Pelicula:

Laurent Cantet es un guionista y director francés con una todavía no demasiado extensa filmografía: en más de veinte años de carrera sólo ha hecho nueve largometrajes. Quiere decirse que no rueda por rodar, sino sólo aquellos proyectos que le satisfacen y le interesan especialmente, proyectos propios en los que se embarca y se vacía intelectualmente. Su cine es temáticamente muy ecléctico, aunque siempre gira en torno a la condición humana y las relaciones personales. Su notable La clase (2008) ganó la Palma de Oro en Cannes, máximo galardón al que puede aspirar un cineasta en el mundo (aparte del Oscar; pero ésa es otra historia, que juega en otra liga y que con frecuencia no tiene nada que ver con la calidad del cine). Pero, a pesar de haber tocado entonces el cielo con las manos, Cantet sigue rodando el cine que quiere, el que le apasiona, sin plegarse, como hubiera sido incluso comprensible, a una industria que lo hubiera podido hacer de oro.

El taller de escritura es otra muestra del insobornable deseo de Cantet de hacer un cine a su manera, no necesariamente comercial; en este caso, me temo, escasamente comercial. Estamos en La Ciotat, una pequeña ciudad (poco más de 30.000 habitantes) ubicada en la costa mediterránea de Francia, cerca de Marsella, que es su núcleo urbano de referencia. La Ciotat conoció mejores tiempos cuando los astilleros situados en el puerto daban vida y trabajo a la ciudad; cerrados un cuarto de siglo atrás por la dura competencia de las atarazanas asiáticas, la localidad sestea recordando aquellos años en los que se sintió importante. En ese contexto, una escritora, Olivia, imparte un taller de escritura para varios chicos con dificultades para integrarse en el mundo laboral. Pronto se percata de que uno de ellos, Antoine, es problemático, gusta de la pendencia verbal, y finalmente manifiesta, en los textos que prepara para la clase, además de cierto estilo literario, lo que parece una atroz insensibilidad a la hora de juzgar el hecho del asesinato…

Tiene El taller de escritura un tema lacerante: hay una cierta juventud (y madurez, y senectud) en Francia que coquetea descaradamente con ideas extremistas (de derecha; también los hay de izquierda, pero son muchos menos y, por tanto, no es un problema en sí mismo): sin ir más lejos, en las últimas elecciones presidenciales en el país, en 2016, uno de cada tres votantes consideró que el Estado debía estar gobernado por una dirigente, Marine Le Pen, cuyo partido, además de xenófobo y antieuropeísta, tiene evidentes tics autoritarios (por decirlo de una forma suave…). Quiere decirse que es grave que un tercio de la población considere que se puede gobernar su país desde un partido antidemocrático como es el Front National. Pues el protagonista del film, este Antoine de permanente rictus serio (no conozco un facha que sea capaz de sonreír, no digamos ya reírse francamente: ¿por qué será?), irá enseñando la patita en las clases del taller, hasta que la profesora, con un cierto sentimiento de atracción-repulsión, indaga qué hay de cierto en ello.

La película de Cantet es compleja argumentalmente, con una enorme cantidad de matices, sutilísima casi siempre. Se equivoca en algunos giros, y la parte final desconcierta por su desarrollo. La última secuencia, cuando ya parecía haber terminado el film, suena a postiza, para permitir al chico una salida de alguna forma feliz: humanamente es impecable, pero cinematográficamente es un error. Pero el conjunto, irregular, es altamente estimulante, con una vidriosa relación entre la escritora/profesora y el alumno de gesto adusto, regusto por la natación, el culto al cuerpo, los vídeojuegos y las amistades peligrosas. Saltan chispas en sus diálogos, hay algo que los une y los separa a la vez, son agua y aceite que pudieran sin embargo, contra natura, mezclarse.

Film no redondo pero sí tan excitante cinematográficamente hablando, El taller de escritura resulta ser entonces una muestra de lo que es capaz el cine, de tratar tan sugestivamente, a veces tan erróneamente, las relaciones humanas, aquí entre una mujer en la cuarentena, que ha conocido el éxito profesional pero a la que se le adivinan carencias personales y sociales, y un chico de clase media, sin problemas económicos pero sin un horizonte vital que le ampare, le rescate de una vida en la que, como en sus vídeojuegos, no pueda, no sepa hacer otra cosa que disparar a la Luna, como metáfora de una existencia vacía, de una acción sin sentido, sin utilidad, sin proyección humana.

Buen trabajo de la protagonista, Marina Foïs, actriz de larga filmografía pero en la que no hay films especialmente relevantes: éste sí lo es. Le da la réplica el jovencísimo Matthieu Lucci, en su debut en la gran pantalla, al que un (al parecer) natural hieratismo tanto conviene para el personaje; otra cosa será cuando tenga que interpretar otro tipo de papeles; le daremos un voto de confianza, porque aquí resulta fresco y efectivo.


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113'

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El taller de escritura - by , May 18, 2018
3 / 5 stars
Disparar a la Luna