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Carlota Pereda (Madrid, 1975) es una guionista, directora de cine y realizadora de televisión que se graduó en la Escuela de Cinematografía y el Audiovisual de la Comunidad de Madrid (ECAM). Su experiencia en la puesta en escena se ha centrado fundamentalmente en la grabación de capítulos de series de televisión, algunas de ellas tan populares como El secreto de Puente Viejo o Acacias 38. Como directora de cine su trayectoria hasta ahora se había limitado a los cortos, con tres films rodados en ese metraje, Las rubias (2016), Cerdita (2018) y There will be monsters (2020). Todos ellos han sido repetidamente premiados, y en especial Cerdita, que acumuló, entre otros, los galardones correspondientes a Mejor Cortometraje en los Goya y en los Forqué, además de un buen número de laureles en festivales extranjeros como el Idaho Horror Film Fest y el Slamdance, entre otros.
Ahora Pereda ha ampliado esa historia a largometraje, considerando que lo que se contaba en el corto tenía un antes y un después que podía ser interesante contar. La historia se ambienta en nuestro tiempo, en un pueblecito innominado, aunque sabemos que está rodado en zonas rurales de Extremadura. En ese contexto conocemos a Sara, adolescente con problemas de considerable sobrepeso (probablemente por algún desarreglo hormonal), que es objeto de burlas sangrientas por parte de adolescentes delgadas. Cuando, aprovechando que no hay nadie en la alberca del pueblo, se baña en ella, tres de esas adolescentes no solo la vejan cruelmente hasta casi ahogarla, sino que se llevan sus ropas y sus pertenencias. Pero un hombre ha emergido de la piscina y, aunque ella no lo sabe, ha dejado allí dentro un cadáver sumergido. Ese hombre, que desconoce, parece establecer una cierta empatía con la chica, como Sara podrá comprobar poco después, aunque el desconocido quizá lleve esa empatía sangrantemente lejos...
Tiene Cerdita como largometraje varios valores: el primero, el de situar en el centro de la historia la gordofobia, la aversión de algunos delgados hacia las personas con sobrepeso, presentando en pantalla un caso de libro, ficticio pero que por supuesto se repite, desgraciadamente, en España y fuera de España; ese desprecio por las carnes excesivas de otros quizá suponga la expresión de las inseguridades de quienes lo sienten, pero en cualquier caso es un problema de difícil solución, y que aquí, desde luego, está llevado al extremo. Porque al incluir la gordofobia en un film con clara vocación de “slasher” (ya saben, el subgénero del cine de terror con “psychokiller” con algún trauma infantil que canaliza mediante el expeditivo procedimiento de hacer “pinchitos” con adolescentes, generalmente “salidos”), Cerdita da un salto cualitativo interesante: el asesino en serie ya no mata alevosamente por un trauma propio, sino como venganza vicaria por los muchos menosprecios, por las innumerables humillaciones inferidas a una persona desvalida, para la ocasión esta chica más que entrada en carnes.
El segundo elemento de interés es una cierta mirada en clave de realismo o casi de costumbrismo rural, con algunos personajes curiosos y reconocibles, como la madre de la prota que interpreta Carmen Machi, una madre rígida, controladora y con frecuencia excesiva, pero también una mamá ganso que se bate el cobre bravamente por su hija cuando ésta es acosada por los vecinos por su supuesta relación con los asesinatos.
Pero tiene también el largo Cerdita varios problemas que le impiden alcanzar un nivel de interés mínimo, como la permanente sensación de “hinchado”, de ampliación desmedida que transmite el film, lejos de la concreción, de la síntesis casi conceptista del corto, que por cierto está rodado de nuevo literalmente dentro del largometraje, añadiendo escenas anteriores y posteriores. Estamos entonces ante uno de esos casos, relativamente frecuentes, en los que un corto que tiene la medida justa, al ser extendido para convertirse en largometraje, incurre en una lamentable falta de ritmo, con el añadido de hojarasca argumental, de paja, para alcanzar el metraje estándar, y de intentar rizar el rizo de lo que ya se nos contó (mejor...) en el formato de cortometraje.
Tampoco Carlota Pereda se puede decir que sea una estilista en la filmación, sobre todo en las escenas de la segunda parte del film, cuando ya se adentra con todas las consecuencias en la parte más “gore”, en las que el llamativo desaliño formal (me temo que involuntario...) pasa a ser casi una impremeditada marca de fábrica de la película.
Así que a esta Cerdita en formato largo habría que alabarle la temática y la hibridación entre elementos que podrían parecer que no tienen nada que ver, como la respuesta a la gordofobia en clave de “slasher”, pero también reprocharle que no haya sabido presentar una película con el ritmo adecuado, con el tono correcto para mantener la atención del espectador, y con ello conformar lo que hubiera sido un film más que disfrutable (en la manera en la que se disfruta una peli de terror, se entiende...).
Laura Galán, la protagonista, que repite su personaje del corto Cerdita, le tiene ya pillado el tono a su papel y hace toda una creación, manifiestamente reconocible, la persona absolutamente acomplejada por un tema físico (en su caso el considerable exceso de peso), y por ello ultrajada sin compasión por gente que se cree mejor que ella por ser delgados y apolíneos. Carmen Machi está también muy bien, entre la Madre Coraje y la Madrastra de Cenicienta, un personaje bien matizado en su rotundidad y en su complejidad.
(21-10-2022)
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