Cuestión de principios

Lo vimos en la sección oficial del Festival de Cine de Huelva 2009 y llega ahora a las salas españolas este segundo largometraje que realiza Rodrigo Grande, director del que conocimos en ese certamen, hace diez años, su ópera prima y debut en la dirección, Rosarigasinos (2001), que se proyectó en España con el título de Presos del olvido, que ganó el Premio Especial del Jurado y el Colón de Plata al mejor actor para Ulises Dumont, y se hizo con dos premios más, el de la crítica y el de Radio Exterior a la mejor película, que tuvo una notable acogida. Esta vez se trata de una comedia con mucha carga de profundidad en torno a Adalberto Castilla, un veterano empleado de una empresa portuaria, que alardea de sus buenos principios con sus compañeros de oficina.

Ante el Consejo de Administración se niega a venderle a su jefe el número 48 de la revista Tertulias, que le falta en su colección, que él tiene, "porque hay cosas que no tienen precio y no todo se vende en esta vida", le responde. En su contra tiene a su mujer, a su hijo, y a favor a su hija, que se fue de casa hace tiempo y con la que apenas se habla. Ante la duda pide consejo a los amigos. Esto pone en peligro la estabilidad de la familia y su puesto en el trabajo, ya que el jefe, un joven yuppie que ha cambiado la forma de trabajar en la empresa, le hace la vida más incómoda al enfrentarlo a sus compañeros poniéndolo en ridículo a traición delante de todos, aunque él se tomará su venganza dándole una lección Rodrigo Grande pidió a Roberto Fontanarrosa que eligiera uno de sus cuentos y colaborara con él en la adaptación.

El guión, que define bien a los personajes, tiene calado y profundidad en la defensa de valores universales, critica el abuso de poder y la corrupción a través del dinero que casi todo lo puede y defiende algo tan importante como es la unidad de la familia. Castilla se cree ejemplar y no lo es. Debe vender la revista, aunque deteste la arrogancia y prepotencia de su jefe, sosteniendo una postura falsamente ética, siendo algo hipócrita. Hay un enfrentamiento entre el jefe, que representa la modernidad, que con sus cambios ha logrado mejorar la empresa, y Castilla, que es la tradición, que no está dispuesto a cambiar, ni a ceder en sus principios morales.

Estupenda la labor de los veteranos Federico Luppi y Norma Aleandro, que tras leer el guion confiaron en este joven director de Rosario, de 34 años de edad en ese momento. Interesante la elección de la música de Ruy Folguera que incluye la canción Venecia sin ti, cantada por Charles Aznavour.

En definitiva, se trata de un estupendo film en la mejor línea del cine argentino.