Contratiempo

Oriol Paulo es un cineasta barcelonés que se formó en la Universitat Pompeu Fabra de su ciudad natal y en la prestigiosa Los Angeles Film School norteamericana. Quiere decirse que tiene buenos cimientos, y lo cierto es que sus películas hasta ahora así lo demuestran, si bien es cierto que parece (o al menos hasta ahora así se ha venido comportando) que sus dotes están más relacionadas con el cine de intriga, con el thriller, con el juguete de entretenimiento brillante pero displicente, que con un cine de profundidad, de temas y sentimientos, que mueva a la reflexión.

No tenemos nada en contra de este tipo de cine, por supuesto: todas las cinematografías han de tener de todo, y el thriller que empieza y termina en sí mismo, sin que vaya (ni quiera ir) más allá es uno de los géneros más agradecidos de las artes audiovisuales: generalmente conlleva amenidad, capacidad para interesar, también para inquietar, que son materiales nobles y agradecidos. También es cierto que generalmente empieza y termina en sí mismo, sin tener intención de que el espectador se haga más preguntas que las que genera la intriga per se.

En cualquier caso, bienvenido sea este tipo de producto eminentemente comercial pero que tiene la honestidad de no intentar tomar el pelo al espectador ni menospreciarlo como si fuera lelo, como tan frecuentemente ocurre en otros géneros (incluso, a veces, también en este). Contratiempo es una buena muestra de este tipo de cine, una película que se abre y se cierra sobre sí misma, que nos narra una historia de posible crimen imposible (valga la incongruencia), con golpes de efecto y cambios en la línea argumental que van sorprendiendo e intrigando al espectador, que es lo que busca el guionista y director. Porque Paulo sabe indudablemente cómo captar la atención del público.

España, en nuestros días. Un empresario de altos vuelos, Adrián Doria (por cierto, curioso nombre, muy parecido a aquel Andrea Doria, el transatlántico italiano que se hundió tras una colisión en el Océano Atlántico) está acusado de matar a su amante, Laura Vidal, en la habitación de un hotel en una zona rural del norte. El ejecutivo, sin embargo, aunque la habitación estaba cerrada por dentro, insiste en que otro hombre le golpeó, mató a la chica y escapó, aunque no sabe cómo. Para ayudarle en la preparación del juicio, su jefe y amigo le envía a Virginia Goodman, una avezada abogada con la que reconstruirá lo sucedido...

Contratiempo es un brillante artefacto de intriga criminal y judicial. Como tal, funciona perfectamente y las piezas encajan con facilidad dentro de este puzle de asesinos, víctimas, deudos, culpables, chantajistas y acusadores. El interés está bien captado desde las primeras imágenes, la puesta en escena es elegante, y Oriol Paulo confirma que tiene buena mano para este tipo de films, aunque es cierto que nos gustaría verlo en otro tipo de proyectos de mayor enjundia intelectual, dramática o moral.

En el reparto Mario Casas, que no es un actor especialmente dotado, sin embargo aquí está bastante bien en un papel que tiene más de un doblez, aunque la que da un recital es, desde luego, Ana Wagener, muy notable, aunque es cierto (y ello no es culpa suya) que la sorpresa final, en la que ella es fundamental, se ve venir de lejos. Bien Coronado, en un personaje que él perfila muy bien, y Bárbara Lennie, como siempre, está espléndida, haga lo que haga.

Como curiosidad, la película, que contó con un presupuesto estimado de 4 millones de euros, recaudó en España en torno a 3,7 millones de euros (fuente: Base de Datos del ICAA), sin embargo, en su estreno en China recaudó la bonita cifra de 26 millones de dólares (fuente: IMDb Mojo).