Inasequible al desaliento, de vez en cuando, un cineasta del sur asoma la gaita y hace una película ambientada en y con temática de Andalucía, sin por ello caer en el tópico habitual. 15 días contigo es un filme pequeño, hecho con unos cuantos euros, con pocos medios pero muchas ganas y buenas dosis de talento. Lo dirige Jesús Ponce, un joven fogueado en esa factoria inapreciable (también a veces embrutecedora) que es la televisión. Narra una de esas historias que no gustan escuchar: una joven sale de la cárcel, donde entró por robar una minúscula parte del paraíso al que no era admitida por haber nacido en el barrio equivocado, y se reencuentra con un viejo amigo de la infancia, yonqui, sidoso, gorrilla (traducción para no andaluces: indigente que, tocado con una gorrilla -de ahí el mote--, se dedica a dirigir el aparcamiento de coches, con posterior recibo de unas monedas que se pagan más para que no te raye el vehículo que para que te lo guarde...), con el que pasará quince días de su nueva vida, un platónico amor entre ruinas, mientras intenta volver a incorporarse a una sociedad que se lo pone muy difícil.
Historia de marginales dispares (él, al final del camino, buscando la mera supervivencia; ella, con la vida por delante, dispuesta a no volver al trullo y a llegar a ser una persona normal, de las que pagan hipoteca y tienen niños), convence por su verosimilitud, por el color de los personajes, por los diálogos que suenan creíbles, por su buen pulso narrativo. Es cierto que se nota cierta idealización de los indigentes, que a buen seguro no son todos tan buena gente como este yonqui simpático (aunque cuando tiene el "mono" tira de navaja con facilidad...) o esta chica que se gana la vida honradamente limpiando cristales; también que la gente llamémosle normal (los que duermen bajo techo y comen a diario) está tratada con cierto recelo, no siempre buena gente, sino todo lo contrario.
Pero el conjunto es valioso, por lo que cuenta, por cómo lo cuenta, por dar una visión distinta de nuestra sociedad y poner el dedo en la llaga de esos "daños colaterales" que la España opulenta, como el pujante Occidente, va dejando en el camino. Excelente la composición de Isabel Ampudia, una sosias de Verónica Forqué más joven y morena, y de Sebastián Haro, que enteramente parece reclutado entre los gorrillas que aparcan (por decir algo...) los coches a las puertas del cine Avenida de Sevilla.
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