Pues eso: si Verne levantara la cabeza, seguro que se volvía a morir: ahí es nada, encontrar una versión (libérrima, es cierto) de su Viaje al centro de la Tierra, en el que los esforzados pero antediluvianos medios tecnológicos que sus personajes de novela utilizaban (que no iban más allá del rollo de cuerdas y el piolet de los alpinistas...) se transforman nada menos que en naves construidas con materiales que soportan cientos de atmósferas de presión, además de miles de grados de temperatura, y que son capaces de introducirse en la pétrea Tierra como si fuera un cuchillo en mantequilla. "Ex abruptos" científicos aparte (porque no te crees en ningún momento que pueda existir tal material poco menos que milagroso), lo cierto es que esta El núcleo es, realmente, más un relato de intriga y suspense, de abnegación y heroicidad, antes que una narración típica de S-F, Sci-Fi, o Ciencia-Ficción, a gusto del consumidor.
En efecto, se trata de un relato en plan "cuenta atrás", de tal forma que un ingenio (por decir algo) bélico que ha parado el núcleo de la Tierra, con grave riesgo de que el planeta y todos sus habitantes se vayan al garete, ha de ser neutralizado contra reloj por una intrépida tripulación compuesta por científicos y (ejem) militares, que irán cayendo uno tras otro, a cual más heroico; hasta el villano tiene su momento de entrega total por la causa... No sería justo despachar sin más el filme: consigue apreciables dosis de tensión, sobre todo en escenas como la del aterrizaje del transbordador espacial Endevour nada menos que en pleno centro de Los Ángeles, que ya es imaginación, o fantasiosas y, por ello, estimulantes ideas, como esos obstáculos en forma de diamantes gigantescos que la nave de los protagonistas habrá de esquivar como una suerte de laberinto por pulir.
Un final algo blando quita parte de la fuerza a esta nueva película del británico Jon Amiel, que vuelve a demostrar que sirve lo mismo para un roto (el drama romántico de época Sommersby) que para un descosido (el thriller con psicópata de Copycat) y hasta para la adaptación literaria de autor de fuste (la versión de La tía Julia y el escribidor, de Vargas Llosa).
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