Premiada con la Biznaga de Oro a la Mejor Película en la edición de 2012 del Festival de Cine Español de Málaga, amén de otros galardones, Los niños salvajes es una producción catalano-andaluza que resulta ser una muestra de buen cine dramático arruinado por apoyarse sobre una fallida clave de arco. La historia gira en torno a tres adolescentes, que se nos presentan por separado mientras alguien (se barrunta que la Policía Nacional o su equivalente en Cataluña, los Mossos d’Esquadra) los somete a un interrogatorio. A lo largo del mismo se irán intercalando escenas de las vidas de los tres, individualmente o en conjunto, y así conoceremos los conflictos del chico grafitero, incomprendido por unos padres asfixiados por problemas económicos; la chica de familia bien, cuyas malas notas la ponen a los pies de los caballos de sus progenitores; y el muchacho al que su padre, una mala bestia, intenta conducir por su misma senda de brutalidad y convertirlo en un bragado luchador de “kick-boxer”.
Esas tres líneas argumentales que confluyen constantemente, que se interseccionan con soltura y credibilidad, estallan por los aires ante el motivo por el que todos ellos son interrogados, motivo que no destriparemos pero que carece de verosimilitud en sus fundamentos. Que sí, que estamos hartos de ver comportamientos incomprensibles, en jóvenes y no tan jóvenes, pero dejemos que la vida sea incoherente; en cine deberíamos obviar esas incongruencias, porque en ello va que nos creamos, o no, las historias que se nos cuentan.
Así las cosas, una buena película sobre los problemas de la juventud actual, con un acercamiento no paternalista a las vidas de estos chicos, choca con una resolución lamentable, que reduce apreciablemente sus bondades. Tampoco ayuda mucho la visión estereotipada de los padres, en cuyas bocas se ponen los habituales clichés de siempre. Parece que para que las generaciones emergente y dominante (por usar la terminología al uso) se entiendan debe irse algo más allá de lo que son los tópicos de costumbre.
En cualquier caso, Los niños salvajes supone un intento interesante de aproximarse a una realidad complicada, la de la adolescencia, la primera juventud española, cuyos problemas de hogaño quizá no sean tan distintos de los de antaño. Patricia Ferreira, que nos interesó con su opera prima Sé quien eres y ha seguido después una carrera un tanto vacilante, demuestra su buen hacer tras las cámaras, si bien parece claro que no estamos ante una cineasta de personalidad marcada.
Buen trabajo de los actores adolescentes; en especial cabe señalar a Àlex Monner, cuyo personaje, en el filo de la navaja entre el alumno de incierto futuro y el gamberro que parece llamado a ser, era complicado, pero que él resuelve con naturalidad y sencillez, aportándole una humanidad que lo enriquece.
97'