La condesa de Hong Kong

CRITICALIA CLÁSICOS

Esta película está disponible en los catálogos de Filmin y Apple TV.

Yo no sé hasta qué punto La condesa de Hong Kong es una cinta polémica, pues  en su momento casi todo el mundo la criticó de mala manera. Pero, eso sí, en algunas revistas especializadas dijeron que era una obra maestra y se sacaron de la manga un nuevo género, “el cine de viejos”, agarrado al cual pusieron a la susodicha condesa por las nubes, explicando que, como en el caso de Jean Renoir o de John Ford, no se podía medir el film de Chaplin con el mismo rasero que a los demás, sino con uno especial para cineastas ancianos (y magistrales).

Pues muy bien, ya tenemos polémica, más o menos limitada, y ya tenemos al último film de Charlot colocado en pedestal similar a sus anteriores y antiguas cintas. Sin embargo, si queremos hundir a la película, podemos hacerlo con toda facilidad. Porque su trama endeble, sus personajes tópicos de aristócrata y diplomático, sus situaciones rosáceas y su factura descuidada se prestan a ello, a un ensañamiento con un mito viviente como Chaplin, aprovechando que hace años se puso de moda dogmatizar que Buster Keaton era el bueno y el genio, y Charlot sólo el mito y el bluff.

En el otro extremo del ovillo tendríamos el poder decir que La condesa… es la decantación de un estilo, la depuración de una estética del sentimentalismo y el desamparo, la mezcla ideal de humor barato y finura en la puesta en escena. El juego casi teatral de unos cuantos personajes en una situación bastante concreta qué duda cabe que lo lleva adelante el viejo Chaplin con astucia y elegancia, pero –claro--, eso era lo menos que podía pedírsele a un artista de su talla.

Y por eso, este film resulta extremoso, pues lo mismo se puede interpretar como un bajón tremendo de su autor, que como un no va más soterrado y pleno de madurez. Desde luego, al contemplarlo uno se inclina más a lo primero, a no perdonarle a uno de los autores históricos del séptimo arte el haber hecho a estas alturas un film tan blando, tan discutible. Aunque algunos exquisitos dicen todo lo contrario, eso sí.