Una excelente iniciativa...
En el XXIII Festival de Málaga, celebrado excepcionalmente, por razones obvias, en el pasado mes de agosto (sus fechas habituales, siempre en marzo, coincidieron con el confinamiento por la pandemia del covid-19), se presentó la flamante Academia de Cine de Andalucía, que aspira a reunir en su seno a todos los que estamos profesionalmente implicados en el cine, en el audiovisual en general, en la comunidad autónoma andaluza.
Lo cierto es que la génesis de la Academia ha sido dilatada y no exenta de complicaciones y vicisitudes. Aunque hacía años, casi décadas, que se hablaba entre la gente del cine sobre la conveniencia de crear una Academia de este tipo, al estilo de la existente a nivel nacional, la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España (que se mira a su vez, evidentemente, en la Academia de Hollywood), lo cierto es que no fue hasta 2014 cuando se empezó a hablar ya en serio del tema; tuvimos conocimiento de ello por una convocatoria extraordinaria de ASECAN, la Asociación de Escritores Cinematográficos de Andalucía que fundamos 15 locos hace ahora 38 años, y que en esa fecha de mediados de los años diez de este siglo ya había vuelto a brillar como antes (tras unos años de plomo), fundamentalmente con la celebración de una gala anual del cine andaluz que se había constituido ya en un referente a nivel regional e incluso nacional.
El caso es que en aquella convocatoria se habló de la futura creación de la Academia de Cine de Andalucía, prevista en el proyecto de Ley del Cine Andaluz, en aquel tiempo en proceso de elaboración. Tras la promulgación el 20 de junio de 2018 de la Ley del Cine de Andalucía (en cuya Disposición Transitoria Segunda se establecía expresamente el apoyo a la creación de la Academia de Cine de Andalucía), este verano, tras no pocas complicaciones, dimes y diretes, la Academia se ha presentado por fin.
Entre los 28 firmantes de las actas constituyentes de la Academia podemos citar a un buen puñado de reconocidas personalidades de la actividad cinematográfica, en sus muchas facetas, como los directores Benito Zambrano, Alberto Rodríguez, Pilar Távora, Paco Baños y Santi Amodeo, los productores Antonio P. Pérez, Marta Velasco y, Gervasio Iglesias, los intérpretes Mercedes Hoyos, Adelfa Calvo y Antonio Dechent, los periodistas Lourdes Palacios y Javier Paisano, el gestor cultural Enrique Iznaola, la guionista Ana Graciani y el sonidista Daniel de Zayas, entre otros. Además, un total de 116 personalidades del mundo del cine andaluz firmaron un manifiesto de apoyo a la nueva institución, lo que entendemos confirma que la Academia goza de un amplio respaldo entre la profesión.
La Junta Directiva Constituyente está formada por Marta Velasco como presidenta, Lourdes Palacios como vicepresidenta primera, Mercedes Hoyos como vicepresidenta segunda, Enrique Iznaola como secretario, y Yolexsy González como tesorera, además de 15 vocales.
En nuestra opinión, la Academia de Cine de Andalucía es una excelente iniciativa que habrá de canalizar la promoción de un cine, el andaluz, que se encuentra desde hace ya tiempo en un excelente momento de forma, acaparando año tras año buena parte de las nominaciones y los premios Goya, en competencia con otras cinematografías, como las radicadas en Madrid y en Barcelona, histórica y económicamente mucho más potentes que la nuestra. La fundación de la Academia habrá de servir también, evidentemente, para aglutinar criterios en un sector amplio y complejo, siempre con la mira puesta en el fomento de una industria aún incipiente, pero que puede ir a más, a mucho más, si se toman las medidas correctas.
Los premios de la Academia, a la manera de sus hermanas mayores, la de España y la de Hollywood, serán con toda seguridad la actividad de mayor calado popular y mediático de la nueva institución. Parece claro que, al menos en los primeros años, la Academia habrá de servirse del “know how”, como dicen ahora los cursis, de ASECAN, cuyos prestigiosos premios anuales son una referencia ineludible en el panorama cinematográfico andaluz y español. También parece evidente que ASECAN habrá de repensar su papel, una vez que la Academia, con el tiempo, se haga cargo de la gala de los premios del cine andaluz; aunque ese no es el objeto de este texto...
