Enrique Colmena
El estreno de la nueva versión de
Total Recall (Desafío total),
remake del filme de similar título que dirigió en 1990 Paul Verhoeven con Arnold Schwarzenegger al frente del reparto, pone de nuevo de moda a un autor, Philip K. Dick, que ciertamente nunca ha dejado de estarlo. Al menos no desde que Ridley Scott, allá por 1982, hiciera su obra maestra,
Blade Runner, por la que pasará a la Historia del Cine (y por
Alien, es cierto), basándose en un relato corto del escritor de Chicago. Eso sí, Dick tuvo la mala suerte de que esa popularidad de la que gozó a partir de ese año coincidió con la fecha de su propia muerte, así que poco rédito pudo sacarle.
Lo cierto es que Philip K. Dick fue, en vida, un escritor maldito, que tuvo cierta repercusión en círculos cerrados, círculos especializados en la literatura de ciencia ficción, pero que nunca le permitió una vida sin estrecheces. Pero su literatura ha sido una referencia fundamental del cine de ciencia ficción, principalmente a partir de
Blade Runner, que haría de Dick el escritor de moda en el género en la pequeña y gran pantalla.
Tras el espléndido filme de Scott han sido bastantes las historias dickianas que han llegado al cine y la televisión; repasémoslas someramente.
En 1990 llegaría la citada
Desafío total, sobre un relato corto,
Podemos recordarlo todo por usted, que planteaba una sociedad autoritaria (otra distopía, uno de los
leit motivs capitales dickianos) en la que una empresa ofrecía a sus clientes la implantación en su mente de recuerdos falsos que le proporcionaran posteriormente momentos placenteros al recordar aquello que nunca hicieron pero creían haber hecho.
Dos años más tarde la cinematografía francesa hará
Confessions d’un Barjo, adaptación de su novela
Confesiones de un artista de mierda, alejada de la ciencia ficción. A mediados de los años noventa Christian Duguay rueda
Asesinos cibernéticos, sobre su relato
La segunda variedad, poniendo en escena una historia sobre un nuevo armamento con forma y rasgos humanos, utilizados en la enésima guerra como el arma definitiva.
En 2002 será Gary Fleder el que adapte el relato
El impostor, con igual título en cine, en el que una persona habrá de demostrar que es un hombre de carne y hueso y no el androide saboteador que dicen es, de nuevo en un mundo futurista de ribetes criptototalitarios.
Ese mismo año será el mismísimo Steven Spielberg el que rodará
Minority Report, una adaptación del relato
El informe minoritario, en el que se plantea una sociedad del futuro en el que es posible predecir los crímenes y evitar su consumación. Con la estrella Tom Cruise al frente del reparto, el filme consiguió una más que interesante plasmación del universo dickiano, si bien no resultó ser el éxito estrepitoso de taquilla que la mano de Spielberg hacía presagiar.
2003 es el año de
Paycheck, puesto en escena por el hongkones John Woo y con Ben Affleck al frente, basada en el relato corto
La paga; ahora se trata de (de nuevo en una sociedad del futuro) un brillante ingeniero que despierta sin recuerdos, enterándose pronto de que le han borrado la memoria para evitar que ciertos estudios secretos en los que ha estado trabajando lleguen a manos indebidas.
Richard Linklater, el director de
Antes del amanecer, es el encargado en 2005 de llevar a la pantalla
A scanner darkly, sobre la novela homónima de Dick, a vueltas con el consumo de una droga letal.
Next, dirigida en 2007 por Lee Tamahori, con Nicolas Cage y Julianne Moore, plantea la posibilidad de que un hombre sea capaz de predecir el futuro inmediato, lo que le hace ser una codiciada pieza para los servicios de inteligencia; se basa en el relato dickiano
El hombre dorado.
Algunos títulos recientes más, de escasa entidad, terminarían de completar una filmografía ciertamente estimulante, pero en la que aún faltan obras de Philip K Dick que (dicho a la becqueriana manera) esperan la mano de nieve que sepa arrancarlas. Sin ir más lejos, hay noticias de que se prepara la adaptación como miniserie televisiva de
El hombre en el castillo, Premio Hugo en los años sesenta que planteaba una Historia Alternativa, la que podría haber sucedido si Alemania, Italia y Japón hubieran vencido en la Segunda Guerra Mundial a los aliados. La producción de Ridley Scott permite albergar esperanzas fundadas sobre la calidad de esta miniserie.
Otro proyecto de lo más interesante sería el de adaptar al cine
Fluyan mis lágrimas, dijo el policía, una de sus más peculiares historias, de nuevo a vueltas con la identidad, aunque en este caso el protagonista no ha olvidado nada, sino que es la sociedad la que ha perdido todo su rastro, todo dato de su existencia: en un mundo policial como el descrito en esta distopía, eso es de lo más peligroso…
Hay otras muchas historias que podrían ser estupendas materias argumentales para cine y televisión; ahora que tanto se habla del fin de la creatividad guionística, no contar con argumentos como los de sus novelas o relatos
Los tres estigmas de Palmer Eldritch,
La pistola de rayos,
SIVAINVI,
Tiempo desarticulado, entre otras, sería un sacrilegio.
Philip K. Dick escribió sobre mundos en los que la libertad, la democracia, los derechos humanos no existen como tales, o si existen, lo son sólo de manera formal, sin efectividad alguna. Buceó sobre todo en los problemas de identidad del ser humano, y no pocas veces habló de la mismidad del Hombre, o de la Máquina, tal vez
su alter ego:
Blade Runner, o
¿Sueñan los androides con ovejas mecánicas? es, probablemente, su cénit. ¡Qué lástima que aquel creador de mundos imposibles, paradójicamente tan probables, no llegara a saborear las mieles de la fama! Claro que, tal vez, si viviera hogaño, coligiera que, sin saberlo, vivimos ya en una distopía…