Pelicula:

Qué cierto es que el cine de más allá del Volga, el que se produce en la vieja, y sabia, y sufrida Rusia, tiene un “tempo” muy distinto al que estamos acostumbrados en esta parte occidental del orbe. Por si había alguna duda al respecto, la visión de esta curiosa, atípica Aleksandra, dirigida por el veterano cineasta Aleksandr Sokurov, ratifica plenamente esa peculiaridad tan propia del cine hecho allende los Urales, el Cáucaso, no digamos ya la inmensa, intemporal Siberia.


Se nos cuenta en este extraño filme la crónica de unos días en la vida de una abuela que visita a su nieto, a la sazón capitán del ejército ruso, en la devastada, irredenta Chechenia. El director, Sokurov, podría haber optado por hacer una película sobre tan desigual guerra, con dos opciones: una, hacer un canto hagiográfico a las huestes de Putin (uy, perdón, de Medvedev, o como quiera que se llame la marioneta impuesta en el Kremlin por el nuevo zar, no sé si rojo o blanco…), con lo que carecería de credibilidad; o dos, una historia más próxima a los postulados independentistas, con lo que las posibilidades de haberla siquiera rodado serían menos que cero. Con buen criterio, para no meterse en más charcos que en los necesarios, Sokurov opta por la tercera vía, la de la mirada reposada, sabia y lúcida de esa vieja venerable en un campamento de soldados, todos los cuales podrían ser sus nietos o bisnietos, y cuyo deambular entre esta recua de jóvenes y la aparatosa impedimenta militar, constituyen el nudo gordiano del filme.


El problema del filme es que, pasada la primera impresión de esa “matrioshka” de carne y hueso en un universo tan dispar como un campamento militar en una región en guerra, los minutos se eternizan para nuestra viciada mirada occidental, viendo a la vieja vagando entre tiendas de campaña, tanques y camiones; así las cosas, la secuencia de la mujer en el cercano mercado es un bálsamo, permitiéndonos entonces algún conocimiento sobre la historia del país que visita, la arrasada Chechenia, con sus bombardeados edificios con ojos como calaveras.


Pero el director, que ha necesitado de la colaboración del ejército, no llega mucho más allá, ni hace sangre políticamente hablando, sobre una guerra en la que el gobierno ruso, como sabemos, no ha actuado precisamente con guante de seda. Por eso la película carece de denuncia y su problema es que no tiene tema alguno digno de tal nombre, si no es la presencia de una anciana en el paisaje sordamente receloso de la retaguardia en el frente checheno. Así las cosas, lo mejor es la interpretación de Galina Vishnevskaya, la viuda de Rostropovich, espléndida en su personaje de mujer al final de su vida que recibe una última alegría con la visita a su nieto, pero también la amargura de saber que no volverá a verlo.



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Género

Nacionalidad

Duración

95'

Año de producción

Aleksandra - by , Sep 06, 2015
2 / 5 stars
Ojos como calaveras