Pelicula:

Tras el batacazo comercial que supuso su anterior empeño, Tirante el Blanco (millón y medio de euros de recaudación para un presupuesto estimado de catorce millones, una auténtica ruina), parece que Vicente Aranda ha querido volver a su cine de siempre, el que mejor le ha funcionado, con “actores y paredes”, por utilizar una frase que a él le gusta especialmente.


Y para ello nada mejor que volver también al universo literario del novelista catalán (pero que escribe en español: para eso es charnego, y además ejerce de tal…) Juan Marsé, al que Aranda ya había versionado, con notable éxito, en tres ocasiones: La muchacha de las bragas de oro, Si te dicen que caí y El amante bilingüe.


Toma entonces la última novela del novelista barcelonés, Canciones de amor en Lolita’s Club, para recuperar los temas que comparte con Marsé: obsesión sexual como sublimación del amor, personalidades duales, relaciones eróticas que se apartan de los usos habituales… pero, como bien sabemos por Heráclito, no es posible bañarse dos veces en el mismo río, y lo que en los años setenta, ochenta y noventa era posible, una extraña mixtura de rara perfección entre la literatura de Marsé y el cine de Aranda, ya en el siglo XXI, con una novela del barcelonés manifiestamente inferior a su anterior producción, incluso fuera de sus predios habituales (el barrio del Guinardó, en Barcelona), y un cineasta ya octogenario, que hace años dejó atrás su mejor forma (su última gran película fue Intruso, allá por 1993), el resultado no podía ser bueno.


Se nos cuenta la historia de un policía hosco y con muy mala hostia, como él mismo se define, que tiene que escapar de la Galicia en la que está destinado cuando el capo del narcotráfico local le pone la proa por enviar a su hijo a la UVI; ya en su Alicante natal, el madero se encuentra a su padre casado con la que fue su anterior novia, y a su hermano gemelo, deficiente mental, que ha dejado su trabajo en una pastelería para hacerse cargo de la logística, como cocinero y chico de los recados, del prostíbulo del lugar. El policía, encolerizado, se planta en el lugar dispuesto a acabar con aquel dislate, pero entonces concebirá una obsesión enfermiza por la supuesta “novia” de su hermano, una hembra de curvas rotundas, un cuerpo de formas voluptuosas que desencadenará la tragedia.


Pero, ¿dónde está el Aranda creativo de Amantes? ¿Dónde el creador de atmósferas turbulentas de Si te dicen que caí? ¿Dónde el “racconteur” de historias morbosas de Intruso? Canciones de amor en Lolita’s Club, que es mala hasta en el título, nos presenta a un Vicente Aranda que ha perdido el Norte, ojalá que no para siempre.


Además, el cineasta barcelonés fía demasiado en las aptitudes como actor de Eduardo Noriega, ciertamente esforzado en su doble papel, un empeño que se aprecia ha sido un reto para él. Pero el actor fetiche del primer Amenábar, sentimos decirlo, no es un intérprete de amplio registro: no lo saquen de su faceta de galán, guaperas, o chico normalito, a ser posible pijo, porque no da otro papel que ése. Aquí el policía de la mala hostia se ve en todo momento sobreactuado, como diciendo Noriega, “mira que cara de mala leche pongo”, pero sin que nos creamos realmente que sea un madero con un carácter como para no pedirle ni la hora. Y en su otro personaje, el del gemelo tonto, que habitualmente es un bombón para cualquier actor, Noriega naufraga aún más, sabiendo el espectador que es un chico retrasado porque nos lo dicen los demás, no porque lo parezca realmente: y es que no basta con darse de bruces (repetida, literalmente) con el quicio de una puerta para parecer tonto, ni componer el personaje con todo el aspecto de ser un sosias de Stephen King (sí, ya lo sé, con treinta años menos y carente de la bizquera del novelista de Maine), ni siquiera hablar pronunciando escrupulosamente todas las palabras, con una dicción como de escuela de teatro: más bien al contrario…


Canciones de amor… es un fiasco, otro más, en la reciente carrera de Aranda. Somos arandianos desde hace muchos años (véase el currículo del autor de estas líneas, y se entenderá lo que queremos decir), pero desde luego no vamos a elogiar lo que no tiene ni aplauso y medio, como decía Milikito (uy, perdón, Emilio Aragón…) en aquel programa infecto de televisión de hace tantos años, que en vez de con energía eléctrica funcionaba a base de caspa…



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Canciones de amor en Lolita's Club - by , Sep 22, 2016
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Perder el Norte