Esta película se pudo ver en la Sección “Selección European Film Academy” del Sevilla Festival de Cine Europeo 2016 (SEFF’16).
El cine documental que utiliza la fórmula del docudrama, para reproducir dramáticamente las vidas de gente corriente, es antiguo. En España se puede decir que lo inventó Alfredo Amestoy con aquella vieja serie televisiva La España de los Botejara, emitida allá a finales de los años setenta del siglo XX. Jan Gassmann es un cineasta suizo, nacido en Zúrich, con una formación de lo más variopinta, desde Ecuador a Alemania. Tiene por ahora una corta y ecléctica filmografía, fundamentalmente de documentales inhabituales como éste.
La película nos muestra varios momentos de la vida y relación de cuatro parejas en la Europa de la crisis, ésa que empezó en 2008 con la crisis del banco Lehman Brothers y que, al escribirse esta crítica, a finales de 2016, no tiene visos de acabar, aunque es cierto que parece que los peores años han pasado. Las cuatro parejas son retratadas en su intimidad; y al decir intimidad, nos referimos también a sus momentos de sexo, escenas mostradas con todo desparpajo, con una desinhibición ciertamente infrecuente, sobre todo porque las parejas lo son en la realidad, ocho personas anónimas que han sido reclutadas para este empeño.
Se muestra en la películas esos momentos de cotidianidad, también sus roces y problemas, desde la pareja sevillana en la que ella desea salir de la ciudad para buscar nuevos y mejores horizontes, sin que él la siga, hasta la pareja estonia cuyos problemas radican más bien en la educación de la prole diversa que tienen, cada uno de su padre y de su madre (nunca mejor dicho…), o la griega, en la que el motivo de fricción es la dispareja edad de los dos tortolitos, y la dublinesa, músicos callejeros que conocieron mejores momentos pero que actualmente malviven de la caridad, del trapicheo, y siguen enganchados en la droga. Curiosamente, parece que esta última pareja, sin duda la más degradada física, social y económicamente, es sin embargo la más feliz. A ver si, en contra de lo que afirmaba el viejo cuento, el hombre feliz no es que no tenga camisa, es que directamente se fuma un mono empapelao…
Europe, she loves pretende ser, entonces, un caleidoscopio popular de la crisis, con cuatro parejas que nos dejan ver sus interioridades, sin guión previo, poniendo la cámara dentro de los cuatro hogares y dejando que hombres y mujeres hablen de sus cosas. Claro que el problema de un filme de estas características es que no se sabe muy bien de qué va, qué quiere decir, si es que quiere decir algo. Se supone que habla de cómo la crisis económica influye en las relaciones de pareja, y así lo parece, por ejemplo, en la sevillana, aunque ahí más que eso lo que parece que existe es una negación del chico a cualquier cosa que suene a compromiso. No es tan clara esa incidencia de la crisis, sin embargo, en las parejas griega y estonia, que tienen un medio pasar económico.
Así las cosas, la película queda como un bienintencionado intento de radiografía social, pero le falta tema, o al menos éste no ha sido bien desarrollado. Lástima, porque la temática de la crisis es candente y merecería filmes que la pusieran de manifiesto y hablara de sus causas y de sus culpables, que son muchos y tienen nombres y apellidos.
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