Parque Jurásico

La parafernalia de Parque Jurásico hace difícil que se pueda ser neutral a la hora de escribir sobre una película que concita impresionantes taquillazos pero también sonoros "palos" de la crítica. Lo cierto es que es, sencillamente, otra más de las películas de trascendencia "light" a las que nos tiene acostumbrados Steven Spielberg. Si en El color púrpura el tema era el antirracismo, o en Always el quevediano amor constante más allá de la muerte, aquí el asunto es la facultad del ser humano para enmendarle la plana a Dios o a la Naturaleza, reproduciendo en la actualidad animales a los que la propia evolución extinguió. Pero el dilema moral queda pronto diluido y, desde luego, resuelto en favor de sus propias tesis: el Hombre no puede manipular la Naturaleza, porque en tal caso ésta se vengará violentamente.

Tras una primera media hora soporífera, en la que sospechamos que los actores supuestamente de carne y hueso no son sino también "animatronics", muñecos animados por técnicas electrónicas, cuando aparecen los primeros dinosaurios todo cambia. De hecho, a partir de que el tiranosaurio comienza a hacer de las suyas y los temibles velocirraptores amenazan con merendarse a los protagonistas, el ritmo es semejante a los mejores filmes de Spielberg, fundamentalmente Tiburón y En busca del Arca perdida. Tal vez cabría reprocharle al cineasta judío que abuse del suspense, alargando innecesariamente algunas escenas, como el dichoso coche resbalando por las ramas el árbol. Esa prolongación artificial funciona en sentido contrario al pretendido, perdiéndose la sensación suspensiva de la intriga.

Parque Jurásico es, fundamentalmente, un filme de espléndidos efectos especiales que busca un público adolescente fácil de contentar, y en el que las estrellas, lejos de ser los actores, que parecen una recua de zombies, son los extraordinarios dinosaurios que nos hacen creer que, efectivamente, hemos vuelto al período jurásico (o al cretácico, más correcto históricamente). Reventará todos los records de taquilla, pero no parece que entre en ninguna Historia del Cine por sus méritos artísticos. Un entretenimiento, una diversión no especialmente distinguida, pero tampoco un aborto del diablo, como algunos han querido ver.