En contra de lo que pudiera suponerse, el éxito de Carrie no permitió a Brian de Palma llevar adelante sus proyectos más personales, en especial la adaptación de la novela The demolished man, un clásico de la ciencia ficción de Alfred Bester sobre una sociedad telepática en el año 2100, en la que se producía un asesinato edípico. Pero el proyecto, que Brian acariciaba desde hace años atrás, era costosísimo, y los sucesivos contactos tendentes a ello que De Palma lleva a cabo tras los taquillazos de Fascinación (1974) y la mentada Carrie (1976) no llegan a buen puerto. De Palma no cejará en su empeño hasta algunos años más tarde, en 1979, cuando arrojará definitivamente la toalla.
Cierta noche de 1977, en el estreno de El expreso de Chicago, de Arthur Hiller, al que De Palma asistía acompañado de Jill Clayburgh, la estrella del film, además de amiga suya y anteriormente protagonista de algunas de sus películas, Brian se encontró con Frank Yablans, uno de los productores de la Fox, que le habló de un proyecto del estudio para adaptar la novela de John Farris The fury. De Palma leyó el guion, escrito por el propio Farris, y se decidió a rodarlo, atraído por algunas circunstancias que emparentaban la historia con Carrie, y que le permitían la posibilidad de desarrollar temas apenas esbozados en su anterior película.
Oriente Medio, 1977. Peter Sandza es un agente secreto americano que disfruta de unos días de vacaciones en una playa, junto a su hijo Robin y acompañado por Childress, amigo de Peter y su hombre de confianza. Robin va a acudir a un colegio americano para superdotados mentales, a fin de canalizar sus prodigiosos poderes telepáticos y telecinésicos. El ataque de un comando árabe parece acabar con la vida del padre, pero este se salva y se entera de que todo ha sido un plan urdido por Childress para arrebatarle a su hijo. Comienza entonces la búsqueda de un médium que pueda contactar con Robin. Peter es acosado en Chicago por la organización de Childress, tras comunicarle un telépata que ha encontrado a alguien que puede guiarle hasta su hijo. Tras una larga persecución por la ciudad en la noche, Peter se escapa, contacta con Hester, su compañera ocasional, y le pide ayuda. Por otro lado, Gillian es un achica que prepara sus exámenes finales. Asiste a una experiencia de poderes mentales en la que ella tiene una primera visión de un rostro ensangrentado, y demuestra tener una fuerza mental extraordinaria...
No es difícil sospechar qué llamó la atención a De Palma del guion de La furia. Aparte del tema de los telépatas, que le remitía a su anterior éxito, La furia parece escrita por una sensibilidad similar a la de Brian. En efecto, surgen en la película buena parte de los temas más queridos por el realizador neoyersino, el poder, el pesimismo y el terror, fundamentalmente.
Curiosamente, en una película tan negra (en el sentido trágico del término, no en el genérico), De Palma tuvo, sin embargo, buen cuidado de introducir de vez en cuando algunas pinceladas de humor que relajaran el ambiente de su recargamiento dramático. En cuanto al apartado visual, La furia aportará algunos elementos “marca de la casa”.
Pero no todo se queda en el aspecto formal: hay en La furia, como en buena parte de las películas de De Palma, un aliento emocional, un toque de sentimiento humano que es reconocible solo en algunos directores.
La furia ha sido acusada de espectáculo desaforadamente circense, con alardes pirotécnicos y desmesura de grandguignol. No seremos nosotros los que neguemos tales afirmaciones, pero nos parece que ese era el tono que convenía a esta extraña historia, híbrida entre un film de espías al uso y una película de terror en torno a los poderes de la mente.
Kirk Douglas, como siempre, está bien; el actor, una auténtica leyenda de Hollywood, estaba ya en una época en la que le tocaba hacer de padre madurito, y su simple carisma hubiera sido suficiente para sacar adelante el papel, aunque él siempre se entregaba a sus personajes. Del resto nos quedamos con la fragilidad, finalmente devastadora, de una Amy Irving que venía de hacer un personaje no demasiado distinto en Carrie, en una época en la que aún no se había casado con Spielberg. John Cassavetes hacía un villano melifluo, sibilino, muy interesante.
(29-04-2020)
118'