Pelicula:

Esta película ha formado parte de la programación del 19 Festival de Cine Africano (FCAT).

La película se abre con una cita del escritor dominicano Ramón Marrero Aristy, de su obra Over: “El empleado, a la vez que es carne de trapiche (molino para extraer jugos de frutos de la tierra), hace de lubricante de la máquina y de conductor de elementos que alimentarán el engranaje insaciable”

Este film, primero de los dirigidos por Juan A. Zapata, plantea la cruda realidad de las plantaciones de caña de azúcar en la República Dominicana, donde grandes empresas multinacionales controladas por familias norteamericanas (aunque con simbólicas participaciones de dominicanos, para disimular), como la llamada Central Romana Corporation, son propietarias de inmensas extensiones de terreno en las que mantienen a miles de trabajadores en condiciones de semiesclavitud, en el caso de los dominicanos, y de esclavitud plena, en el caso de los emigrantes haitianos, porque estos, carentes en su mayoría de papeles, no pueden ir a ninguna parte so pena de ser deportados a su país; están presos “de facto” en las plantaciones de Romana.

Los trabajadores que recolectan las cañas viven agrupados en lo que llaman “bateys”, especie de pequeños poblados en los que tienen derecho a precarias viviendas (una cocina, un pequeño salón, un dormitorio) a cambio de trabajar en los campos de Romana. Si dejan de trabajar, son expulsados, aunque el motivo pueda ser un accidente laboral o la muerte del esposo trabajador, en cuyo caso la viuda puede, o bien casarse de nuevo con otro peón, o trabajar ella misma en los campos; de lo contrario, tiene que marcharse.

Las condiciones de vida en los “bateys” son penosas, sin agua corriente, ni saneamiento, ni electricidad; solo los empleados de mayor rango, como los encargados, tienen alguna “comodidad” de ese tipo. El hecho de que los haitianos, casi todos indocumentados, trabajen casi por nada está también tirando por los suelos el trabajo para los dominicanos, puesto que los patronos prefieren a los primeros, por razones de rentabilidad. El equipamiento social es mínimo: solo hay algunas escuelas primarias, pero ningún centro médico.

Ante la cámara son entrevistados numerosas personas, algunas de ellas moradores de estas ínfimas viviendas, peones de Romana, pero también algunos sindicalistas, trabajadores sociales, periodistas, e incluso un misionero dominico que denuncia la impunidad con la que actúa Romana en sus predios, como en 2016, cuando sus sicarios derribaron 80 casas ilegales en las que vivían apaciblemente otras tantas familias, derribos que se hicieron en ocasiones con los moradores dentro, al no querer marcharse por no tener donde ir. Denunciada la tropelía ante la justicia dominicana, ésta hizo caso omiso, como tampoco hicieron caso a la relatora de Naciones Unidas a la que la orden de los dominicos se dirigió en Suiza. Y es que, como dice uno de los entrevistados, Romana es un estado dentro de otro estado, compra voluntades, es la ley en su zona de influencia. El misionero también explica la forma en la que Romana y otra corporaciones yanquis, en los primeros años del siglo XX, se hicieron con la mayoría de las tierras de cultivo en la República Dominicana, que hasta entonces tenían carácter comunitario, y cómo lo hicieron con la connivencia de las autoridades de la época.

Documental de denuncia contado un poco en do menor, la película de Zapata, con producción fundamentalmente catalana, alterna los testimonios de los afectados y de los expertos en esta situación tan atroz, con los hermosos paisajes de llanuras inmensas plantadas de caña de azúcar, de un verde que se pierde en el horizonte, a veces con planos de drones que presentan llamativas imágenes tanto de los campos como de los precarios “bateys”, con sus frágiles casas de chapa de madera también pintadas de verde, casas insertas en grandes cuadrículas donde todo parece ser así desde siempre, y que será así para siempre. Con una límpida fotografía y buen sentido del encuadre, a veces un poco a lo “Hopper”, sobre todo en las infraviviendas, la película denuncia una de esas situaciones oprobiosas que se dan en países en los que, como ocurre en la República Dominicana, a pocos kilómetros tienen gigantescos resorts turísticos como los de Punta Cana, donde miles de europeos y norteamericanos disfrutan de una vida a la que los peones de Romana no podrán acceder jamás.

Una parte final en torno a una comunidad evangélica haitiana no parece cuadrar demasiado con el tono del film; quizá se haya incluido para hablar de cómo la fe mantiene la esperanza en un futuro mejor.

(05-06-2022)


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76'

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Mal de caña - by , Jun 06, 2022
2 / 5 stars
Así desde siempre, así para siempre