Bienvenida, pues, la Academia de Cine de Andalucía, cuya constitución y futura andadura nos parecen claves para el porvenir de nuestro cine.
...pero nacida con una discriminación absurda
Permitirá el lector que aparquemos a partir de ahora el habitual plural de modestia para utilizar la primera persona del singular, que nos parece, me parece, la adecuada para hablar de lo que podríamos denominar el pecado original de la Academia, si se me permite la bíblica metáfora.
Porque resulta que la Academia de Cine de Andalucía, en sus Estatutos, contempla dos clases de socios (al margen de los Fundadores), los Académicos Numerarios, colectivo al que pueden pertenecer los miembros de lo que podríamos denominar “apartado productivo” del audiovisual andaluz (directores, guionistas, productores, compositores, intérpretes, directores de fotografía, operadores de cámara, decoradores, sonidistas, maquilladores, peluqueros, figurinistas, montadores, especialistas, técnicos de efectos digitales y visuales, etc.), y los Miembros Asociados, colectivo en el que se englobarían todos los que están (estamos) relacionados con el mundo del cine en su vertiente “no productiva”, no participando en rodajes y grabaciones (gestores culturales, agentes de prensa, representantes, críticos cinematográficos, investigadores, escritores cinematográficos, foto fija, distribuidores, exhibidores, gerentes de filmotecas, responsables de certámenes cinematográficos, etc.).
Esa discriminación no es una cuestión puramente nominal, del nombre que se le da a cada tipo de socio, sino que en los Estatutos de la Academia se establece que los Miembros Asociados, que tendrán casi todos los derechos de los Académicos Numerarios, sin embargo tienen dos trabas fundamentales: una, ninguno de sus miembros podrá llegar a ser Presidente de la Academia; y dos, el número de Miembros Asociados, en la Academia, nunca podrá superar el 35 % del total de los socios de la institución.
Me consta que esa discriminación ha sido objeto de una dura respuesta por parte de miembros de “mi colectivo” (evidentemente, el segundo, el de los llamados “Miembros Asociados”), que no entienden que, a las puertas ya de la tercera década del siglo XXI, se sigan haciendo distingos entre los socios de una institución, y menos todavía entre los hijos de la farándula, con una histórica, inmanente vocación igualitaria.
Parafraseando a Edward Albee, ¿quién teme a los críticos, gestores culturales, exhibidores, distribuidores...? ¿Por qué los representantes del músculo productivo en la Academia quieren evitar que, eventualmente, alguno de ellos pudiera llegar a presidir la institución? Porque, además, lo tienen tan fácil como utilizar la herramienta que los propios Estatutos les proporciona, al hacer que sea la Junta Directiva de la Academia la que acepte, o no, las peticiones de nuevos asociados.
Entonces, ¿por qué esa discriminación? ¿Faltaron quizá a clase los autores de los Estatutos cuando explicaron la Revolución Francesa, con su bellísimo lema de Libertad, IGUALDAD y Fraternidad? ¿Pertenecemos acaso los que no participamos en los rodajes a una casta inferior, como los “intocables” en la India? ¿A qué viene esta distinción clasista en una sociedad, la española de siglo XXI, afortunada, alborozadamente igualitaria?
Una vez expresada mi absoluta oposición a tan absurda discriminación, como uno siempre ha sido partidario del pragmatismo, pero también de la lucha por lo que considero justo, manifiesto desde aquí mi intención de solicitar el ingreso como Miembro Asociado (a la fuerza ahorcan...) de la Academia, para, desde dentro, trabajar sin desmayo por la eliminación de esa diferenciación absurda: todos somos gente de cine, todos somos profesionales del cine, intervengamos, o no, en el proceso de producción de las obras audiovisuales.
Claro que, después de leer esto, igual empapelan la sede de la Academia con mi solicitud de ingreso, con un vistoso NO, en rojo, a lo largo de toda la hoja...
Ilustración: Logo de la Academia de Cine de Andalucía.