El efecto mariposa

El chiste circulaba cuando Adolfo Suárez era presidente del gobierno español (aunque serviría para otros). Preguntaba a la concurrencia el que sería duque: ¿qué queréis, yo, o el caos? Y la gente aclamaba: ¡el caos, el caos!, a lo que el entonces primer ministro contestaba: es igual, también soy yo... Esa hipotesis de la primacía del caos y de la anarquía parece la filosofía que anima la comedia de Colomo, más allá de la cursi teoría del caos que tanto pregonan ahora y que, por cierto, ya cobraba carta de naturaleza explícita en, por ejemplo, Parque Jurásico.

Pero en El efecto mariposa las cosas están llevadas de otra forma. Es una comedia sentimental, romántica incluso, que no renuncia, desde luego, a hacer sonreir más que a provocar carcajadas, con un guión inteligente y bien estructurado sobre lo difícil que es prever nada y cómo somos juguetes en manos del caos que todo lo gobierna, ya sea con Suárez, González o hasta Jesús Gil.

Película muy cuidada (justo lo contrario de la doctrina que predica, hay que joderse), el filme de Colomo se resiente a veces de su multiplicidad de líneas argumentales (algo habitual en los guiones de Joaquín Oristrell), con el rollo amoroso entre la tía y el sobrino, la madre peleada con el padre, a su vez alto cargo del gobierno, "trekkies" a tutiplén, niño que se pierde y, como paisaje, la corrupción política, con lo que hay que reconocer que está al día en la actualidad de España. Producto digno y que se inscribe en su momento histórico, merece la pena verse.