Pelicula:

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Como parece obvio, el cine actúa, entre otras muchas cosas, como notario de la realidad, y con frecuencia toca temas de actualidad, acorde con los tiempos. El fenómeno de las personas transgénero, y en concreto de los niños y adolescentes trans, tan de nuestra época (antes, evidentemente, también existían, pero generalmente no trascendían a la opinión pública), ha sido recreado por el cine en los últimos años en largometrajes de ficción como Tomboy (2011) y Girl (2018), y en documentales como Una niña (2020), entre otros films.

La acción se desarrolla en nuestro tiempo, en eso que solemos llamar la América profunda, para la ocasión una población rural en el estado de Montana, al Noroeste de Estados Unidos. Conocemos entonces la desaparición de Joe, un niño nacido en cuerpo de niña, de 10 años, que ha escapado junto a su padre, Troy, un hombre con problemas psicológicos que quiere que su hijo pueda crecer conforme a lo que él cree ser, sin las cortapisas que su conservadora madre, Sally, intenta poner a ese crecimiento. Troy tiene trastornos bipolares que hicieron que llegara a estar en la cárcel, y ahora, ya fuera, intenta hacer lo correcto, aunque eso se pone muy cuesta arriba con la decisión de escapar con su hijo trans...

Anna Kerrigan, la directora, es también guionista y productora. En su haber tiene hasta ahora un largometraje de ficción, Five days gone (2010), y varios cortos y series. Lo cierto es que, a la vista de este Cowboys, no se puede decir que Kerrigan sea una estilista: su cine presenta un look más bien desaliñado, con una fotografía plana y funcional, con una puesta en escena poco creativa, bastante impersonal. Tampoco ayuda que las escasas escenas de acción, como la del cuasi ahogamiento del niño (que, aparte de trans, parece tener un imán para atraer desastres...), estén muy mal rodadas, con una muy mejorable filmación y un confuso montaje que lo fían todo al movimiento dislocado de la cámara para que el espectador no vea con claridad lo que supuestamente está sucediendo.

Film evidentemente elemental, sin mucha sutileza, le salvan, eso sí, las mejores intenciones, la de ponerse del lado del crío que se sabía en el cuerpo equivocado, y del padre que, con un plomazo dado, sin embargo intenta reconducir la situación (con menos seso que un mosquito, es cierto), empeñándose para ello en alcanzar su particular Tierra Prometida, un Canadá que está, como quien dice, a un tiro de piedra de Montana (ambas zonas son fronterizas), un país en el que la leche y la miel correrían, metafóricamente, en forma de tolerancia hacia las personas como Joe.

Pero, como decimos, falta sutileza: escenas como la fascinación del niño trans por el tópico comportamiento de los hombres (lanzando bolos, haciendo machadas, bebiendo a morro...), o la de los juguetes sexistas, confirman que la capacidad para el matiz no es precisamente una de las virtudes de Kerrigan.

Gusta que la madre no sea una fanática religiosa, obviando así el estereotipo habitual, sino una mujer que, simplemente, se deja llevar por la inercia social de los años, de los siglos, y piense que su hija es chica, por mucho que diga que se siente chico. Gusta también el detalle de que la jefa de Policía sea una mujer corriente y moliente, al borde de la jubilación, aproximándose más a la realidad que al tópico bellezón con estrella de sheriff. Gusta la buena relación, la complicidad entre padre e hijo trans, quizá de lo mejor del film, una relación que sabe a cierta, a real, en la que se logran algunos de los mejores momentos de la historia.

Con buen gusto para retratar los hermosos paisajes naturales de Montana (es cierto que hay que ser muy penco para no hacerlo: son imágenes de auténtica postal...), la película se constituye finalmente en un bien intencionado producto que aboga por el entendimiento familiar y social en un tema espinoso como este, donde, parece evidente, la felicidad del menor debería ser la premisa fundamental a priorizar. La película, aunque básica y tópica, funciona razonablemente bien, sin alharacas, en una clave que recuerda, aunque solo sea visualmente, a ese género de nuevo cuño que hemos dado en llamar neowéstern. Un final feliz que esquiva la tragedia quizá sea el resultado más de una mirada esperanzada sobre el fenómeno de los niños trans, que una consecuencia lógica conforme al transcurrir de los hechos. Y el epílogo resulta directamente idílico, idealizado, utópico: ojalá, ojalá, los niños trans obtuvieran, no ya siempre, sino alguna vez, esa comprensión de sus pares...

A Steve Zahn, el protagonista, se le ha ensalzado nos parece que en demasía, incluso con premios en festivales (Tribeca, Kingston), pero lo cierto es que lo encontramos demasiado sobreactuado, manoteante. Mejor, para nuestro gusto, Sasha Knight, el chico trans que encarna al niño con esa misma peculiaridad en el film.

(06-09-2021)


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86'

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Cowboys - by , Sep 06, 2021
2 / 5 stars
Las mejores intenciones