Pelicula:

Esta película está disponible en el catálogo de Netflix, Plataforma de Vídeo bajo Demanda (Vod).


El cine sobre la aristocracia francesa previa a la Revolución Francesa, que mandó a tanto vago con pelucón empolvado a la guillotina o, como mal menor, a ser “solo” un ciudadano, tiene una amplia nómina en la gran pantalla, desde clásicos naftalinosos de Hollywood como María Antonieta (1938) hasta las más recientes aportaciones del propio cine galo, como Ridicule (1996) o Adiós a la reina (2012), entre otras muchas, aunque seguramente la cumbre sea Las amistades peligrosas (1988), de Stephen Frears, la mejor de las varias adaptaciones al cine de la obra cumbre de Choderlos de Laclos Les liaisons dangereuses.

La mención de Choderlos de Laclos no es ociosa al hablar del film que comentamos, pues ciertamente Mademoiselle de Joncquières tiene cierto parentesco con esa  novela, si bien debemos aclarar que el relato en el que se basa el director Emmanuel Mouret es una historia contenida en la novela Jacques el fatalista, escrita por Denis Diderot varios años antes de que Laclos publicara la suya. En cualquier caso, estamos ante un film que, sin alcanzar la exquisitez de la película de Frears, con toda probabilidad su obra maestra, sí que tiene muchas y evidentes virtudes que la hacen más que recomendable.

La acción se desarrolla en la Francia anterior a la Revolución Francesa de 1789. Reina el país de forma despótica Luis XVI, y en ese contexto conocemos a Madame de la Pommeraye, una joven aristócrata viuda, que está siendo cortejada por su amigo el marqués de Arcis, un mujeriego libertino famoso por sus muchas conquistas. Pero el marqués parece haber cambiado, y durante un dilatado tiempo requiere de amores a la noble, hasta que esta, finalmente, accede a mantener una relación estable con él. Pero cuando pasa el tiempo la dama observa que el marqués está cada vez más distante, así que le tiende una trampa y le dice que ya no siente lo mismo que antes, lo que aprovecha el marqués para decirle que a él le ocurre igual y sale prestamente de su vida. Pero la señora, muy dolida con la actitud del aristócrata, planea una venganza crudelísima...

En efecto, Mademoiselle de Joncquières tiene cierto parecido con Las amistades peligrosas, fundamentalmente porque en ambas se valen de añagazas para emboscar a otros, y también porque esas celadas, finalmente, se volverán en contra de los o las que las urdieron.

Emmanuel Mouret, el director de Mademoiselle... es un cineasta francés (Marsella, 1970) que está haciendo cine desde 1997, si bien es cierto que de su dilatada obra solo nos ha llegado a España El arte de amar (2011). Y es extraño, porque en la película que comentamos Mouret evidencia un gusto exquisito para la puesta en escena, que aquí es elegante, sofisticada sin pedantería, rodada a base de largos planos, jugando con la profundidad de campo (el primer beso entre la dama y el marqués, dado al fondo del plano, es una sutilísima maniobra que delata a un artista delicado), con movimientos de cámara medidos y pausados, y una interesante vocación por la elipsis, ese recurso cinematográfico (y literario y de otras artes, desde luego) tan difícil de utilizar bien y con sentido.

Los deliciosos, chispeantes diálogos sobre el amor (“la felicidad que no perdura se llama placer”, dice la dama protagonista) y el desamor (ante las súplicas sin respuesta de su jovencísima amada, el marqués le pide una señal “que me esperance o me exaspere”), con brillantes réplicas y contrarréplicas, pespuntean la historia de un desengaño que se tomará cumplida revancha con una pérfida trampa en la que caerá el libertino, aunque finalmente, entre el vejado y la humilladora, quizá no sea tan evidente quién ha ganado. El film incluso se permite algunas tramas de fondo, no completas, pero sí de las que se dan algunas pinceladas sabrosas: así, la amiga de la dama protagonista, secretamente envidiosa de la felicidad de su compañera de cuitas, le llega a decir que ella se ha protegido tanto que ningún hombre la corteja, o la de la pareja formada por madame de Joncquières y su hija, damas de cierta alcurnia a las que la desgracia y pleitear contra gente con más poder ha arrojado al arroyo, y que ven en la comedia a la que se prestan la posibilidad de una nueva vida, sin saber que eran el vistoso, suculento cebo en el que el marqués quedará definitivamente enredado.

Con caracteres muy bien definidos, como el de la dama protagonista, una mujer de gran personalidad que concibe una atroz venganza para quien la burló, pero también el marqués, un epicúreo que cree que no somos sino “un montón de átomos”, pero que, sin embargo, finalmente estragado por (y enfermo de) un amor absoluto, cebado por la dama que sabe que el amor crece cuanto más se resiste el sujeto amado, se entregará sin reservas, sin red de seguridad, al que cree el amor de su vida... y quizá sí lo sea...
 
Se podría decir sin faltar a la verdad que hay un cierto aliento feminista en el mensaje del film: la venganza de la dama no es en puridad una venganza a título personal, sino que madame de La Pommeraye la inflige en nombre no solo de todas las mujeres burladas por el marqués, sino en el del género femenino que, a lo largo de la Historia, en todo tiempo y sociedad, ha sido sistemáticamente engatusado por varones que le prometieron lo que jamás estuvieron dispuestos a cumplir.

Con una hermosa fotografía de Laurent Desmet, muy ajustada al tono de la historia, y una banda sonora plagada de bellísimos temas clásicos (Bizet, Bach, Vivaldi, Handel, entre otros), el film se beneficia de una excelente interpretación de Cècile de France, exquisita, taimada pero a la vez doliente víctima y verdugo de esta historia romántica de amores y embaucamientos, de traiciones y venganzas.

(10-07-2020)
 


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109'

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Mademoiselle de Joncquières - by , Jul 11, 2020
3 / 5 stars
Que me esperance o me exaspere