Pelicula:

Belén Funes (Barcelona, 1984) es una guionista y directora que se formó en la prestigiosa ESCAC catalana, cuna de buen número de los mejores profesionales de las dos últimas décadas de aquella comunidad, y en la no menos afamada Escuela de Cine San Antonio de los Baños, en Cuba, uno de los máximos referentes mundiales en formación cinematográfica. Empezó en el cine en oficios pequeños, como debería ser siempre, para aprender la profesión desde abajo, “mamándola”, si nos sirve la expresión un tanto vulgar pero que se entiende perfectamente. Fue script, ayudante de dirección y lo que le echaran, hasta que Isabel Coixet, a través de su productora Miss Wasabi, le produjo su primer corto, Sara a la fuga (2015), que gustó mucho en el Festival de Málaga, donde se llevó dos premios. Aquel corto planteaba una única situación, la de la Sara del título, una adolescente que vive en un centro de acogida y está esperando que su padre la visite; pero, como afirma el proverbio castellano, el que espera desespera...

Ahora, con La hija de un ladrón, Funes debuta en la dirección de largometrajes de ficción con una película que, de alguna forma, no deja de ser una cierta continuación de Sara a la fuga. Porque la protagonista de este film, también llamada Sara, aunque ahora ya mayor de edad, mora en una vivienda de acogida, con su bebé, tenido en una relación con Dani, un chico al que ella sigue amando pero no es correspondida; el padre de Sara, Manuel, acaba de salir de la cárcel, donde penaba por delitos que desconocemos. Sara encadena trabajos precarios y penosos, siempre a la busca de un contrato indefinido en un empleo medianamente decente que le permita vivir con normalidad.

Porque esa palabra, “normalidad”, quizá sea la clave de la película, el deseo de ser normal de la protagonista, de tener una vida normal, corriente, como todo el mundo, con su pareja, su hijo, en su caso también el hermano pequeño del que se ha desentendido (o no: en esto es muy gallego) el padre, su casa, su sueldecito que le permita vivir razonablemente, su hipoteca... esas cosas normales que quienes no las tienen anhelan absolutamente, aunque los que las tienen quizá no les den demasiada importancia.

Gusta La hija de un ladrón por su apuesta por una parte de la población, la que malvive con empleos precarios, salarios de miseria, siempre pendiente de poder pagar las facturas, de mantener el techo que les cobija, de sacar adelante a su prole. Gusta por su esfuerzo por dar voz, aunque sea tan calladamente como Sara, a los problemas y conflictos de personas que se sienten injustamente olvidadas por la sociedad, aunque esta, a través de los centros de Asuntos Sociales, pero también por la solidaridad anónima de otros quizá con más de fortuna, van sobreviviendo como buenamente pueden.

Pero (siempre tiene que haber un pero...) nos tememos que Funes y su coguionista Marçal Cebrián no han estado demasiado finos a la hora de encontrar el tono adecuado con el que transmitir la historia de esta joven, con la que rápidamente empatizamos aunque apenas nos llegue información de ella, ni de su vida actual ni pasada, ni de su relación con su padre, una relación amor/odio, ni de la que tiene con su hermano pequeño (hermano solo de padre), ni de por qué ha estado en centros de acogida de la administración autonómica durante su minoría de edad, aunque se intuye, con mucho voluntarismo, que se debió a su desamparo al no contar con adulto familiar que la tutelara; nada sabemos de la madre, y del padre poco, más allá de que ha salido recién de la cárcel y que es un individuo de comportamientos un tanto erráticos.

Demasiadas incógnitas, entonces, incluso en un tipo de cine actual, que nos gusta, que busca la actitud activa por parte del espectador, pidiéndole que se implique para saber más de los personajes, de su estatus, de sus vivencias; pero, por poca información que se nos dé, con frecuencia indirectamente, lo cierto es que en este caso es tan escasa que la empatía que deseamos tener con Sara y su deseo de ser normal se ve truncada porque apenas nos enteramos de nada, más allá de algunos detalles deslavazados. Tampoco algunas incongruencias, como los desorbitados fastos de la celebración de la Primera Comunión del hermano, en una familia que está a la cuarta pregunta, ayudan demasiado.

Es evidente que Funes ha optado por una vía difícil, complicada, y ello debe entenderse como una muestra de esa virtud tan rara hoy día en cine como es la valentía, cuando lo fácil hogaño es dedicarse a repetir clichés, historias ya conocidas, situaciones vistas mil veces pero que son resultonas y quedan bien de cara a la galería. En ese sentido, Belén demuestra un coraje descomunal; es cierto que el muy modesto presupuesto manejado le ha permitido serlo, pero aún así se revela como una cineasta valerosa que habrá que seguir, porque tiene una voz de verdad, no impostada.

Pero Belén Funes, en nuestra opinión, deberá pulir sus armas: está muy bien hacer este cine que más que narrativo es de fogonazos, en los que la directora se centra de forma casi obsesiva en la protagonista, cuyo rostro (o cuya nuca...) escudriña incesantemente. Hace bien, porque Greta Fernández, la hija de Eduard Fernández, hace un trabajo extraordinario, componiendo un personaje que, en sí mismo, y sin tener muchas referencias sobre ella, es inolvidable, la chica lumpen que ha vivido toda su aún escasa existencia al amparo de instituciones oficiales, y cuya vida ya como persona autónoma está siendo una auténtica carrera de obstáculos. Greta se revela como una actriz con un futuro prometedor, heredera del talento de su padre, cuyo personaje aquí es menor, sin mucho relieve: todo se lo deja a la hija, con buen criterio, que para eso es la estrella de esta película que nos hubiera encantado que nos gustara más.

Por supuesto, no es La hija de un ladrón una película fallida; se le podrán poner peros, y se los hemos puesto, los que honestamente hemos visto, pero en su conjunto es un film necesario, un film que se adentra en un sector de la población, en absoluto minoritario, que busca lo que podríamos llamar la redención de la normalidad, que busca su lugar en el mundo, que anhela la “aurea mediocritas” de la gente corriente.

(01-12-2019)


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102'

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La hija de un ladrón - by , Dec 03, 2019
2 / 5 stars
El deseo de ser normal