La acción nos traslada a Bruselas al inicio de los años 60. Alice y Céline, además de vecinas, son dos buenas amigas y tienen una vida perfecta. Sus hijos respectivos, Théo y Maxime, que son de la misma edad, ocho años, se han criado juntos, casi como hermanos, y van al mismo colegio. Sin embargo, lo que siempre ha sido una gran amistad comienza a descomponerse cuando ocurre un accidente inesperado del que Alice es testigo pero no puede impedirlo aunque lo intenta.
El argumento lo constituye la relación de estas dos amigas que viven en casas adosadas, que se consideran casi hermanas, pero cuando ocurre el suceso que provoca que todo cambie, surge la desconfianza entre ellas, los resentimientos ocultos salen a la luz y la vida de las dos y de sus familias se cuestiona en sus relaciones que antes fueron tan cariñosas. De repente la atmósfera se torna angustiosa y entra en una espiral de pérdida de confianza, paranoia y venganza.
El tema está claro desde el principio ya que tiene un comienzo algo turbio mediante una escena en apariencia inocente, pero el tono de la música de Frédéric Vercheval y Renaud Mayeur ya pone en guardia al espectador de lo que va a ser el resto de la intriga, en la que se sospecha alternativamente de las dos madres, puesto que una es demasiado paranoica y la otra no se sabe si es que de verdad tiene malas intenciones, manteniéndose así el suspense a lo largo de toda la trama, sin conocer quién de las dos es culpable.
Es una cinta de intriga psicológica interesante, que da motivos para cambiar de opinión constantemente, en la que la tensión que se genera a lo largo de la trama hasta llegar al último fragmento pone un tanto en vilo al público y lo deja al final insatisfecho.
Es una película pequeña pero intrigante que juega con frecuencia con el espectador, al que el director lleva por donde desea, que no es otro que el belga Olivier Masset-Depasse que se lanza a explorar el lado más oscuro de la maternidad en este su tercer trabajo, un thriller psicológico basado en la novela Derrière la haine, primera de la escritora también belga, Barbara Abel, publicada en 2002, de la que ha hecho una adaptación libre. La obra literaria se sitúa en la actualidad y sin embargo el director la traslada a los años 60, a su Bruselas natal, cuidando bastante la estética, los decorados y la ambientación.
El guion, que explora el vínculo más fuerte que existe entre dos personas, como es el de una madre y su hijo, nos presenta al comienzo un mundo idílico y perfecto, muy apropiado para contar esta fábula moral que navega en contraste por sentimientos algo oscuros, como la culpa, el miedo, la venganza o la desconfianza, situada en el ambiente luminoso y colorido que nos ofrece la fotografía de Hichame Alouié. El suceso trastorna el pasado psicológico y paranoico a Alice y la fragilidad que le genera debido a ello.
Lo que empieza como una cuestión familiar se transforma en un thriller y va cambiando, con un tono de los films de los años sesenta, rodado de forma clásica, que mantiene el interés, aunque algunas cosas, si se analizan a fondo, no acaben de cuadrar.
Para mostrar ese lado de locura y de sospecha, la belleza y la luminosidad de la historia, crea una tensión continua y para ello recurre al mejor cine de los maestros del género que son algunas de las referencias que hay en la cinta que está muy bien interpretada por Veerle Baetens y Anne Coesens, que es la compañera sentimental del director, que ya fue la protagonista de sus anteriores trabajos y será él mismo quien dirigirá la versión americana.
Un film donde el aspecto psicológico de los personajes y la participación del espectador a la hora de descubrir las verdaderas intenciones de cada una, juega un papel importante. Está bien construida, tiene una buena historia y una estética impecable apropiada para pasar miedo, pero sin sobresaltos.
97'