Pelicula:

La figura de Marisol, después conocida por su verdadero nombre, Pepa Flores, es sin duda historia de España, y por supuesto historia del cine español. Descubierta a principios de los años sesenta en la película Un rayo de luz (1960), dirigida por Luis Lucia, pero sobre todo producida por Manuel Goyanes (que se convertiría en su mentor y en su tutor “de facto”), Marisol fue un fenómeno social de aquellos tiempos, la niña canora siempre con la sonrisa en los labios y una garganta privilegiada, resalá y divertida, generalmente pobre, aunque con frecuencia resultaba ser hija natural (esto para la época ya era una osadía...) de una familia rica, con lo que al final vivía feliz con sus nuevos parientes millonetis... La niña fue creciendo y ya hubo que darle papeles de adolescente, con algunos amoríos evidentemente blancos, hasta que la niña trocó en mujer, se soltó el pelo y empezó a hacer cine bastante más fuerte sexualmente hablando, además de identificarse (por mor de su pareja de la época, el bailarín y coreógrafo Antonio Gades) con postulados ideológicos de ultraizquierda. Pero quizá lo más peculiar de su ya por sí singular historia es que en 1985, con solo 37 años, se retiró definitivamente del cine, pero incluso de la vida pública, de tal manera que hoy, cuarenta años después, sigue manteniendo su vida en el más estricto anonimato.

Como era de prever, una figura como la suya, mito entre los mitos, ha dado pie a algunos audiovisuales sobre su persona, su vida y su obra, como la miniserie de dos capítulos titulada precisamente Marisol (2009), creada por Manuel Palacios y con Teresa Hurtado de Ory como la famosa cantante y actriz. Ahora se lleva a la pantalla, en formato documental, una película sobre esta estrella que decidió, en la flor de la vida, como se suele decir, apartarse del mundanal ruido.

El documental se inicia con imágenes de la gala de los Premios Goya 2020, celebrada en Málaga, en la que se le concedió el Goya de Honor, y en la que hasta el último momento se pensó que la diva retirada haría su aparición. Al final no fue así, con el consiguiente chasco de más de uno, aunque parecía evidente que Pepa no iba a romper su aislamiento voluntario por premio alguno, por importante que fuera. A partir de ahí, el film nos va mostrando a diversos entrevistados, con una fórmula de documental clásico, en el que se irán alternando esos entrevistados con imágenes de la época, tanto de las películas que primero Marisol y después Pepa Flores fue haciendo desde su debut en 1960, con Un rayo de luz, hasta su último audiovisual, Caso cerrado, en 1985.

La película está narrada en off por las voces de sendas actrices, Carla Gris, que hace de Marisol niña, e Irene Lázaro, ya adulta, voces que, ciertamente, se parecen mucho a la original de la actriz en ambos momentos de su vida. Con buen criterio, los textos que recitan ambas se corresponden con declaraciones hechas en su momento por la propia Marisol/Pepa, por lo que no se inventan nada.

Entre los entrevistados figurarán gente del cine, que expresarán sus ideas sobre Marisol; así, Fernando Méndez Leite, historiador, director de cine y televisión, además de actual presidente de la Academia, habla del tremendo fenómeno fan que supuso Marisol en su momento; la escritora Elvira Lindo comenta cómo aquella niña rubia de ojos vivarachos supuso un cambio, una novedad dentro de un régimen anquilosado; la política y abogada Cristina Almeida, sin embargo, opina que Marisol era el modelo femenino que quería el régimen franquista; la también política (pero de signo bien distinto), Esperanza Aguirre, coetánea de la niña canora, dice que Marisol era una ídolo para todas las chicas de su generación.

Con todos ellos, además de las imágenes de sus películas, de revistas y noticiarios de la época, vamos conociendo (o recordando los que vivimos aquellos años) las diversas etapas de Marisol/Pepa Flores, desde aquellos primeros tiempos en lo que todo parecía rutilante, habiendo cambiado su barrio pobre de Málaga por el oropel del cine, los fastos de las fiestas y recepciones, y la vivienda en Madrid de Manuel Goyanes a la que se mudó la niña, hasta la progresiva desafección de la joven cuando conoció otros horizontes, no solo artísticos sino también sentimentales y políticos. Antes de eso llegará la boda con uno de los hijos (Carlos) de Manuel Goyanes, en un matrimonio que no duró mucho, y después el soltarse el pelo con pelis más o menos osadas; finalmente, encontrar a Antonio Gades sería determinante en su vida, pasando de la pizpireta niñita franquista a la mujer vehementemente comunista.

