Pelicula:

Esta película se pudo ver en la Fnac de Sevilla, dentro del ciclo Una mirada documental que dirige y coordina el crítico Miguel Olid.

La figura de Juan Sebastián Bollaín, para los que peinamos canas (o directamente no peinamos nada…), es una figura de referencia cinéfila insustituible. De él tuvimos las primeras noticias allá a finales de los años setenta con una serie de cortos y mediometrajes hechos en formato amateur de los que quizá La Alameda fuera el más característico, también el más llamativo e innovador, una obra rompedora de esquemas que ponía patas arriba el muy solemne y oficialista cine español de la época.

Sobre su figura, el cineasta sevillano Raúl Arteaga ha realizado un documental que analiza exhaustivamente la obra de este madrileño de nacimiento (1945) pero sevillano de adopción; de hecho, vive en Sevilla desde los ocho años. A partir de una serie de entrevistas realizadas al propio Bollaín, pero también a varias de las personas que han estado implicadas, de una forma u otra, en las películas que ha realizado, el film nos va contando de forma muy amena (Juan Sebastián tiene un peculiar sentido del humor, irónico pero nunca sarcástico, siempre amable) las circunstancias que concurrieron en la producción, rodaje, distribución y exhibición de sus obras. Así veremos, en escenas montadas para comentar cada caso, a personas del relieve de los productores Antonio P. Pérez y Gervasio Iglesias, los directores Antonio Cuadri y Nonio Parejo, así como el actor Pepe Quero; también interviene el escritor Juan Antonio Bermúdez, aportando el punto de vista crítico sobre la obra transgresora, un punto caótica, siempre artística a su manera, de Bollaín. Ilustrando las opiniones de los entrevistados, el filme está salpicado de numerosas imágenes de las películas que se comentan.

De esta forma se van analizando por los entrevistados sus títulos más conocidos, desde los artesanales como La Alameda a Sevilla tuvo que ser, pasando por Sevilla en tres niveles y CA-79. Un enigma del futuro, entre otros films que le dan a conocer como el espíritu inquieto y creativo que era, y que más tarde le permiten dar el salto al cine comercial con el largometraje de ficción Las dos orillas (1986), con José Luis Gómez y sus sobrinas Icíar y Marina Bollaín; más tarde grabará para Canal Sur Televisión la serie didáctica sobre cine Dime una mentira, también con sus sobrinas, una pequeña maravilla, y casi de inmediato, y con el mismo título, Dime una mentira (1992), hace un largometraje que no tiene nada que ver con la serie, una ficción que juega con el rol de los gemelos (gemelas en este caso, las chicas Bollaín) y las posibilidades que esa duplicidad puede dar en la vida, si se explora esa opción. Su último largometraje profesional de ficción sería Belmonte (1995), con Achero Mañas y Lautaro Murúa como El Pasmo de Triana; fue una obra ambiciosa que el cineasta acariciaba de antiguo, al tener su familia una relación muy próxima con el difunto torero: el padre del cineasta, el notario Luis Bollaín, fue amigo íntimo del matador. Sin embargo, la película, brillantemente filmada pero muy costeada para los estándares de la época, se estrella en taquilla y, de alguna forma, entierra la carrera comercial del director.

Arteaga monta su documental con agilidad, aprovechando la agudeza de la palabra de Bollaín y las interesantes aportaciones de los intervinientes. No deja de ser curioso que, como suele ocurrir en estos casos, más allá de las loas que, por parte de todos ellos, se vierten sobre el cineasta de origen madrileño, hay algunos que dejan entrever, muy sutilmente, puntos de fricción en sus relaciones cuando hicieron juntos las películas que comentan. Esas fricciones, tan sutilmente expresadas que son casi inapreciables salvo para un ojo entrenado, son precisamente las que confieren un tono como bollainesco al documental, pues no hubiera sido lógico que la obra que documenta y refleja la vida y la carrera del rey de la transgresión fílmica en la Sevilla de la Transición se hubiera saldado solo con un caudal de elogios.

Obra madura y necesaria, Juan Sebastián Bollaín: La eficacia de la utopía (cuyo título, como cuenta el propio director, recuerda una famosa sentencia de André Breton) refleja cómo un hombre de una capacidad creativa tan desbordante como JSB, sin embargo, no ha podido realizar una filmografía profesional que hubiera llegado a todo tipo de públicos. Quizá el carácter de su cine se lo impedía: los visionarios, los que se anticipan, los que crean ex nihilo, los que ven de otra manera libre y desprejuiciada, los que se ponen el mundo por montera, ciertamente lo tienen crudo si quieren triunfar bajo las pautas que el mundo demanda: vanidad, vacuidad, superficialidad, elementalidad.

Raúl Arteaga se muestra como un cineasta sólido. Joven (nacido en 1978), tiene tras de sí una todavía corta obra, con cortometrajes como La última foto (2012) y el documental The contemplation of noise (2014), y ahora prepara su primer largometraje de ficción, La herencia, en clave de thriller dramático. Habrá que seguirlo, porque tiene buenas ideas, capacidad para un montaje atractivo y buen ojo para apreciar un cine tan libre y salvaje como el de Bollaín: si admira a Juan Sebastián, ahí tiene ya un muy buen trecho recorrido en su carrera profesional…


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75'

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Juan Sebastián Bollaín: La eficacia de la utopía - by , Sep 05, 2017
3 / 5 stars
Retrato de un cine libre y salvaje