Pelicula:

El anime japonés al estilo de Studio Ghibli forma ya casi un género en sí mismo: hablamos de un tipo de película de animación en la que el público objetivo no es necesariamente el infantil (aunque puedan ver estos films sin problemas), en el que las temáticas son generalmente de cierta complejidad: la culpa, la tristeza, el paso del tiempo, las relaciones intrafamiliares, la ecología... Al calor del éxito de Ghibli y de las películas realizadas bajo ese paraguas por gente tan talentosa como sus creadores Hayao Miyazaki e Isao Takahata, han surgido en Japón otros estudios que buscan hacer un tipo de cine similar; es el caso de Clap Animación Studio, que está detrás de esta El túnel de los deseos, cuya estética (incluso su ética, por jugar con la famosa frase...) busca evidentemente asemejarse al canon Ghibli.

Pero, claro está, no basta con intentar “ser como Ghibli”... La película se inicia hablando de una leyenda que dice que el túnel de los deseos es un lugar (probablemente no físico...) con la particularidad de que el que lo atraviesa consigue sus deseos, pero envejece 100 años de golpe... Vemos un instituto en Japón; llueve: Kaoru, un chico bajo el paraguas, vuelve a su casa. En la parada del autobús hay también otra chica, Anzu. El chico le quiere dar su paraguas, pero ella no quiere; la muchacha no tiene padres, él sí los tiene, pero no le echan cuenta... Al día siguiente, en el instituto, Anzu se porta muy borde con todos, incluso cuando le gastan una broma, golpea a la chica que se la ha hecho. Vemos a Kaoru en su casa: el padre es alcohólico, le culpa de ser el culpable de la muerte de su hermana pequeña Karen, le pega y le dice que dé su vida por la de ella... El chico huye espantado; se detiene en una vía y comienza a caminar por ella... Un tren casi lo atropella, se cae por una cuesta y llega a lo que parece un túnel, y se adentra por él... Es un túnel lleno de árboles de hojas rojas; allí encuentra un zapatito, al parecer es de Karen, su hermanita muerta...

Tomohisa Taguchi (Sôja, 1985), el director de la película, es un cineasta ya de amplia filmografía, aunque ciertamente no se puede decir que su carrera sea eximia, habiéndose dedicado mayormente a poner en escena ramplonas series de televisión (siempre dentro del terreno de la animación) y a poner en imágenes audiovisuales sobre el popular videojuego Persona, habiendo estado también involucrado en el universo Digimon. Este El túnel de los deseos es su proyecto más ambicioso y quizá también más personal. Parte de una novela gráfica original de Mei Hachimoku, que ahonda en temas como los traumas familiares, el deseo de revertir las tragedias, y el precio que se está dispuesto a pagar por ello.

Con paisajes urbanos y naturales casi hiperrealistas, figuras humanas típicas del anime, pero muy antropomorfizadas, y con un movimiento de los personajes bien conseguido, la peli tiene un cierto tono melancólico, en una historia un tanto elemental, que habla del anhelo de la inmortalidad, a través de una obra de talento, pero también del ansia imposible por devolver a la vida a los seres queridos y, con ello, eliminar la congoja y la culpa. El túnel de marras, auténtico “leit motiv” del film, actuará, a la manera de la dualidad marcada por el yin y el yang, otorgando deseos pero cobrándoselo en tiempo, pero también activará una especial relación entre la chica y el chico que, de forma sibilina, irá cobrando intensidad, incluso sentimentalidad, a lo largo de la historia.

Se puede decir que el personaje de ella, Anzu, es más interesante que el del chico, Kaoru, quizá más tópico, con el estereotipado padre traumatizado y alcohólico por la muerte de su pequeña, y que canaliza su tristeza y su ira sobre el hijo que le queda, al que culpa de la desgracia. La protagonista, Anzu, sin embargo, presenta un anhelo muy distinto, casi etéreo, el deseo de inmortalidad a través de la obra artística, su ansia por ser alguien, por dejar huella en el mundo.

Un paraguas actuará como simbólico elemento de vinculación entre ambos, ese paraguas que Kaoru le presta a Anzu en la primera escena, y que volverá, recurrentemente, a tener una relevante significación en una relación que va creciendo paulatinamente, incluso con una muy sutil tensión sexual no resuelta, en una historia que, con el aceleradísimo paso del tiempo dentro del dichoso túnel, como se dice en un momento del film, puede hacer que un beso de 6 segundos se convierta en uno de 6 horas...

(23-03-2025)


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85'

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El túnel de los deseos - by , Mar 23, 2025
2 / 5 stars
Un paraguas como simbólico vínculo