También se recordarán algunos momentos especiales de su vida, como el triunfo de Pepa Flores en el Festival de la Canción Iberoamericana (la famosa OTI, hoy olvidada), y por supuesto los famosos desnudos que publicó la revista Interviú, que se hizo de oro, gracias a la ingenuidad de la malagueña al dejarse retratar en bolas por su fotógrafo amigo, César Lucas, que demostró, entregando esas fotos a Antonio Asensio, que fotógrafo puede que fuera, pero desde luego amigo no...  

Marisol fue, efectivamente, y así se cuenta en el documental, un fenómeno en alguna forma liberador para la juventud de la época (hay que entender de donde se venía, de la nada absoluta...), aunque el franquismo, desde luego, la utilizó, funcionó como una imagen de marca del régimen, así era como entendía la autarquía de los años sesenta la modernidad. Y es que la propia Marisol, en su tiempo, habló de lo feliz que era cuando estaba con Franco y su familia...

El documental está dirigido por Blanca Torres, que procede del mundo del guion (Ártico, Análisis de sangre azul...), y lo hace solventemente, en un relato biográfico contado de modo clásico, que le sirve para acercarse al personaje de Marisol/Pepa Flores, en una historia verídica, interesante y bien documentada, dándonos la evolución de aquella niña hiperactiva, permanentemente hiperventilada, hacia la mujer que, primero, cambió su mentalidad hacia la profesional del cine que buscaba rodar con los mejores (le hubiera gustado ponerse a las órdenes de Polanski, Bergman o Losey, aunque se tuvo que conformar con Bardem o Camus, que tampoco eran mancos...), y después, tras conocer a Antonio Gades, viró ideológicamente a las antípodas de lo que supuso la Marisol franquista de su infancia, instalándose en terrenos de la ultraizquierda que le valió la general repulsa del público medio español.

Se habla también en el documental del paralelismo trazado entre el cambio de posición vital y política de Marisol, en su tránsito a Pepa Flores, con el final del franquismo del que la niña fue uno de sus máximos exponentes de los años sesenta. También habrá lugar en Marisol, llámame Pepa para hablar del casi secuestro (dicho sea de forma metafórica) que la niña y adolescente sufrió durante esa década en la casa de Manuel Goyanes, intocable y convertida en su negocio. De hecho, Goyanes impuso el nombre de Marisol, era una marca de la que tenía la exclusiva, un producto por el que lo abandono todo para poder exprimirlo al máximo. Sin embargo, el documental no hace sangre sobre su etapa en casa de los Goyanes. De hecho, pasa de puntillas sobre los presuntos abusos sexuales que pudo sufrir la Marisol adolescente en casa de los Goyanes a lo largo de los 10 años que vivió allí, tema que apareció en prensa no hace muchos años... sólo Méndez Leite habla, y con eufemismos, sobre ello, pero para terminar diciendo que eso, si existió, no llego al público; probablemente la guionista y directora ha optado por esta salida para evitar una posible querella de la familia Goyanes contra las productoras.

También apenas se toca otro asunto escabroso, por qué César Lucas (el fotógrafo amigo que ya comentamos que sería lo primero pero no lo segundo...) tenía las fotos desnudas de Marisol, y, sobre todo, por qué no le pidió permiso a ella para publicarlas; probablemente porque no se lo hubiera dado, claro está, y el fotógrafo no habría conseguido el pingüe dinero que debió obtener por cederlas para su publicación...; porque lo de que Antonio Asensio, el presidente del grupo Zeta, se las pidió y él se las dio tan ricamente parece una ingenuidad, o más bien una forma de descargar la responsabilidad en el editor de Interviú.

La desafección de Gades, narra el documental, hacia mediados de los años ochenta, precipitó la marcha de Pepa al anonimato; se citan en el documental algunas de sus frases de aquel momento: “cada día tengo menos ganas de volver, que se olviden de mí, como si no hubiera existido nunca”. Y es que, como se dice en el documental, Marisol eligió la mujer que quería ser, o al menos, la que no quería ser...

(16-02-2025)


Dirigida por

Interpretada por

Género

Nacionalidad

Duración

87'

Año de producción

Trailer

Marisol, llámame Pepa - by , Feb 16, 2025
2 / 5 stars
Como si no hubiera existido nunca...