CINE EN PLATAFORMAS
[Esta película forma parte de la Sección Domestic del ATLÀNTIDA MALLORCA FILM FEST’2025. Disponible en Filmin por tiempo limitado]
André Téchiné (Valence, 1943) es un cineasta francés que pertenece a la hornada posterior a la Nouvelle Vague. Es uno de los más interesantes realizadores de su quinta, junto al ya difunto Bertrand Tavernier. Es cierto que su filmografía es un tanto irregular, pero tiene títulos de evidente interés, como Las hermanas Brontë, En la boca, no, Los juncos salvajes, Los ladrones, Alice y Martin, Los testigos o Cuando tienes 17 años. Su cine abunda con frecuencia en temas vinculados a la homosexualidad (él mismo es militantemente gay), pero no de forma monotemática, pudiendo aparecer incidentalmente o incluso no aparecer, como en esta Los vecinos.
Su cine está atravesado con frecuencia por una mirada socialmente comprometida, intentando desentrañar ese enigma que son las relaciones humanas, pero también las relaciones que se establecen a partir del ejercicio del poder. Algo de esto hay, según nos parece, en esta, sin embargo, no demasiado afortunada Los vecinos, que plantea la historia de Lucie, una agente policial próxima a la jubilación, pero que solicita una prórroga tras haberse quedado traumáticamente sin su pareja, Slimane, también agente policial, suicidado tras serle retirada su arma reglamentaria. Lucie quiere seguir en el cuerpo, entre otras cosas porque toda su vida gira en torno a la Policía: su pareja, la familia de éste, sus amigos… todos son policías. A su barriada llegan unos nuevos vecinos, Julia y Yann, una joven pareja que tiene una niña como de 6 años, Rosa. Yann es artista, pintor, pero también un activista anticapitalista radical que no desdeña el uso de la violencia, que cree legítima. Lucie, fascinada por el grupo familiar, y en especial por Julia y la niña, les oculta que es policía, para no perder la amistad, que se va haciendo cada vez más profunda. Cuando Yann se vea envuelto en un lío que puede tener consecuencias penales, Lucie se encontrará en un dilema…
Con una narración que conduce en off la propia protagonista, Lucie (Isabelle Huppert), quien cuenta la historia por tanto a toro pasado, la película tiene (como seguramente era previsible, dadas las tablas y el buen hacer de Téchiné) una muy correcta puesta en escena, con una realización invisible, sin subrayados, dentro del habitual estilo del veterano cineasta. Pero, sin embargo, la historia que se nos cuenta no termina de funcionar; algunas situaciones de guion resultan un tanto forzadas, en una historia quizá demasiado corta y con un mensaje más bien confuso.
El tema que trata vendría a ser la (im)posibilidad de amistad entre opuestos, en este caso una agente de policía, plenamente enraizada en el cuerpo (todo su entorno pertenece al cuerpo policial francés, aunque disienta del castigo infligido a su pareja, al retirarle el arma reglamentaria, lo que desembocó en su suicidio) y una familia en la que el hombre resulta ser un convencido fanático antipolicial, antisistema y anti-todo lo que se menea, miembro de los llamados “bloques negros”, de triste recuerdo, aunque él afirma no haber dañado nunca a ninguna persona (como decimos en mi tierra: será o “serón…”). Quizá el mensaje que intenta enviar el film sea la fina línea que separa la ley de la delincuencia, y cómo influye el factor humano (en este caso la amistad con Julia y la niña) en la posibilidad de cruzar esa línea que en otro contexto se hubiera considerado inimaginable.
Eso sí, no es en absoluto una película anti policía, como sugiere la gacetilla elaborada por la distribuidora; de hecho, es un film en el que no hay buenos ni malos, sino personas con distintas convicciones y perspectivas vitales que actúan en consecuencia de ellas.
Quizá de lo más interesante de la película sea la aparición, corporeizada como un personaje de carne y hueso más, de Slimane, la pareja de Lucie muerto un año atrás, que se convierte en algo así como su Pepito Grillo, haciéndole ver que en su relación con la familia de Yann está jugando con fuego. Esa corporeización, y su correspondiente interacción con la protagonista, permitiéndose incluso la licencia de hacer que el fantasma conduzca un coche (qué diría un agente de tráfico que tuviera que detener el vehículo…), es quizá de lo más novedoso y original de una película que, por lo demás, resulta un tanto insuficiente y cortita, sin que eso suponga que carezca totalmente de interés: no recordamos haber visto una película de Téchiné de la que se pudiera decir tal cosa…
Isabelle Huppert, como siempre, segurísima: esta mujer ha llegado a un punto en el que absorbe cualquier personaje y lo hace suyo, consiguiendo la rareza de ser al mismo tiempo ella, la actriz, y el personaje, algo muy poco habitual. El argentino Nahuel Pérez Biscayart prosigue con su interesante carrera en Francia, en el que ya hace incluso de natural del país, tal es el dominio del idioma que tiene. La actriz franco-magrebí Hafsia Herzi se confirma como una de las mejores de su joven generación.
(30-07-2025)
85'