Debido a los recortes, una decisión del ayuntamiento está a punto de cerrar l'Envol, un centro social de acogida para mujeres solas, sin recursos, la mayoría en edad madura, al que le han dado de plazo hasta diciembre. Hay tan sólo tres meses para buscarles trabajo e integrarlas en la sociedad, y las cuatro trabajadoras sociales hacen todo lo humanamente posible para intentar lograrlo, tirando de contactos para tratar de salvar el centro y también a las que allí acuden cada mañana para recibir ayuda, ducharse, cargar el móvil, comer y por la noche vuelven a la calle, ya que es un centro de día y no dejan dormir allí.
La historia surgió de una investigación efectuada por Claire Lajeunie durante más de seis meses, de lo que extrajo un documental para la televisión, después de lo cual escribió el libro Sur la route des invisibles, femmes dans la rue, extraído de la historia real del citado centro de acogida, con un tono muy humano, con algunas historia conmovedoras y otras divertidas, a pesar de su dramatismo, sin cargar las tintas y sin caer en sentimentalismos.
En él se ha basado el guion, al que le falta unidad en esos momentos sueltos que expone, que a veces se transforma en una comedia de la mano de las actrices, la mayoría no profesionales que, como sus personajes, viven realmente en la calle.
Entre ellas hay ejemplos como la madura Catherine, que duerme en cualquier lugar, la joven Julie, que es una rebelde, Chantal, que se pasa de sincera y pregona que todo lo que sabe arreglar lo aprendió en la cárcel tras matar a su marido porque le pegaba y así podríamos seguir con la lista de todas ellas, y también con las cuidadoras, caso de Manu, la directora, que se la juega con sus decisiones saltándose la legalidad administrativa, o de Audrey, Angélique, Hélène, que a veces caen también en la depresión ante la impotencia.
Hay momentos que más bien parece un documental en el que se van entrelazando los problemas de cada una con los de las propias cuidadoras, que también los tienen, aunque sean de otra índole.
Lo que cuenta la película no es exactamente lo que ocurrió pero tiene muchas situaciones reales, porque además la mayoría de las mujeres acogidas son de la calle, que duermen al aire libre por diferentes motivos o no tienen nada en la vida y son ayudadas por los servicios sociales. Es un homenaje al trabajo de toda esta gente que no tiene vida privada para poder ayudar a esas otras necesitadas. Aparte de lo meramente cinematográfico, que en este caso no es lo más importante, lo que tiene más interés es el tema que trata.
En este film, interpretado casi por completo por mujeres, los hombres apenas aparecen, las hay de dos clases: las que necesitan ayuda y las que se ofrecen a asistirlas, sin diferencia de clases sociales, color de la piel o religión que practiquen, y ambos tipos son realmente invisibles para la sociedad.
Es ciertamente una mirada de denuncia contra los políticos que quieren cerrar el centro, otra cosa es que sea eficaz o no, porque no sabemos si el cine tiene tanta fuerza como para luchar contra esa injusticia.
En el reparto se mezclan actrices profesionales para las asistentes sociales, con esas otras mujeres realmente elegidas de la calle, algunas de las cuales están muy bien en su papel en el que posiblemente se interpreten a ellas mismas, como son en la vida real, expresándose de la misma manera como si no hubiera una cámara delante.
Las invisibles (2018) es el tercer largometraje de Louis-Julien Petit, tras haber ejercido de asistente de dirección en más de treinta títulos, aprendiendo de los directores a los que asistió y parece que asimiló bien la lección.
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