Astérix y Obélix: Misión Cleopatra

Tras la primera versión con personajes de carne y hueso del famoso cómic de Goscinny y Uderzo, Astérix y Obélix contra César, y su notable éxito de taquilla, estaba cantado que habría una segunda parte, y aquí la tenemos.

Pero el problema de estas versiones de los tebeos del galo más enano pero marchoso y su enorme amigo, intratable comedor de jabalíes, es el mismo de casi todos los "cartoons" pasados a imagen real: no te los crees, porque el dibujo animado tiene sus códigos, su velocidad, su agilidad, su disparate, y todo eso no concuerda, no casa con la imagen real, con los personajes de carne y hueso.

Así las cosas, el filme de Chabat tampoco es un prodigio argumental, con un supuesto viaje de los dos galos a Egipto, donde habrán de ayudar a un arquitecto medio memo a levantar un palacio para César, de parte de Cleopatra. Se suceden los diálogos de besugos, basando la supuesta comicidad en continuos anacronismos y en los más bien estúpidos nombres de los galos, los egipcios y los romanos, jugando siempre con el doble sentido en su nivel más pedestre. No se ahorran ni la consabida culpabilidad involuntaria de los dos memos galos sobre la rotura de la nariz de la Esfinge, tópico donde los haya siempre que tenemos una comedia occidental rodada en Egipto.

Hay que reconocer el empaque de la producción, costeada y que dará muchos millones, pero ciertamente no parece que sea con productos como éste como el cine europeo conseguirá hablar de tú a tú al cine espectacular norteamericano.

No se puede fiar todo a los efectos especiales, como bien saben en Hollywood, si se quiere que le gente vaya al cine. Hace falta una historia mínimamente creíble en la que el espectador pueda recrearse, incluso identificarse. Y, desde luego, aquí nadie puede identificarse con el galo enano que es Astérix (aunque en cine resulta algo más crecidito...) y el obeso y obtuso Obélix. Total, demasiado poco viaje para tantas alforjas.