El caso de Luis Piedrahita debe ser, seguramente, único en el mundo: licenciado en Ciencias de la Comunicación, ha sido guionista de programas de televisión, actor monologuista en el televisivo El club de la comedia y hasta mago y prestidigitador en el programa Nada x aquí. Ahora se estrena (junto a su colega Rodrigo Sopeña, con el que ha hecho casi toda su carrera) como director de cine, con este peculiar thriller cuya primera virtud radica precisamente en la rareza de su tema en nuestra cinematografía, tan acostumbrada a (y enlodada en, añadiría) los tremebundos dramas de marginados o las comedias chocarreras. Con La habitación de Fermat lo que se plantea no es sino una especie de cruce entre dos éxitos cinematográficos de los últimos años, Cube y Saw, lo que no deja de ser curioso.
Cuatro matemáticos de primera línea son convocados a una misteriosa cita por otro colega cuyo seudónimo es el de otro famoso matemático, Pierre de Fermat. Los cuatro “coquitos” se encuentran pronto encerrados en una habitación que va menguando conforme no contestan a tiempo las cuestiones de lógica o aritmética que les van llegando vía agenda PDA. Un quinto personaje exterior también tendrá una importante función en la historia. Es cierto que el guión deja muchos cabos sueltos, pero también lo es que, aunque al principio los directores cometen errores de principiante y se les nota la falta de tablas en la profesión, pronto, con el progresivo empequeñecimiento de la estancia (un auténtico “cuarto menguante”, como el estado de la luna en el exterior…), el ritmo se vuelve vertiginoso y la tensión interna del filme se contagia con verosimilitud al espectador, que termina involucrándose en la tragedia de estos cuatro especialistas, abocados a un fin horrible por razones que, casi hasta al final, no comprenden.
Merece, entonces, este filme nuestro reconocimiento, no tanto por su calidad (que no es excelente, para qué engañarnos) como por su riesgo (casi todo el metraje se desarrolla entre cuatro paredes, además progresivamente más angostas), el tema (tan raro como una foca en la sabana africana), la tensión argumental (paulatinamente “in crescendo”) y el atinado trabajo de sus cinco actores, desde los veteranos y siempre espléndidos Lluís Homar y Federico Luppi (este último muy envejecido, es cierto), a un maduro como Santi Millán (aquí en un papel diametralmente opuesto a los de comedia que generalmente acomete), y los veinteañeros Elena Ballesteros (que ya parece haber dejado atrás sus personajes televisivos) y Alejo Sauras (cada día físicamente más parecido a Unax Ugalde, confirmándose como uno de los actores de más proyección de su joven generación).
La habitación de Fermat -
by Enrique Colmena,
Nov 18, 2007
3 /
5 stars
Cuarto menguante
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