Pelicula:

Sobre la novela homónima de Maksim Gorki, Vsevolod Pudovkin, uno de los nombres fundamentales del primer cine soviético (sin duda la mejor época de los 74 años que duró este régimen), dirigió La madre, adaptación a la gran pantalla que, si bien mantenía, en esencia, la historia gorkiana, cambió algunas escenas para hacerla más cinematográfica. Si en El acorazado Potemkin era la sublimación de la revolución a través de un famoso evento ocurrido en la época prerrevolucionaria, podemos decir que en La madre se toma conciencia de clase y, consecuentemente, se activa la lucha proletaria contra el Imperio, a partir del amor de madre, a través del que la protagonista llega a la verdad revolucionaria, según los esquemas del cine rojo.

La acción se desarrolla en el año 1905, en la ciudad de Sormovo, en Nijni Novgorod, en los disturbios que los clandestinos rebeldes socialistas realizaban para intentar boicotear el régimen zarista. En ese contexto, una mujer, Pelagia, está casada con Vlasov, un tipo alcoholizado, venal y maltratador; convive con ellos su hijo Pavel, quien se ha acercado a los postulados políticos de los revolucionarios. El padre es captado por los esquiroles que van a reventar la huelga prevista para el día siguiente; en el altercado entre unos y otros, Vlasov muere. Ya en casa de Pelagia, mientras se vela el cuerpo del difunto, la policía llega buscando armas que sabe tiene escondidas Pavel en la casa; registrada ésta sin éxito, la mujer, ante la eventualidad de que se lleven detenido al hijo, entrega las armas...

Debe decirse pronto que, si El acorazado Potemkin es un prodigio cinematográfico, La madre no llega, ni de lejos, a esa perfección fílmica. No es, por supuesto, una mala película, pero sí es verdad que resulta aún demasiado acartonada, su narrativa es algo espesa y el montaje está a años luz del que ejecutaba Eisenstein. Con todo, es un clásico absoluto del cine soviético, ejemplificando perfectamente las virtudes revolucionarias de una cinematografía entonces pujante e ilusionada, una versión modificada pero reconocible de la obra maestra de Gorki.

Es llamativa la interesante utilización que hace Pudovkin del plano detalle, muy importante en la película, jugando un papel fundamental en la descripción de los personajes y en la propia narrativa, montándolo hábilmente con los planos generales que eran más habituales en el cine de la época. También desde el punto de vista del lenguaje cinematográfico es interesante la influencia que se aprecia del expresionismo alemán en la película; así, la fotografía gusta de jugar con sombras y luces, en un tono que conviene especialmente a este filme de, digámoslo claramente, buenos y malos, pues el ideal revolucionario exigía, como así se hace en el film, la presentación de los burgueses, clérigos, patrones, policías, oficiales del Ejército, jueces, etcétera, como la canalla inhumana que había que combatir y extirpar. En este sentido, todos los integrantes de estos colectivos, más los esquiroles que le hacen el juego a los empresarios, están pintados con rostros torvos, miradas aviesas, gesto despectivo con respecto a los obreros y sus familias; por el contrario, los proletarios son retratados con gestos de sufrimiento, pero también de determinación por lo que consideran justo, épicos en su enfrentamiento contra los felones.

En el cine de Pudovkin será fundamental la toma de conciencia, planteando cómo el ser humano, desde muy diversas perspectivas, se percata de las injusticias de un régimen felón y se propone combatirlo con todas sus fuerzas. Si en El acorazado Potemkin había un protagonismo coral, aquí se ajusta más a los cánones del cine al uso y se centra en dos personajes fundamentales, el hijo, Pavel, y, sobre todo, la madre, Pelagia, Vera Baranovskaya, actriz que años más tarde emigró a Francia, donde murió.


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89'

Año de producción

La madre - by , Feb 18, 2018
3 / 5 stars
Cómo llegar a la conciencia de clase a través del amor materno