Pelicula:

Los cineastas persas más famosos son, sin duda, el difunto Abbas Kiarostami, que dio a conocer un cine iraní distinto en Occidente; Jafar Panahi, que gusta del cine de ficción que colinda con el documental, o viceversa, y que en los últimos tiempos está siendo perseguido inclementemente por el régimen de los ayatolas, que le ha obligado a rodar en la clandestinidad; y Asghar Farhadi, la última sensación en la puesta en escena persa, ganador ya de dos Oscar y con un tipo de cine admirado en todo el mundo. Pero hay otros cineastas iraníes de interés, como Mohsen Makhmalbaf y su hija Samira Makhmalbaf, Massoud Bakhshi, Mohammad Rasoulof y, por supuesto, Majid Majidi, que firma este film.

Majidi (Teherán, 1959) es un veterano profesional del cine iraní que empezó como actor para después pasar a la dirección cinematográfica, donde ha brillado en films como Children of Heaven (1998), que estuvo nominada al Oscar, El color del paraíso (1999), Baran (Lluvia) (2001) y The song of sparrows (2008), las tres premiadas en múltiples festivales, y Beyond the clouds (2017), rodada en la India. El cine de Majadi suele tener una preocupación social, además de estar siempre nimbado de un suave tono poético, generalmente supeditado a la historia, sin subrayados. Es el caso: Hijos del sol nos cuenta la historia de cuatro niños, en torno a los 12 años, niños que sobreviven en la marginalidad de las calles de Teherán; la historia se centra en la vida del protagonista, Ali, un chico con toda la experiencia de la calle en su pequeño cuerpo; tiene a su madre internada en un sanatorio psiquiátrico, y está buscando la forma de sacarla de allí. Sobrevive con trapicheos de todo tipo, como robar neumáticos de coches de alta gama para revendérselos a un marchante clandestino; pero de repente un viejo capo del narcotráfico local, el siniestro Hashem, lo engolosina para que le consiga un tesoro que, según él, se encuentra en el subsuelo del cementerio, al que solo se puede acceder a través del Colegio del Sol, que acoge a niños de la calle para intentar darles un futuro. Hashem le promete, a cambio de conseguirle el tesoro, entregarle una casa para que pueda llevarse a su madre del manicomio; Ali, con su grupo de amigos, del que es el líder, se matriculan, no sin dificultades, en el colegio, para tener acceso, a través de los sótanos de la institución, a ese tan ansiado tesoro...

Nos parece que Hijos del sol es una felicísima simbiosis de múltiples referencias tomadas de otras culturas, perfectamente imbricadas en un relato que, a pesar de esas poliédricas referencias, es personalísimo y único. Porque se puede rastrear, por ejemplo, la influencia en la película de la novela picaresca española, con esos cuatro pequeños pillos que sobreviven como pueden, a base de pequeños ardides, como Lázaro de Tormes, como Rinconete, como el Buscón; pero también es evidente que hay algo, quizá mucho, de La isla del tesoro, de Stevenson, con la búsqueda de ese supuesto tesoro que se convierte en el “leit motiv” de los cuatro chicos, imaginando quizá que su hallazgo resolverá todos sus problemas, un “desiderátum” que, claro está, tendrá más de embeleco que de realidad; por no hablar de la dickensiana Oliver Twist, de la que su Fagin es la evidente inspiración del capo Hashem; no digamos la referencia a los túneles de La gran evasión, la película de John Sturges de la que esta parece un continuo, sentido homenaje; ¿y no presenta el Ali protagonista algún parecido en su carácter al niño rebelde por antonomasia del cine, el Antoine Doinel de Los 400 golpes? ¿y no hay también algo de Bruno, el hijo del protagonista de Ladrón de bicicletas, o de la mirada compasiva de Rossellini hacia la infancia en Alemania, año cero? Esta última doble referencia nos parece especialmente interesante, por cuanto entendemos que la película de Majidi bebe claramente en ese venero, caudaloso e inmortal, del Neorrealismo italiano: hay una mirada cálida, cómplice, hacia estos desheredados de la fortuna que sobreviven como pueden, que tienen sueños que jamás se cumplirán pero que les ayudan a seguir adelante un día más; pero habrá también una mirada afectuosa hacia instituciones como la Escuela del Sol, que buscan sacar de las calles a los niños sin familias estructuradas, intentar darles un porvenir más allá de la delincuencia, de la precoz, casi siempre atroz muerte.

Gran película esta Hijos del sol, una película en la que la trama fluye con naturalidad, un poco a la manera del cine clásico norteamericano; hablar de Ford o Hawks no sería ocioso, ni desde luego blasfemo. Majidi rueda sin subrayados, buscando que la historia sea el centro y eje de la película, hibridando las diversas ramas que confluyen todas en el pequeño protagonista Ali: su búsqueda del incierto tesoro como forma de salvar a su madre del marasmo; su amor secreto hacia la pequeña Zahra, por la que no dudará en poner en peligro su libertad, incluso su vida; su cómplice relación con su maestro en el colegio, quizá lo más parecido a una relación paterno-filial que haya tenido jamás, un maestro que será a la vez su alumno en algunas triquiñuelas propias de la calle.

Y todo ello con un ritmo que no da tregua, con escenas de acción y de persecuciones que no dudaría en firmar cualquier bragado profesional yanqui, siempre en una clave realista que, sin embargo, Majidi rompe sutilmente de vez en cuando en favor de una inspirada lírica, como en la escena de la pequeña Zahra rapada por sus inicuos captores de la Policía, dada inicialmente con una sombra chinesca, o aquella en la que Ali sabe que ha perdido para siempre a su amor, presentada con el rostro estragado por el dolor del pequeño en primer plano, mientras al fondo, levemente difuminado, el vagón del metro en el que viaja tiembla por el continuo bamboleo de las vías, a su vez una metáfora del alma aterida, temblequeante, del pequeño que sabe que nunca más la volverá a ver.

Mención especialísima para el protagonista, el pequeño Roohollah Zamani, un absoluto prodigio de la interpretación: desarmantemente creíble, con una capacidad innata para transmitir emociones, con una intensidad como no recordamos desde otros pequeños genios de la interpretación como Haley Joel Osment. Su talento deslumbró en el Festival de Venecia, donde consiguió nada menos que el Premio Marcello Mastroianni, lo que son palabras mayores. Y resulta que es su primera película...

(23-05-2021)


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99'

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Hijos del sol - by , May 23, 2021
4 / 5 stars
Rinconete en Teherán