Pelicula:

CINE EN PLATAFORMAS
[Esta película forma parte de la Sección Oficial del ATLÀNTIDA MALLORCA FILM FEST’2024. Disponible en Filmin por tiempo limitado]

Héléna Klotz (París, 1979) es una cineasta francesa que empezó a filmar audiovisuales al comienzo de este siglo. Tiene en su haber una carrera relativamente corta, compuesta mayormente por cortos, algunas series y documentales, además de dos largometrajes de ficción, incluido este. Su anterior empeño en este formato fue La edad atómica (2012), así que ya hacía algún tiempo que no se desempeñaba en la tarea de contar una historia, lo que quizá se nota.

La historia se ambienta en nuestros días, en dos escenarios muy concretos; por un lado, el París cosmopolita y moderno, el barrio de La Défense, donde se concentra el mayor número de negocios y empresas de alto nivel de toda Francia; también, claro está, es lugar apropiado para los tiburones financieros que buscan presas que llevarse al metafórico colmillo; el otro escenario es un edificio especialmente destinado a gendarmes y sus familias, donde vive Jeanne, una joven de 24 años que actúa también como madre sustituta de sus dos hermanos pequeños, porque el padre está fuera casi todo el día, entregado a su cargo de oficial de la Gendarmerie Nationale, y la progenitora se fue hace tiempo del hogar; Jeanne se dedica en cuerpo y alma a prepararse como agente cuantitativo, o lo que es lo mismo, analistas que valoran riesgos en complejas operaciones de bolsa, como mercados de futuros y otros de semejante jaez. Como Jeanne anda escasa de dinerario, en la primera escena la vemos rompiendo con su propio cuerpo un escaparate de una tienda de trajes de hombre y robando uno, que será ya su uniforme durante todo el film. Jeanne desea sobre todas las cosas prosperar dentro de su gremio, para lo que ha conseguido trabajo como aprendiza en una especie de lobby dirigido por un ricachón llamado Farès, cuya atención consigue llamar aun a costa de dejar en evidencia a un compañero; a la par, al recinto donde vive con su familia vuelve Augustin, antiguo vecino que ingresó en el ejército y regresa después de varios años en África, un chico con el que Jeanne, años atrás, tuvo una relación sentimental un tanto tormentosa…

Lo cierto es que esta La Venus de plata nos ha parecido una película interesante pero algo confusa, algo (nos tememos…) no deliberado. No es demasiado extraño, teniendo en cuenta que se trata del segundo largo de ficción de la directora. Busca Klotz contraponer la dicotomía entre el universo modesto, nacionalista y familiar de la especie de casa-cuartel (sin serlo) en el que vive la protagonista desde niña, y el universo de neón, luces de led, acero y cristal de los grandes edificios modernos de La Défense, el que podríamos llamar el Wall Street parisino o la City “parisien”. Sobre esa dicotomía girará toda la historia, de una forma u otra, entre el deseo de ella de transitar del sencillo pero aburrido mundo de la primera para pasarse al oscuro y turbio microcosmos de la segunda, quizá como forma de escapar de una realidad que la supera: madre putativa, sin serlo, de dos niños de corta edad, cuando ella está todavía recién llegada a la juventud, como sustituta forzosa de una madre desaparecida (por propia voluntad, se entiende), pero también escaldada de una relación amorosa sucedida 4 años atrás, una relación que le hacía (literalmente) un daño físico, abruptamente cerrada cuando él decide irse al África francófona en una de esas misiones que el estado galo realiza de vez en cuando en sus antiguas colonias, intentando pacificar (casi siempre inútilmente…) conflictos regionales de la zona.

Pero esa búsqueda incesante de escapar de una realidad que la asfixia no parece precisamente bien orientada, no por el origen del que quiere escapar, sino por el destino al que aspira, el de los tiburones que, metafóricamente, nadan en el Sena a la espera de un primo apetecible que (también alegóricamente) zamparse. Claro que ¿quién dijo que los protagonistas de las pelis tenían necesariamente que desear cosas maravillosas? Para Jeanne lo es, sin duda, y cuando le suceda uno de esos chascos en los que el ser humano se queda patidifuso, pensando cuán estúpido se ha sido y con la autoestima por los suelos, parecería que ha quedado vacunado “ad aeternum” para esa cuestión en la que te han dejado con cara de gilipollas… pues no, por supuesto.

