Obra literaria
La Lola se va a los puertos (1929), de Manuel y Antonio Machado
La escritura de la obra parece deberse al encargo solicitado por la actriz Lola Membrives a los Machado, quien, en el estreno de la misma, 8 de Noviembre de 1929, madrileño Teatro Fontalba, representaría el papel escrito para ella. El propio Manuel escribiría un poema cuyo final dice: “...que hoy la Lola aquella / Lola Membrives se llama”. Con posterioridad se convirtió en zarzuela, cuya música fue compuesta por el granadino Ángel Barrios, integrante de la tertulia “El Rinconcillo”, e intérprete, junto a García Lorca y el pintor Ángeles Ortiz, de la serie fotográfica La historia del tesoro, representación entre amigos ataviados a la morisca.
La cinematografía española la ha llevado a la pantalla en dos ocasiones, manteniendo en ambos casos el título de la pieza original: La Lola se va a los puertos. La primera versión (1947), interpretada por Juanita Reina, fue dirigida por Juan de Orduña según guion de Antonio Mas Guindal; la segunda (1993), protagonizada por Rocío Jurado y dirigida por Josefina Molina, fue producida por las empresas Lotus Films, Fígaro Films y Canal Sur Tv.
Argumento
Acto primero (Escenas I a XII).
En un cortijo de Andalucía, el terrateniente Don Diego ha tenido contratados a la pareja artística formada por Lola, acreditada cantaora, y Heredia, guitarrista; tras su actuación, inician su regreso a Sevilla. El acaudalado propietario, un Don Juan empedernido, solicita información al tocaor sobre los sentimientos de tan extraordinaria mujer y declara su interés por tener a la cantante bajo su exclusiva protección. La llegada de José Luis y de su prometida Rosario, hijo y sobrina de Don Diego respectivamente, origina un enfrentamiento paterno-filial que pone de manifiesto el carácter y la personalidad de cada uno, la admiración por Lola y los celos mutuos. Las amistosas discusiones sobre la esencia del flamenco, del cante y de la copla se alternan con la convivencia entre amos, criados e invitados y, al tiempo, sobre la condición de propietarios y asalariados.
Acto segundo (Escenas I a VII).
En el jardín de una venta sevillana a orillas del río, Lola y Heredia dirimen sobre el carácter de la copla; el tocaor cuenta a su compañera los rotos sentimientos entre José Luis y Rosario y la deteriorada situación familiar entre aquél y Don Diego. Ésta, despechada, lo busca en saraos y juergas, creyendo que, enamorado de Lola, la sigue y acompaña en su trabajo. Se encuentra con la pareja artística y entabla conversación con ella; a solas con Lola, las dos mujeres se miden en orgullo y sentimientos; Rosario saca una pistola e intenta matar a la que cree su contrincante; la grandeza y altitud de miras de la cantaora deja en evidencia a la señorita que, derrotada y humillada, reacciona, pide perdón y acaba dejándose aconsejar por quien tiene como “amante” exclusivamente al cante. Paralelamente, José Luis entra en la venta con Heredia; éste le aconseja no competir con su padre en el terreno sentimental y dejarle vía libre en sus andanzas. El encuentro del joven con Lola deja a las claras la pasión que siente por ella; la artista orienta su conversación hacia el amor de Rosario por José Luis y procura allí mismo la reconciliación de ambos enamorados. Don Diego ha llegado a la venta acompañado de su gente, dispuesta a correrse una juerga con vino y cante. El enfrentamiento entre padre e hijo, la presencia de Rosario y sus amigos, el collar que el terrateniente ha comprado a Lola, deviene en una reunión tensa donde el efecto del alcohol se deja sentir en opiniones y conductas. Lola desplaza el regalo a Rosario, y Heredia, tras defender gallardamente el honor ofendido de la cantaora por un concurrente, sugiere a los presentes, para salvar la situación y acabar la noche, que su pareja conlleva algo más que arte entre ambos.
Acto tercero (Escenas I a XI).
En un puerto de mar gaditano, Lola y Heredia esperan embarcarse para América; dialogan sobre la nueva situación de Don Diego, convertido en caballero arrepentido, y de la ruptura sentimental entre Rosario y José Luis. El viejo terrateniente llega a despedir a los artistas y, dadas sus nuevas condiciones morales y la creencia que entre Rafael y Lola existe relación sentimental, les aconseja el matrimonio. José Luis y Heredia dialogan sobre pasado y presente; el primero declara su amor por Lola y el segundo afirma no haber dejado de quererla nunca, pero está dispuesto a aceptar la voluntad de la mujer en cuanto su corazón ordene. Conversan Heredia, José Luis, Lola y Rosario en diálogo donde se cruzan razones del cante y sentimientos personales. Don Diego acude y muestra su cariño a Lola como debe un viejo querer a una niña. Solos ya, Heredia y Lola recuerdan dónde se conocieron y cuánto tiempo llevan juntos. Los dos embarcan para América.
Comentario
Investigadores y eruditos no se ponen de acuerdo en situar el origen de la copla, si antes o después de otras modalidades literarias como la sentencia, el refrán, la adivinanza, como tampoco en su exclusiva relación con lo popular; más de acuerdo se muestran en catalogarla como un factor lírico capaz de abarcar infinidad de posibilidades expresivas cuya causa está en el sentir y el vivir del pueblo andaluz. La mediación del escritor y literato en su redacción última y su posterior devolución al público, permite hablar de un ciclo cuyo principio se pierde; las antologías publicadas por Machado y Álvarez o Rodríguez Marín, las canciones populares recogidas por García Lorca, hablarían de una autoría popular, al igual que Cante hondo y Nuevas canciones, de Manuel y Antonio Machado respectivamente, Pastorales, de Juan Ramón Jiménez, o diversos títulos de los Quintero, Malvaloca, Cabrita que tira al monte, Cancionera, están impregnados de esencias populares emanadas de la copla, inspirados en ella o construidos sobre un rosario de las mismas. Sea desde una parcela autoral o desde otra, la copla se muestra como un referente idóneo donde plasmar la esencia y la idiosincrasia de las gentes del sur, el secreto del alma andaluza con su heterogeneidad psicológica, su historia y su leyenda.
Los hermanos Machado recibieron como legado cultural la investigación efectuada por su antepasado, Agustín Durán, sobre el Romancero, y por su padre, Antonio Machado y Álvarez (Demófilo), sobre los cantes flamencos: los elementos lírico-populares constituyen parte significativa en la obra teatral de estos autores.
Ilustración: Una imagen de Antonio y Manuel Machado.
Próximo capítulo: Manuel y Antonio Machado: La Lola se va a los puertos. Una obra teatral. Dos versiones cinematográficas. Copla, canción, cante mismo (II)