Parece que los accidentes aéreos dan mucho juego a los guionistas de Hollywood, que gustan de tomarlos como desencadenantes de sus historias. Esto ocurre en producciones de altos vuelos como Caprichos del destino (con Harrison Ford dirigido por Sydney Pollack), pero también en cintas más modestas como esta Algo que contar, otro intento de la productora Miramax por convertir a Ben Affleck en estrella conocida por el gran público.
Aquí hace de publicitario en crisis por haber propiciado el cambio de vuelo de un desconocido de cuya desolada viuda se enamorará sin contarle la verdad. Dirigida y escrita por Don Roos, ha cambiado el tono inconformista y radical de su primera obra, la comedia Lo opuesto al sexo, por un relato convencional, previsible y sentimental.
Esto no quiere decir que Algo que contar no tenga buenas escenas o que sus personajes no estén cuidados en sus perfiles emocionales, pero el conjunto argumental resulta demasiado trillado y todo el interés del espectador queda supeditado a esperar a ver cómo resuelve el protagonista el embrollo en el que se ha metido.
También hay que contar el cierto morbo que tiene ver a Ben Affleck y Gwyneth Paltrow emparejados en la pantalla al muy poquito de haber roto en la vida real. Ella, teñida de oscuro, vuelve a demostrar que lo del Oscar por Shakespeare enamorado fue pura chamba, y él sigue devaneando entre el melodrama y la comedia, sin aclararse del todo.
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