Pelicula:

Para que luego digan que la alquimia es un invento de chiflados; he aquí un ejemplo inequívoco de que los metales pueden transmutarse, poder que los antiguos atribuían a la piedra filosofal.


Claro que, en este caso, lo que se ha conseguido es convertir el oro en plomo, lo contrario de lo que habitualmente se pretende; porque oro es la primera hora de esta divertida, simpática, ligera, refrescante, irónica comedia romántica, picarona y a la vez elegante durante sesenta minutos, los que se tardan en contar la historia de un periodista playboy del Nueva York de 1962 y una catetita llegada de Maine y convertida en reina de las mujeres por un libro de su autoría que redime al género femenino (para desesperación del masculino, mayormente sus esposos) de lacras varias, entre ellas la de enamorarse de sus hombres.


Son esos sesenta minutos de una levedad evanescente, con diálogos chispeantes, hábil y tórrida utilización de la pantalla dividida y, en general, un tono sumamente agradable, con una deliciosa utilización de los tonos pastel, una Gran Manzana entre el glamour y el kitsch y un toque suave aunque evidentemente paródico a la manera de las comedias similares que Hollywood perpetrara en aquellos años "sixties" (sí, con Rock Hudson y Doris Day, pero no fueron los únicos).


Pero a partir de ese último tercio del metraje, coincidiendo con el pastel que desvela la supuestamente atolondrada escritora a su pretendiente (con un monólogo larguísimo en el que se nos cuenta de nuevo todo lo que hasta entonces hemos podido ver, pero mucho peor), lo que era doradamente ligero se convierte en plúmbeamente pesado, como si los guionistas no supieran como resolver el embrollo en el que se han metido y recurriendo al viejo truco de la tinta del calamar: ni sabemos porque se pelean los tortolitos ni por qué se reconcilian (no destripamos nada: una comedia romántica siempre termina bien).


Peyton Reed, el director, curtido en oscuras series televisivas, que hasta entonces había sabido conducir con habilidad y buen tono el ingenioso guión, naufraga cuando le quitan la escalera del libreto y se queda colgando de la brocha de su pericia como realizador. Así las cosas, Abajo el amor no redondea la faena y se queda en un quiero y no puedo, dos tercios de cine bien hecho y un tercio para olvidar.



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100'

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Abajo el amor - by , May 20, 2015
2 / 5 stars
Piedra filosofal inversa