Lamont Johnson, el director de este western, dirigió títulos de cierta entidad, en especial La ejecución del soldado Slovik, curiosamente una película inicialmente rodada para televisión pero que en Europa la pudimos ver en pantalla grande. Sin embargo, no parece que Johnson fuera un hombre especialmente dotado para el género del Oeste, y además, esta película se realizó cuando el cine de vaqueros estaba ya en plena agonía, enfangado en el cenagal del “spaghetti-western”.
Esa cualidad de moribundo se advierte incluso en su argumento: dos viejos y míticos pistoleros llegan a un acuerdo. Utilizarán sus leyendas para enfrentarse en un último y definitivo duelo, al que sólo se podrá asistir previo pago de la correspondiente entrada. Este toque mercenario y pícaro al género se aleja totalmente de los clásicos del western, y consecuentemente, la película no dio un duro.
A pesar de todo, el carisma de sus protagonistas, especialmente Kirk Douglas, y una dirección eficiente, hacen que la película no carezca de interés. Entre los secundarios aparecen Jane Alexander, la formidable actriz de Testamento final, y Karen Black, nuestra bizca favorita de los años setenta y ochenta, así como un jovencísimo Keith Carradine, mucho antes de interpretar su papel más recordado en Elígeme.
87'