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Robert Eggers (Lee, New Hampshire, 1983) parece estar obsesionado por las historias en las que los elementos sobrenaturales coexisten con los naturales, siempre en ambientes fríos o directamente gélidos, y en contextos de fuerte impronta de mitologías diversas, desde la hechicería pagana en Nueva Inglaterra (que dio lugar a un tema histórico tan potente como el conocido como “las brujas de Salem”), temática que, en dura pugna con el fundamentalismo cristiano de los descendientes de los primeros colonizadores ingleses en América, fue el asunto principal de su debut en el largo, La bruja (2015), a las leyendas de remotos confines perdidos en el mar, con dos hombres abandonados a su suerte en un microcosmos insular de pesadilla, lo que acontecía en El faro (2019), para ahora, en esta su nueva El hombre del norte, afrontar de lleno las mitología nórdicas propias de Escandinavia y de Islandia.

Aquí ha debido ser esencial la participación en el guion del poeta, novelista e intelectual islandés Sjón, del que nos parece ver su influencia en la notable presencia en el film de temas mitológicos nórdicos, desde la constante alusión a advocaciones míticas como Odín o el Valhalla, al menos frecuente acercamiento a ceremonias en las que oscuras deidades, entre sangre, hielo y tierra, profetizan terrores innombrables. Por otro lado, es evidente que este El hombre del Norte es una re-creación sobre el inmortal Hamlet shakespeareano, si bien debe entenderse quizá más próximo a las leyendas que inspiraron el relato del Bardo, en concreto la leyenda Amleth, que nos parece más cercana (aunque muy libremente) a esta El hombre del Norte.

En un tiempo indeterminado, pero en cualquier caso en la Alta Edad Media, quizá hacia el siglo X d.C., Aurvandil reina sobre su tierra, casado con Gudrún y con un hijo de corta edad, Amleth, como futuro heredero; tiene un hermano bastardo, Fjölnir, que le tiende una emboscada, lo mata y toma a Gudrún como nueva esposa. Amleth, perseguido, consigue escapar por mar jurando venganza hacia su tío. Años más tarde el niño se ha convertido en un formidable guerrero sin escrúpulos que sigue rumiando su némesis, cuando se entera de que hay una partida de esclavos que va camino a las posesiones de su tío...

Eggers ya había demostrado en sus dos films anteriores una poderosa capacidad visual, y aquí no se queda atrás. Pero ahora también presenta una notable capacidad narrativa que en sus dos apuestas anteriores no era tan evidente: la historia, una historia de venganza absoluta, de obsesión por cumplir el juramento a una edad en la que se debe estar al juego y al aprendizaje, es un potente artefacto narrativo que avanza sin apenas fisuras, alcanzando en el desenlace, en los últimos tres cuartos de hora, un pulso ciertamente vigoroso. Y no es que el planteamiento y nudo anteriores sean peores, pero sí están llevados con un tono de menor enjundia.

El conjunto es ciertamente apreciable, una historia que es y no es, a la vez, el drama shakespeareano, uno de los grandes arquetipos de la humanidad, una historia que tiene en la duda, la locura y la venganza los tres grandes ejes que la atraviesan. Tres ejes que, en su esencia, se mantienen aquí también en esta re-creación del mito shakespeareano a través de una de las leyendas que lo inspiró, en un poderoso “tour de force” hecho con las explícitas y rotundas formas de este siglo XXI.

Con un perfil muy bien cincelado del personaje principal, cuyo sordo rencor pronto lo impregna todo; con una factura espléndida que saca enorme partido tanto de los desolados paisajes islandeses en los que está principalmente rodada, pero también de los escenarios creados “ad hoc” en el disco duro de la prodigiosa tecnología digital que consigue maravillas; con una música extraordinariamente adecuada, original de Robin Carolan y Sebastian Gainsborough, de ecos telúricos, gaélicos, célticos y nórdicos, con una tenebrosa preponderancia del viento y de la percusión más primordial, arropando tétricamente la historia; con un reparto pletórico, desde el protagonista Alexander Skarsgard, tan entregado al proyecto que incluso participa también como coproductor ejecutivo, hasta Nicole Kidman, que por fin aquí vuelve a reverdecer, aunque en un papel relativamente corto, sus viejos laureles; como el propio Ethan Hawke, en un personaje aún más escaso pero ciertamente poderoso, como los que interpretan aquí los muy alucinados y estremecedores Willem Dafoe y Björk, como la siempre hipnótica Anya Taylor-Joy, que hace mejor cualquier audiovisual en el que intervenga, completando los primorosos mimbres de una obra ciertamente estimulante.

Buena, a ratos muy buena película esta El hombre del Norte, que nos recuerda lo cerca que estamos aún de los mitos de la infancia de nuestra especie, esos mitos que conformaron lo que somos, en un tiempo en el que las pulsiones más elementales (sexo, odio, venganza, hambre, brutalidad) estaban absolutamente al mando.

(25-04-2022)


 


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136'

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El hombre del norte - by , Sep 03, 2022
3 / 5 stars
Poderosa re-creación de “Hamlet”