Perdón por hacer alusión, remedándola, a la magistral "La costilla de Adán" en el titulillo de esta crítica, pero no me podía resistir. Claro que el parecido entre aquella delicia dirigida por George Cukor, con un Spancer Tracy y una Katharine Hepburn en estado de gracia (es decir, como siempre estaban...), y esta comedia romántica más bien desmochada del británico Peter Howitt, con el ya ex 007 Pierce Brosnan haciendo de abogado desastrado y pillastre, y Julianne Moore (eximia, como siempre, muy por encima de papeles como éste) en plan abogada señorita Rottermeyer, se queda en la profesión de los protagonistas, en ambos casos picapleitos, y en el caso de la película contemporánea (que no moderna: la de Cukor lo era mucho más, aunque date de hace más de medio siglo) son divorcistas.
Claro que todo es previsible: el enfrentamiento entre los dos divos de los juicios de divorcio, su implicación sentimental, aunque ambos (sobre todo ella, cerrada a amar) no quieran reconocerlo, el viaje al telurismo de Irlanda, que les bajará las defensas emocionales y la (supuesta) boda que los une, o quizá los separa. Hay algunos diálogos con cierta chispa, pero casi nunca sorprende la trama, enredados en el viejo esquema de contrarios: él, con aspecto de "cama deshecha", en afortunada (de las pocas que tiene) frase de la protagonista; ella, en plan muñequita Nancy, doña Perfecta Leguleya. Al final resulta que estamos ante un alegato antidivorcista, mensaje que cuelan de rondón y que suena, no sé por qué, a los rancios argumentos de los grupos carcas que respaldan a George W. Bush. Porque, desde luego, hay que luchar por el matrimonio con el mismo tesón, si no más, con que se batalla durante el divorcio, como dice el personaje de Brosnan. Pero hay que saber también que, cuando se han agotado todas las posibilidades, el divorcio no es sino el mal menor, la menos mala de las soluciones, la opción menos perjudicial, cuyas alternativas no dejarán de ser sino un infierno, para los cónyuges y para la parentela. Si, a estas alturas del siglo XXI, no nos terminamos de enterar de algo tan simple y tan evidente, desde luego es que estamos volviendo a las cavernas a mayor velocidad de lo que hace prever la proliferación de muertes por odio o de burkas para tapar no sé qué virtud...
Hasta que la ley nos separe -
by Enrique Colmena,
Oct 12, 2004
1 /
5 stars
La costilla de Eva
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