Esta película se pudo ver en la Sección First Film First del Sevilla Festival de Cine Europeo 2010 (SEFF’10).
Nos llega poco cine griego a España, pero como todo sea como este Harisma, mejor que no llegue nada. Habrá que hacer la excepción del cine de Theo Angelopoulos, por supuesto, que sí suele llegar (y que tiene una notable entidad), pero el resto de la producción griega, o al menos lo que termina estrenándose en nuestro país, no se puede decir que sea para tirar cohetes.
Para muestra, un botón, esta comedia supuestamente romántica con chica pánfila que no sabe que hacer con su vida, amante de un hombre casado que no termina de aclararse, y cuya relación con el chófer de un autobús escolar acaba por hacer de ella una mujer feliz. El hecho de que el tipo sea un impresentable, con las manos demasiado largas (en España sabemos a qué nos referimos con esa frase hecha, ¿verdad?), un carácter como para echarlo a los cerdos y una conducta similar a la que tendría un hombre de Neandertal (Neandartilikos será, ya que es griego…), no parece afectar a las entendederas de la pánfila protagonista, que pasa de no saber qué hacer con su vida a hacer exactamente lo que diga su amo, digo su novio: “stupendo”, como diría Forges.
Y encima está dirigido por una mujer, Christina Iokeimidi, que hace con esta su primera película, pero que mucho habrá de cambiar si quiere llegar a hacer un cine medianamente potable. Este desde luego no lo es; y no sólo en el aspecto, más que cuestionable, de fomentar una conducta machista de la época de las cavernas, sino también porque formalmente es desaliñada, mal contada, con recursos cinematográficos de remarcable cutrerío, y una caligrafía fílmica que parece de primero de la Facultad de Comunicación. ¡Ole, Christina!
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