Film sobre el deseo a todo trance de ascender en la escala social, quizá también confirmación de la extraordinaria dificultad de ello, pero también mirada desolada sobre esa otra nueva realidad a la que se aspira, que no mejora (no humanamente, desde luego) a la realidad de la que se parte, La Venus de plata nos ha parecido una película irregular, con momentos atractivos, con una historia percutante y distinta aunque, es cierto, con un guion que se dispersa con facilidad, perdiendo con cierta frecuencia su unidad de estilo. Klotz, como directora, hace un trabajo apreciable, interesante, buscando contraponer los dos universos citados, luciéndose sobre todo en la (re)presentación del microcosmos del distrito financiero parisino, un mundo retratado perennemente de noche, para que los edificios resalten fantasmagóricamente con sus fachadas oscuras pespunteadas por las ventanas de las oficinas tenuemente encendidas, en un diseño de producción ciertamente atractivo.

No convence tanto la moraleja, esa que, como en la última escena, sigue a la protagonista por un larguísimo túnel de cristal y acero, en las entrañas de La Défense, quizá de nuevo persuadida de que a la segunda puede ser la vencida. O no, quizá volviendo a la casa-cuartel. Fin enigmático, abierto, entonces, aunque nos inclinamos por el primero de los planteados.

¿Es el desclasamiento al que aspira la protagonista algo necesariamente negativo? Klotz parece reflexionar sobre ello, y a pesar del espeso mundo al que tiende (donde la zancadilla es una de las bellas artes, y la puñalada trapera su prima hermana), la protagonista desea formar parte de ese microcosmos sobre todas las cosas.

Una mirada milennial, entonces, sobre este siglo XXI en el que la brecha entre ricos y pobres se va agrandando hasta límites obscenos, hecha con un estilo y una clase ciertamente elogiable, revelándose Klotz como una cineasta segura y solvente, estilosa, aunque parece evidente que tendrá que afinar mejor en el guion, compartido con otros libretistas, como en la parte romántica del reencuentro de los que fueron antiguos amantes, que resulta un tanto pastelosa y no cuadra demasiado con el tono sombrío de la película.

Formalmente la película llama la atención por su tratamiento cromático, con colores fuertes, metálicos, muy del siglo XXI, con predominio de materiales como el cristal y el acero, siempre de líneas rectas, un universo aerodinámico y cuasi espacial para representar ese mundo artificial y en buena medida tenebroso de las altas finanzas. Gusta que la puesta en escena sea austera, sin adornarse, precisa y sobria, aunque el ritmo narrativo, de vez en cuando, flaquee, en los diversas idas y venidas de la prota entre su pequeño mundo casi castrense (con la bandera gala siempre enhiesta en el recinto de la casa-cuartel, con la Marsellesa henchidamente cantada todas las mañanas con los gendarmes en formación militar) y ese mundo gorgoteante, difuso, poco recomendable (pero que ella ansía con todas sus fuerzas) de las altas esferas económicas y empresariales, aquí vistas también con una filosofía que relaciona la riqueza no con el esfuerzo o la inteligencia, ni siquiera con la falta de escrúpulos, sino con la herencia, con un legado supermillonario que, en palabras de uno de los descreídos personajes plutócratas, es lo único que garantiza la auténtica libertad.

Conclusión entonces un punto descorazonadora, sobre todo para los que promueven lícitamente la posibilidad de subirse al ascensor social, la película presenta una mirada no precisamente benévola sobre las altas finanzas, si bien con cierta frecuencia, en ese contexto, los diálogos se convierten en algo abstruso, difícil de seguir, por utilizarse una jerga economicista especialmente compleja.

Muy interesante el tratamiento musical del film, con un “score” plagado de música techno, original de Ulysse Klotz, de alguna forma mesmérica, que conviene muy bien al tono de la película. También nos parece poderosa la fotografía de Victor Seguin, que contribuye especialmente a conferir a las imágenes de los edificios del distrito financiero un tono como irreal, como de otro mundo… aunque sepamos que está en este. La protagonista, Claire Pommet, es la cantante no binaria Pomme, en su primer papel ante una cámara; habrá que decir que como actriz no parece especialmente dotada, pero también que tiene una presencia que puede resultar fascinante en su hieratismo, en su tristeza casi congénita, como de esfinge de París.

(03-08-2024)


Dirigida por

Género

Nacionalidad

Duración

98'

Año de producción

Trailer

La Venus de plata - by , Aug 03, 2024
2 / 5 stars
Tiburones en el Sena