El cine de Extremo Oriente sigue pujante y llegándonos en cantidades que antes eran impensables, ni siquiera en la época dorada de Kurosawa o el primer Zhang Yimou. Claro que no siempre son aciertos: hay filmes, como este "El arco", que tiene evidentes puntos de interés, pero otros bastante menos atractivos. El planteamiento de la historia ya es estimulante: un desvencijado barco regentado por un anciano, al que van a pescar, previo pago de un estipendio, pescadores urbanitas. Con el viejo vive una adolescente, a la que ha cuidado desde niña, cuando la encontró sola. El viejo quiere desposarse con ella cuando cumpla la edad reglamentaria, y todo está previsto para ello. Los pescadores a veces se propasan con la chica, y el viejo, que es un campeón con el arco, los pone en su sitio con sus flechas, con las que además adivina el porvenir de quien se lo pide, en un peligroso ejercicio en el que la chica se balancea delante de la diana. Finalmente, cuando un guapo joven aparece en escena, las hormonas de la muchacha hacen de las suyas, introduciendo un elemento desestabilizador en lo que hasta entonces había sido una armónica convivencia.
Hasta ahí bien: son sesenta minutos en los que apenas se habla, casi muda, con un único escenario, el barco varado en medio del mar, pero la historia se sigue con interés. Pero cuando, ya en el último tercio, Kim Ki-duk, el director, quiere ahondar más en la extraña poesía telúrica del relato, se pasa tres pueblos y lo que era lírica se convierte directamente en cursilería, incluyendo una metáfora sobre la consumación del matrimonio con flecha como simbólico falo que resulta, cuando menos, irrisoria. Y es que el espacio que separa la poesía de la petulancia es, con frecuencia, mínimo. Kim Ki-duk ha hecho cosas mejores, como "La isla", o "Samaritan girl". De todas formas, no es un filme despreciable este "El arco". Tiene algo de primitivismo extremo, con su viejo que toca música con el arco, con sus augurios teñidos de dramatismo, con su afán casi fatalista de desposar a la niña que crió hasta convertirla en mujer.
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