La legendaria historia del esclavo romano Espartaco sirve a Stanley Kubrick para realizar una de sus más personales obras maestras, a pesar de que el perfeccionista cineasta norteamericano en su momento repudiara el resultado. En contra de su propia creencia, Espartaco se convierte en una referencia imprescindible del "peplum", el cine de romanos, y tiene la rara virtud de constituirse inmediatamente en un clásico y, sobre todo, de dignificar un género fácilmente etiquetado de cine para niños, lo que repetirá años más tarde con 2001, una Odisea del Espacio (1968) y el género de ciencia-ficción.
Imperio Romano, en los años previos a la elevación al poder del triunvirato formado por Julio César, Marco Antonio y Craso. Un esclavo llamado Espartaco se revela contra la utilización brutal de hombres y mujeres en beneficio de unos pocos. Su sueño cuaja en una formidable rebelión que hace temblar el Sistema...
Este quinto largometraje de Kubrick revela ya un conocimiento de todos los resortes cinematográficos, pero también una profunda intimidad con los más hermosos ideales del ser humano: libertad, amor, amistad, solidaridad, heroísmo, entrega, liberalidad. Gran reparto: además del carismático Kirk Douglas, que está formidable, aparece gente tan buena como Sir Laurence Olivier (con una escena de ambigüedad sexual con Tony Curtis más que llamativa, cortada en su momento por la censura española), Charles Laughton, Jean Simmons y Peter Ustinov, el inolvidable Nerón de Quo Vadis?
(20-09-2004)
196'