A Giuseppe Tornatore le marcó su primer gran triunfo, “Cinema Paradiso” (1988), que ganó el Oscar a la mejor película de habla no inglesa. En “Baarìa”, su más reciente producción, abarca cincuenta años de la historia de Italia (1930/1980), mediante un relato, en parte autobiográfico, que se inicia en el pueblo de Bagheria o Baarìa, donde nació y vivió con su familia 28 años, para contar sus recuerdos de infancia, hacer una reflexión sobre sus raíces y la evolución política del país: el fascismo de Mussolini, la República, el movimiento comunista, la democracia cristiana, la revolución social de los 70 y la mafia.
El protagonista es Peppino, a quien toma desde niño en la escuela o cuidando ovejas y vacas, hasta que logra entrar en el partido comunista, en el que milita hasta que lo ve caer, se casa y tiene varios hijos. El guión peca de querer contar demasiadas cosas y como dice el refrán "quien mucho abarca poco aprieta", y en este caso al extenderse tanto queda todo visto superficialmente, pasando por determinados acontecimientos de puntillas.
También ocurre con los personajes, que no están bien delineados, no profundiza en el drama de cada uno, a lo largo de este fresco histórico de tres generaciones que se hace un tanto cansino. Al terminar poco queda en la memoria del espectador de lo mucho que ha visto, porque nada destaca, como si tuviera intención didáctica para que los muchachos lo entiendan.
Cuesta identificar a los protagonistas en el paso de los años, ya que no están bien caracterizados en esa evolución. Tal vez este largo relato hubiera quedado mejor en una serie televisiva con más extensión en los hechos y en el dibujo de las personas. Es un film que entretiene, que a veces cansa, que no despierta pasiones en lo dramático ni en lo referente a los cambios de la política italiana durante el siglo pasado, con apuntes costumbristas y alguna denuncia social, con nostalgia en ciertos momentos pero no emociona, ilustrado por la música de Ennio Morricone y la empastelada fotografía de Enrico Lucidi.
Sin duda es la cinta más ambiciosa de Tornatore, pero no la más lograda, ya que la historia se escapa a ratos a su control, por sus grandes pretensiones al querer contar demasiadas cosas y algunas le sobran por su falta de interés.
Correcta la labor del extenso reparto, bastantes de ellos “amateurs”, al frente de los cuales está la pareja protagonista, casi debutante, Francesco Scianna y Margareth Madè, respaldados por veteranos como la española Ángela Molina o Michele Plácido.
Fue nominado al Globo de Oro 2010 como film de habla no inglesa.
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